Hace unos días, por la mañana temprano, pasaba por una plaza céntrica bastante transitada, era la hora en que vamos normalmente hacia el trabajo, o a hacer la compra diaria o cualquier otra gestión administrativa, pues es la plaza principal donde está situado el ayuntamiento, los bancos, la policía… etc.
El caso es que allí en medio de la plaza me topé sin esperarlo con un gato que sujetaba entre sus garras a una paloma. Justo en el momento que pasaba yo el gato alzaba la cabeza con un montón de plumón blanco en la boca mientras se relamía para lograr deshacerse con la ayuda del viento de ese plumaje que se le pegaba a la lengua y los bigotes. Por la cantidad de plumas y plumón suelto alrededor de la escena se concluía fácilmente que acababa de librarse una cruel batalla durante la caza.
El gato era marrón claro, la paloma totalmente blanca, y aún viva logró zafarse un instante de las garras del gato, pero no logró levantar el vuelo. Debía estar ya algo herida, aunque aún no se veía la sangre por ningún lado, por lo que concluyo que estaba más bien paralizada por el horror y bajo la influencia hipnótica que suelen causar en sus presas los animales carnívoros. Yo pensé ¿cuanto tiempo duraría esa muerte?
Todos estábamos sorprendidos, algunos ostensiblemente horrorizados. Escuché a una mujer quejarse a su acompañante por no hacer nada por salvar a la paloma. El otro callaba, yo callaba, todos acabamos pasando de largo, incluida la mujer que se quejaba, sobre todo cuando vio como el gato se llevaba a la paloma a un lugar más oculto y reservado.
Una imagen así hace saltar todos los cimientos sobre los que está basada la civilización. La naturaleza animal es tremendamente perversa y atroz, basada en la terrible disyuntiva de morir o vivir matando. Y de vivir, en cualquier caso, siempre alertas y/o temerosos de la muerte y el dolor.
¿Qué es lo más ético en este caso?... ¿Salvar a la paloma quitándole al gato su alimento natural que ha logrado de forma natural?... ¿Alimentar a los gatos en los jardines o en casa con alimento proveniente también de la muerte industrial de cientos de otros animales?...
Llevando la lógica hasta sus últimas consecuencias, (sin apartar la mirada pues me atrevo a no olvidar y a meditar sobre el asunto para llegar a una conclusión consciente y responsalbe), y sin inventar excusas inconexas entre sí, uno acaba por concluir que lo mejor es no intervenir en la naturaleza animal, ni para bien para mal. Cualquier intromisión, para bien o para mal, supone inmiscuirnos en su karma de horror…