Sí, es la forma de hacerlo... no se trata de que la otra persona le suba a pulso, se trata de que le dé el empujoncito que le falta. Muchas veces casi ni tienes que tocar a la persona que está haciendo el ejercicio, a veces es más psicológico que otra cosa. Pero es justamente en la última repetición, en esa que ya no puedes más, en la que realmente fuerzas al músculo a crecer.