El sábado tuve que asistir a una comida con mis hermanos, porque me salió un hermano nuevo de cuya existencia no tenía idea y vino a conocernos a los otros cuatro(esto es asín, como os lo cuento). Comimos en el restaurante donde curra mi madre, y yo ya tenía mamao que iba a tener que comer lo de siempre, patatas fritas con ketchup y pimientos del padrón. Pero como conozco bien al cocinero, fui a la cocina a ver si le sobornaba un poquito y le pedí a ver si podía hacer algo 100% vegetal y fresquito, que no tenía nada de ganas de fritangas, algo como un gazpacho. Y me dijo venga chica complicá, sal que ya te preparo algo.
Mientras mis hermanos comían, a mi me estaban entrando náuseas: calamares fritos, fieltes de venado con patatas, escalopes de ternera con salsa al cabrales, ensalada con queso de cabra y pollo...vamos, un lujo de olores invasores. Encima estaban comentando: ay pues el venado está duro...está seco etc... Y salta el novio de mi hermana: debía de estar tenso cuando lo mataron. Ahí ya me tocó demasiado los cojones y le dije que ese tipo de bromas que se las guardara, que ya bastante tenía con aguantar las náuseas por la peste a cadáveres de la mesa. No sé dónde le vieron la gracia, porque a los otros les entró la risa, en fin.
Tardaba mucho mi plato, y eso que mi hermana se había acercado a la cocina a saludar a mi madre y había visto que era algo parecido a un gazpacho y que ya lo tenía hecho.
Pues viene la camarera y me dice: ahora mismo te traigo lo tuyo, te lo van a querer quitar los demás, ya verás.
Y llega con esta maravilla:
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Cuando lo vi, no me preguntéis por qué, pero me emocioné y se me llenaron los ojos de lágrimas. Todo el mal rato que había estado pasando en el tiempo anterior, se me fue de golpe al llegar el plato.
Era una tartaleta hecha con dos filetones de calabacín a la plancha, relleno de setas, espárragos trigueros, berenjena y tomatitos cherry, cubierto de almendras, todo ello regado con un gazpacho riquísimo y fresquito. La combinación fue espectacular, no sé si fue por la emoción o qué, pero me supo a gloria bendita. Y ni qué decir, que los otros se murieron de envidia y se acabaron el gazpacho que yo dejé.
Por supuesto al acabar fui corriendo a la cocina y le planté dos besacos al coci jejeje