Te doy toda la razón. Es curioso que antes formara parte de eso y ahora me horrorice (y de hecho cuando pienso en el pasado me horrorizo de mí misma, aunque nunca fui muy cárnica). Supongo que es simplemente la capacidad de disociar lo que comes de su procedencia. Son muchos años de rutina.
Sí, definitivamente creo que contemplar cómo el mundo sigue su curso impasible es lo más duro. Ni encontrar productos veganos ni aguantar las críticas ni nada. Es tener que asumir que esa realidad no va a dejar de existir por ahora. No hay nada que me duela más.