Ayer estuve hablando con una amiga, su perro había muerto con quince años. Se lamentaba de no haber tomado antes la decisión de sacrificarlo, ya que el pobre animal al final de su vida no tenía demasiada calidad de vida y acabó muriendo solo. Cuando llegaron a casa lo encontraron ya muerto.
Siempre en estos casos recuerdo el texto que escribí y se publicó en este periódico (tanto para ayudar a la gente que lo leyera como a mí misma) el día que tuve que tomar la decisión de dormir para siempre a mi anterior perra Mina, muy enferma de leucemia:
Las mascotas viven vidas relativamente cortas por lo que hay que asumir desde un principio que nos va a tocar verlas morir.
Cuando su calidad de vida no alcance unos niveles aceptables, ya sea por su avanzada edad o por una enfermedad, y el veterinario no encuentre manera de solventar la situación, hay que pensar en la eutanasia.
No sólo el último, sino también el mayor acto de amor que puedes realizar por tu perro o gato es ahorrarle sufrimientos innecesarios y acompañarle en esos últimos momentos para que se despida del mundo tranquilo, por duro que sea. Tu veterinario te informará de los servicios de incineración y enterramiento disponibles.
A continuación son dos las preguntas que hay que hacerse. ¿Deseo adoptar otro animal? Y en caso afirmativo: ¿Preferiría esperar para recuperarme o adoptarlo inmediatamente?
Cuando hay niños. La muerte de una mascota suele ser la primera experiencia que el niño tiene con la muerte. Aunque es natural que intentemos protegerles, no conviene mentirles. Hay que intentar convertirlo en una lección positiva y valiosa que sentará las bases y le será de ayuda cuando se enfrente con la pérdida de un ser querido, déjale despedirse del animal si lo desea y es posible. Haz un álbum con sus fotos favoritas del animal. Habla a menudo y con cariño de la mascota. Incluso los niños más pequeños serán capaces de comprender que su animal se ha ido y no volverá. Lo habitual es que los niños acepten fácilmente una nueva mascota y les ayude a superar la pérdida.
Cuando Mina murió el veterinario vino a mi casa. Yo siempre recomiendo que sea así.
En lugar de desplazar a un perro anciano y/o enfermo hasta ese lugar probablemente desagradable que es la consulta del veterinario, creo que es preferible buscar un veterinario que venga a nuestra casa, para que estando tranquilo en su rincón favorito y acompañado por sus amos diga adiós a este mundo en paz y casi sin enterarse.
Si te toca verte en esa situación y tu veterinario no está dispuesto, busca a otro. Es el último regalo que podemos hacerles.
http://blogs.20minutos.es/animalesen...emos-hacerles/