Arenita, para ser sincero, no te creas que Alex y yo nos hemos llevado siempre tan bien. Al principio yo estaba muy asustado y pasé algunos meses sin salir de la jaula. Un día Alex me abrió la puerta, yo creo que sentía pena de verme encerrado, pero yo me asusté y le moridí muy fuerte, tanto que aunque el sacudió la mano para que me soltase no me solté y noté un sabor raro y de su dedo salió sangre. Al poco dio otro manotazo y con la otra mano golpeó la jaula para hacer ruido, eso me asustó y ya solté, el caso es esa "travesura" no desanimó a Alex. Eso sí, estuvo metiendo la mano con unos guantes muy gruesos de esos que usa para podar los rosales. Cuando metía la mano yo volvía a morder del miedo que tenía pero... no sabía por qué, a Alex no le dolía y me cogía durante un tiempo hasta que me tranquilizaba y dejaba de morder. Recuerdo que aquel guante sabía un poco a goma y a talco. No se cómo, Alex se marchaba pero su mano seguía dentro de mi jaula, ahora sé que lo que dejaba era el guante para que yo me acostumbrara a verlo y olerlo. Todos los días me cogía un rato y poco a poco me di cuenta de que era inutil morder aquella piel gruesa de color verde.
Cuando eso pasó, ya dejé de morderle, un día me abrió la puerta de la jaula y no metió la mano, sólo la dejó abierta y él se sentó en el sofá. Tenía ganas de estirar las alas y con un poco de miedo fui saliendo y al dar un salto me di cuenta de que mis alas estaba atrofiadas, aún así tuve fuerza para llegar a una estantería y desde allí estuve mirando a Alex dos o tres horas mientras él leía.
Volver a la jaula costó un poco. Alex me echó una servilleta de tela por encima y me devolvió a la jaula sin hacerme daño, de hecho creo que se lo hice yo a él.
Durante una semana estuvo pasando eso y un día... sentí ganas de acercarme a él. Necesita cariño y me posé en su rodilla. Él se quedo quieto y no intentó tocarme y en ese punto estuvimos haciendo eso todas las tardes durante otra semana o 10 días.
No sé por qué un día, por ahí ya suelto en la habitación esa, Alex se acostó en el sofá y afloró mi verdadera personalidad...
me puse sobre su pecho y luego sobre su cara y... luego le empecé a morder la nariz
.
El caso es que viendo que haciendo eso "no pasaba nada" me dediqué varias semanas a morderle las yemas de los dedos cada vez que se me acercaba. Iba a dónde el estaba y le mordía una y otra vez. No se por qué, aquella broma no terminaba de gustarle a Alex. Un día le vi restregándose en las yemas de los dedos una especie de pimiento chiquitín de color rojo (guindilla) y después en lugar de huir de mis mordiscos, me tendió la mano. Empecé a juguetear como siempre y me encontré con mucho calor en la boca
. Las manos de Alex supieron así durante 4 o 5 días y al final se me pasaron las ganas de jugar a eso.
Soy un poco escandaloso, impertinente, y aquí se duerme cuando yo lo digo. Meto el pico por donde me da la gana y en casa "mando yo"
. Por lo demás, soy un tio majo
Ahora somos muy amigos pero he de reconocer que nos costó un poco
.
Besos