Yo echo de menos las tiendas de lencería de barrio. Las webs de lencería online se han cargado el negocio, engañan a la gente y no son de fiar. El último tanga que compré online me estaba holgado, y me irritaba el escroto con solo cogerlo con la mano. Mi dermatólogo no da crédito.
Antes que comprar lencería online, me como un bocadillo de panceta. Así te lo digo.