Hola,
acabo de llegar de casa de mis padres. He ido esta mañana "con una amiga" (una veterinaria de confianza) y el gato ahora está con buprex, sedado. Me he pasado el día allí haciéndole fluidoterapia, porque ya no le funciona el riñón. María (la vete) ha obrado un milagro, mi madre empieza a aceptar que el gato se va y nos deja hacer. María le ha explicado que el gato sufre. De hecho, esta noche le va a poner ella (mi madre) la morfina, le he enseñado a hacerlo. Bueno, le he dejado todo preparado, con etiquetas y todo, para que no se líe.
Mañana por la mañana iré prontísimo. Hoy duermo con el móvil encendido, lo que duerma.
Lo que más me fastidia de todo esto no es que el gato haya estado así por mi madre, que al fin y al cabo es una abuelilla octogenaria llena de miedos y torpezas, que encima es la cuidadora principal de un señor sin memoria que es mi padre. Lo que me hunde en la miseria es que no soy precisamente hija única y si hubiera tenido el apoyo del resto, esto no habría pasado.
Hala, ya me he desahogado.
Ya sé que este es un hilo de gatos, pero si hoy no hubiera sido por mi perra (me la he llevado en tren conmigo) no sé qué habría sido de mí. A ratos me la he llevado al campo y me consolaba con esos ojos profundísimos de los galgos. He ido con ella a visitar el sitio donde arrojé las cenizas de mi primer perro, Muqui, un sitio que a él le gustaba mucho, y me ha lamido las lágrimas. Delante de mi madre no puedo llorar. Me ha tocado ser la fuerte de la familia.
Un abrazo enorme, gracias por vuestro apoyo