Por un lado, totalmente comprensible en cuanto al uso de recursos, cada entidad establece sus prioridades de actuación y no hay nada reprochable en ello, además, los objetivos de Greenpeace me parecen igualmente loables.
Por otro lado, el final del documento atufa un poco a no querer mojarse, pues de sobras es sabida la implicación de la ganadería en lo que llaman cambio climático y hasta hace bien poquito, escasos meses, no se ha visto ningún posicionamiento de las grandes entidades ecologistas (gp entre otras) en favor de una alimentación vegetariana o de una reducción del consumo de productos animales, y aun así, ha sido muy tímida.