El profesor de ética de la Universidad de Deusto Xabier Etxeberria, figura de referencia en el tema de las victimas del terrorismo señala en su trabajo "Sobre la tortura, perspectiva ética y propuesta pedagógica":«la tortura no se ha desterrado, se ha hecho secreta. Y esto ha supuesto ciertos agravamientos», uno de los cuales es que si el torturador «es inteligente como para no dejar huellas, si está `bien protegido por el sistema', nadie sabrá lo que ha hecho, nadie le pedirá cuentas, el torturado no tendrá a quién reclamar. Este secretismo, por un lado, garantiza la impunidad del torturador y, por otro, deja sumida a la víctima en el mayor desamparo no sólo en el momento de ser torturada, sino en el momento de reclamar la justicia y la reparación debida por lo que se le ha hecho».
Ante ello, subraya la importancia de continuar la batalla por desterrar la tortura, y recomienda tratar de «hacerla pública, de hacer que se sepa, de airearla con vigor, no sólo para que se acabe con la impunidad de los torturadores, sino para que haya una verdadera regeneración democrática y especialmente para que las víctimas puedan tener la justicia y reparación debidas».
Para conseguir dicho objetivo, Xabier Etxeberria propone como criterio «que se reconozca que se da al menos tanta tortura como la que viene avalada por las decisiones judiciales y por organismos internacionales de probada honestidad e imparcialidad» (menciona a Amnistía Internacional, el CPT del Consejo de Europa, el CAT y el Relator para la Tortura de la ONU...), y también por «organismos locales de similar imparcialidad probada».7