Una experiencia de alguien que fué:
En marzo, mi madre me envió un artículo escrito por Tony Wretch sobre Matavenero, un pueblo que estaba siendo repoblado en las montañas de León. Leí que sus habitantes seguían un estilo de vida muy respetuoso con el medio ambiente Inmediatamente, intenté contactar con alguien para visitarlo pero nunca conseguí respuesta a los dos dos correos electrónicos y el fax que envié. Seguí investigando y encontré un número de teléfono en Internet. Decidí intentarlo por última vez, llamé durante la única hora del día que reciben llamadas. Hablé con un chico y le dije que quería visitar Matavenero. Le pareció buena idea y me dijo que debía coger el autobús hasta Bembibre, después un taxi (por 10€) hasta San Facundo y después andar por el camino durante hora y media hasta llegar al pueblo. Nuestra conversación finalizó tras informarme de que necesitaría llevar un saco de dormir. No fue fácil entender al hombre con el que había hablado y no estaba muy segura de qué ciudad había dicho exactamente, además, era muy poca información, pero compré mi billete de autobús e hice mi mochila.
"Fue la experiencia más difícil
y gratificante de mi vida"
El autobús desde Madrid tardó cuatro horas y media hasta Bembibre. Esperé media hora a que viniera el taxi que me debía llevar a San Facundo. La carrera (el viaje en el taxi) duró veinte minutos y me costó 11€ (quizá un precio para turistas). No sabía exactamente dónde tenía que ir, pero cogí mi mochila (que pesaba 40 kilos) y fui por el único camino que iba en dirección a las montañas. El camino era de tierra y a cada paso se estrechaba más y más. Caminé durante un buen rato sin ver rastro alguno de civilización hasta que crucé un río y vi el primer indicio de que Matavenero estaba cerca aunque eso no quería decir que hubiera llegado. El sendero continuaba su camino y la naturaleza lo encajonaba haciéndolo angosto y estrecho. Me sentía feliz e independiente. A menudo me paraba a descansar y me imaginaba cómo sería ese pueblo que ansiaba conocer. Estaba descansando sobre el borde de una montaña cuando olí el humo de una fogata. No puedo expresar la felicidad y el alivio que sentí en ese momento. Al lado de la montaña había casas de madera y algunos edificios en ruinas. Las paredes de piedras estaban cubiertas de musgo y todos los caminos eran de tierra. Podría oír el rumor del agua y había canales de agua fresca al lado de los senderos. Había tardado tres horas en llegar desde que me dejó el taxi al pie del sendero, recorrer el sendero hasta el pueblo había sido duro, pero la vista era impresionante desde el lugar en el que me encontraba. El único signo que mostraba presencia humana en el paisaje eran unos molinos al otro lado del valle.
"Caminé tres horas con mi mochila de
cuarenta kilos antes de llegar a Matavenero"
Las primeras personas que encontré me ofrecieron té y me explicaron que la fogata que había olido al llegar era un fuego de paz (estuvo ardiendo durante catorce días sin parar pero, al final, los elementos meterológicos lo apagaron). Me explicaron que podría dormir en La Cocina Común con otros visitantes. La tienda del pueblo estaba cerrada indefinidamente y no había comida para comprar. Esta noticia me resultó un poco incómoda porque sólo había llevado tres latas de atún, algunas barras de cereales y una botella de Pacharán en señal de agradecimiento por la acogida. Cuando la abrimos, un chico dijo que la bebida era “peligrosamente buena”.
No tenía que preocuparme por mi comida de la semana, porque todo el mundo era muy generoso. A cambio, yo intentaba limpiar y ayudar cuanto podía. Las horas de comer en Matavenero son las típicas de España, pero es importante decir que la hora, en sí misma, no tiene mucha importancia en Matavenero. Como muestra, un botón: uno de mis días allí, una persona preguntó al grupo, qué hora era; como nadie respondió, preguntó si alguien tenía un reloj, y todos rieron mucho.
"Sólo tenía tres latas de comida y
no había ninguna tienda para comprar"
Un día, anduve durante treinta minutos al pueblo más cerca, Poibueno con algunos habitantes de Matavenero. Allí hay una iglesia en ruinas y sólo viven ocho habitantes. Fuimos a comprar leche, yogur y queso a los lecheros que, por cierto, sólo tenían cinco litros de leche, fresca y con nata (deliciosa). Cenamos con los lecheros con el vino y queso que habíamos llevado nosotros y el pan, aceitunas, leche y flan que tenían ellos. ¡Fue una cena espectacular! El camino de vuelta a casa duró más tiempo porque era cuesta arriba y se nos hizo de nochel. Yo tenía una linterna, pero mi amigo prefería andar con la luz de la luna en el silencio de la naturaleza.
