Cabañeros es uno de los espacios naturales más emblemáticos de toda la Península Ibérica, símbolo del bosque mediterráneo y uno de los últimos espacios salvajes. En realidad y por desgracia, esto no es más que fachada y de la mala. Cabañeros, junto al vecino Parque Nacional de Monfragüe, son a día de hoy dos de los cotos privados de caza más exclusivos de España, donde tras triquiñuelas de todo tipo, los cazadores pueden dar rienda suelta a su enfermiza afición: matar animales. El Plan de Ordenación de Recursos Naturales prohíbe la caza comercial, sin embargo deja abierta la puerta a los "controles de población", y es tras este siniestro eufemismo desde donde parten todas las cacerías autorizadas tanto en Cabañero como en Monfragüe. Y la cuestión ya no solo es que se les permita cazar, es que además a los propietarios de las fincas y cotos de caza con terrenos dentro de estos Parques Nacionales se les permite cobrar por las cacerías en concepto de gastos de gestión y otro tipo de falsas justificaciones. Al final lo que queda, es que las prohibiciones son papel mojado, así como todas las supuestas medidas de conservación y protección de estos espacios ya que siempre hay excepciones a las leyes y normas restrictivas de carácter general. Por si no esto no fuera poco, los propietarios de fincas y cotos de caza en Parques Nacionales reciben una serie de pagas por parte del estado a modo de compensación por supuestamente no poder ejercer su actividad, pese a que la ejercen. Hecha la ley, hecha la trampa. Cabañeros a día de hoy, es un Parque Nacional secuestrado por cazadores, convertido en una cárcel plagada vallas cinegéticas donde estos señoritos de dudosa moralidad hacen y deshacen a su antojo, como se ha visto en numerosas ocasiones (y ahí está el caso de la mansión de lujo de los Aznar-Oriol, sin permisos ni nada).
Citar
