Os voy a contar un relato que demuestra que comer carne no es natural para el hombre.
En un pueblecito castellano se iba a celebrar la boda de Julia y Andrés al mejor estilo campestre, eran 120 invitados y ellos dos. Los novios propusieron dos menús, uno contenía como primer plato embutidos y patés y de segundo un guisado de cerdo y cordero, por lo contrario el segundo menú estaba compuesto por una parrillada de verduras como primer plato y lasaña de verduras como segundo plato. Don Joaquín, el padre de la novia y propietario del caserío donde se iba a celebrar el acontecimiento, era por naturaleza introspectivo y de buen corazón y porque no decirlo un poco coñon, y no se le ocurrió otra cosa que separar en dos grupos a los comensales, y lo haría según el menú que eligieran, para ello preparó dos largas mesas, una enfrente de la otra dejando entre ellas un pasillo de unos seis metros, delante de cada mesa y pegada a ella puso otras dos mesas más pequeñas como presidiendo cada mesa de comensales, y cuando se presentó el segundo plato no se le había ocurrido otra cosa que presentar en la mesa más pequeña la materia prima con la que se habían confeccionado ambos platos y en su forma más natural, en la primera mesa, en la que se consumía la lasaña de verduras presentó una gran cesta de mimbre llena de verduras recién cortadas del huerto, y en la otra presentó sobre una camilla de madera el cadáver de un cerdo y un cordero recién matados, estos aún estaban calientes y sangrando abundantemente, los comensales que comían la lasaña no alteraron su conducta, incluso se sintieron bien en compañía de aquellas hermosas verduras, por lo contrario los comensales que consumían el guisado de cerdo y cordero, se sintieron repugnados y empezaron a increpar al anfitrión, procurándole insultos del tipo ¡No hay vergüenza!, ¡Que asco!, ¡Como se atreven!, ¡Que cabr…! etc., y repugnados se levantaron y empezaban a abandonar la celebración, Don Joaquín alzó la voz y dijo; Porque os repugna vuestra propia barbarie, pues vosotros sois el motivo de ella, nosotros solo os la hemos mostrado y vosotros os escandalizáis e intentáis hacernos culpables, pero en realidad lo que no podéis soportar es aquello que no sois capaces de controlar, vuestros propios deseos.
Con todo el cariño
Ambarisa