Estoy harta de tanta opulencia. La gente de mi alrededor consume sin ningún tipo de moderación. Me molesta el consumo en todos los ámbitos de la vida, pero si hay un ámbito en el que me molesta en sobremedida es en la alimentación. La gente de mi alrededor come por comer (no voy a entrar en lo que comen), a hartarse y sin hambre. Me duele ver restos de comida en el plato y tirar a medias aquello se ha empezado a comer con los ojos y con el estómago lleno. Y ahí queda la bolsita de patatas fritas abierta y con la mitad de ellas desparramadas por encima de la mesa, el melocotón del postre sólo mordisqueado, la lata de coca-cola abandonada casi enterita....
Estoy harta de asistir a reuniones de trabajo en las que lo más productivo es hincharse de galletas después de haber comido; de que me miren como a un bichito con plumas porqué diga: que no gracias, que no tengo hambre porqué acabo de comer, y que me contesten que eso se come sin hambre.
Así vamos. Unos hartándonos y otros muriéndose de miseria.