Dormía en “La Cocina Común” que tenía muchas literas para dormir y también una estufa de madera para cocinar. El único problema era el frío y, las veces que hacíamos un fuego, toda la habitación se llenaba de humo. Los servicios estaban fuera de los edificios y había cinco en el pueblo. Son letrinas y los habitantes usan el compost para fertilizar después de pocos años de descomposición. Casi nadie tiene electricidad en Matavenero, pero las personas que lo desean tienen electricidad solar. Es curioso pero, por lo general, los habitantes no tienen agua caliente aunque en las casas que tienen baños, hay aparatos para calentar el agua.
"El dinero en el pueblo
no tiene mucho valor"
Los habitantes de Matavenero tienen diferentes animales domésticos allí, entre los que se incluyen perros, gatos, burros y vacas. La gente no es totalmente independiente del mundo exterior, pero cultiva gran parte de su comida. Generalmente, salen del pueblo para ganar dinero aunque, en el pueblo, no es muy importante y se prefieren otras formas de comercio como, por ejemplo, el trueque. El jueves es el día de trabajo común. Todo el mundo tiene que trabajar para el beneficio de la comunidad. Una de las cosas más interesantes de Matavenero es la combinación de culturas. En la comunidad de vecinos hay, sobre todo, españoles y alemanes y esta mezcla proporciona una gran ventaja para las personas allí. Casi todo el mundo habla inglés, alemán y español, o a lo menos dos de los tres idiomas. Incluso, hay niños en el pueblo que también están aprendiendo portugués.
"Todo el mundo rió cuando
pregunté la hora"
Durante mi estancia en este excepcional enclave, mantuve interesantes conversaciones con gente muy diferente en Matavenero para conocer su ideología sobre la vida y también sus razones para vivir fuera de la “civilización”. Sólo dos personas habían vivido en el pueblo desde la rehabilitación de la localidad en septiembre de 1989 y ellos siempre estaban muy ocupados, por lo que no era fácil charlar con ellos. Hablé con un visitante que estaba haciendo el Camino de Santiago y que había vivido en el pueblo algunos años antes. Dijo que una de las características más importantes de Matavenero es que es un pueblo y no una comuna. Me dijo que las decisiones del pueblo son tomadas en un consejo (ellos lo llamaban mitin) cada miércoles (o cada dos miércoles). Todos los habitantes pueden ir al consejo y discutir sobre los temas y después, y votar. El consejo tiene como objetivo decidir las cosas de la comunidad. Llegados a este punto es importante decir que la gente de Matavenero suele tener sus propias cosas y no todo es comunal, es decir, la propiedad privada existe. Hablé también con un español que lleva viviendo en el pueblo desde hace un año. Él dejo la ciudad y llegó a Matavenero con muy poco dinero. No le gusta la ciudad por el espíritu consumista y la basura que ello genera. Piensa que, en las ciudades, hay demasiada gente y no es una buena manera de vida. También hablé con un alemán que no ha nacido en Matavenero pero fue a vivir allí con su familia cuando tenía 9 años. Me contó que, con dieciséis años, salió hacia Alemania para aprender carpintería y ahora con veintitantos está viviendo otra vez en el pueblo. Le gusta mucho la idea de hacerse él mismo todo lo que necesita. Necesita comer, entonces, cultiva comida. Necesita un hogar, entonces, construye una casa. Piensa que no es justo pagar impuestos para vivir en un lugar.
Generalmente, los niños del pueblo, tienen interés para experimentar la vida fuera de la comunidad, pero, poco a poco, cuando son mayores y se aburren de la ciudad regresan buscando la vida natural que impera en Matavenero. Lo que tienen todos los habitantes en común es que todos aprecian la naturaleza y quieren vivir en paz.
Mi experiencia en Matavenero supuso un viaje introspectivo que me ha enseñado a ser más independiente y más autosuficiente. De ellos he obtenido un sentimiento de libertad y fuerza interior que me ayuda en mi vida diaria.
Para los estudiantes que quieran visitar Matavenero...
· Llamad al 987 693 216 entre las 19h30-20h30 o escribid a:
Matavenero
Lista de Correos
24300 Bembibre León
· Traed algo para compartir; instrumentos, vino o un alcohol especial, tabaco y papeles (si fuman), frutas (especialmente con vitamina C), o carne.
· Otras cosas útiles; 2 mecheros (que funcionen), papel higiénico, comida
básica, café, una navaja, pasta de dientes, y una brújula.
· No llevéis alcohol o drogas fuertes o máquinas que funcionen con petróleo.
· Y claro... si queréis saber más de mis experiencias, podéis escribirme un correo-e: emdamon@ualr.edu
Necesitaréis llevar buenos zapatos, ropa de abrigo, un poco de comida, una toalla, un saco de dormir, fuerza interior y muy buena actitud. Es importante a saber que el viaje no va a ser fácil. Hay que tener mucho interés y estar muy motivado para disfrutar de una experiencia muy positiva.
Maya Damon
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