El aumento del consumo de carne, y las barbaridades que se hacen para que encontremos tanta oferta, es comparable con el aumento de demanda de prostitución y las barbaridas que se hace para que no baje la oferta.
Ambas dos generan mucho dinero, muchísimo, y el hecho de torturar, asesinar y darle una vida miserable a tantos seres vivos, no es un impedimento.
El hecho de secuestrar, violar, torturar a mujeres tampoco.
La mayoría de las mujeres, no queremos prostituirnos y el porcentaje de mujeres que lo hacen por una "libre elección", no puede, ni quiere, absorber todo el volumen de demanda que hay.
Por eso nos cansamos de repetir, que sin prostitución, no hay trata, quedaría una prostituión residual, al igual, que sin consumo de carne, o un consumo residual y responsable, reduciría mucho la tortura innecesaria de animales. Si la gente no consumiera productos de origen animal para todas sus comidas, otro gallo cantaría.
SOBRE LA TRATA DE MUJERES PARA LA EXPLOTACIÓN SEXUAL
El tráfico de mujeres para la prostitución, y el uso de formas distintas de violencia para lograrlo, tiene muchos precedentes históricos. Sin embargo, en el actual tráfico de mujeres para la prostitución hay elementos nuevos. En primer lugar, la dimensión y magnitud de la trata de mujeres es nueva. Nunca se habían destinado tantas mujeres para el consumo sexual masculino. Si bien no existen cifras claras sobre la trata, “se estima que una de cada siete mujeres en prostitución ha sido víctima de trata sexual” . En segundo lugar, la trata es parte fundamental, en términos de beneficios, del universo de las economías ilícitas, sobre las que, en parte, se edifica el actual capitalismo global. En efecto, Manuel Castells inscribe el tráfico de mujeres y niñas para la explotación sexual en el marco de la economía criminal . En tercer lugar, la trata es un exponente de lo que Saskia Sassen denomina ‘lógicas de expulsión’, pues un millón y cuatrocientas mil mujeres y niñas son expulsadas de sus entornos familiares y culturales y arrojadas a otros contextos para que varones de todos los estratos sociales puedan acceder sexualmente a sus cuerpos. Y, en cuarto lugar, el tráfico de mujeres para la explotación sexual se está confirmando como una realidad social global que se alimenta de las estructuras patriarcales, capitalistas neoliberales y étnico-raciales. En efecto, la misoginia, la ilimitada obsesión por los beneficios económicos y su otra cara, la pobreza, además de las minorías oprimidas y los grupos vulnerables, están en el origen de la trata. Rosa Cobo Bedia