Llevo ya varios días con esta sensación, supongo que no seré el único.
No sé si será por estas fechas, en que las cocinas se llenan de jamones, chorizos, patés, sobrasadas, quesos..
Pero, últimamente a la hora del almuerzo, tengo unas ganas desmedidas aunque controlables, de sacar el chorizo y el jamón y hacerme un bocadillo como los que solía.
Eso sí, no me cuesta controlar y decir no. Nunca mais. Y menos, sabiendo lo que hay tras ese trozo de carne/embutido.
Pero, no he podido volver a hacerme un bocadillo igual y eso me pesa mucho. Y mira que he probado "sustitutos".
Para cienciólogos especistas o trolls, no es necesidad que el cuerpo me pida, es simple gula.
¿Os ha pasado? ¿Lo aceptáis sin más o tenéis un plan de escape?