Voy a describir esta experiencia con el fin de hacerles recordar, si es posible, la misma experiencia u otras parecidas, de modo que podamos tener una base común en nuestra investigación. Creo que la mejor manera de describir dicha experiencia es decir que cuando la tengo me asombro de la existencia del mundo. En ese caso me siento inclinado a usar frases tales como "¡qué extraordinario que exista algo!" o "¡qué extraordinario que exista el mundo!"
Voy a mencionar inmediatamente otra experiencia que también conozco y con la que algunos de ustedes quizás estén familiarizados: es lo que podría llamarse la experiencia de sentirse absolutamente a salvo. Me refiero al estado mental en el que uno se siente inclinado a decir «estoy a salvo, nada puede hacerme daño, pase lo que pase".
Permítanme, entonces, considerar estas experiencias, puesto que, a mi entender, exhiben precisamente las características que tratamos de aclarar. ¡La primera cosa que debo decir a este respecto es que la expresión verbal de estas experiencias es un sinsentido! Si digo "me asombro de la existencia del mundo», estoy haciendo un mal uso del lenguaje.
Permítanme explicar esto. Tiene un sentido perfectamente claro decir que me asombro de que algo sea el caso; todos entendemos lo que significa decir que me asombro por el tamaño de un perro que es más grande que cualquier otro que haya visto jamás o por cualquier cosa que, en el sentido normal de la palabra, sea extraordinaria. En cada uno de esos casos me asombro de que sea el caso algo que podría concebir que no fuera el caso. Decir "me asombro de que tal y cual sea el caso» sólo tiene sentido si puedo imaginar que no sea el caso.
En este sentido, uno puede asombrarse de la existencia de una casa, por ejemplo, cuando la ve y no la ha visitado desde hace mucho tiempo y se ha imaginado que mientras tanto había sido derribada, pero no tiene sentido decir que me asombro de la existencia del mundo, puesto que no puedo imaginar que no exista.
Por supuesto, podría asombrarme de que el mundo a mi alrededor sea como es. Por ejemplo, si tuviera esta experiencia mientras miro al cielo azul, podría asombrarme de que el cielo sea azul frente al caso en que está nublado. Pero esto no es lo que quiero decir. Me asombro de que el cielo exista, sea lo que sea. Alguien podría sentir la tentación de decir que de lo que me asombro es de una tautología, a saber, que el cielo es azul o no. Pero sencillamente no tiene sentido decir que uno se asombra de una tautología. Lo mismo puede decirse de la[s] otra[s] experiencia[s] que he mencionado, la experiencia de la seguridad absoluta.
Conferencia sobre Ética. Wittgenstein.
http://solotxt.brinkster.net/csn/31etica.htm