Aprovecho tu reflexión para añadir un párrafo extraído de la web
Ojos Veganos, que trata el tema del lenguaje y el especismo:
Poco a poco y sin que reparemos en que todos esos prejuicios están configurando el filtro por el que consideraremos a los demás animales, vamos asumiendo como “natural”, entre otras, la idea de “animal” como recurso.
Un papel significativo en este proceso lo jugará el lenguaje, quien facilitará el establecimiento de una barrera que se nos muestra como infranqueable entre ellos y nosotr@s: animales/personas (bestias, fieras o incluso máquinas/personas, según el momento histórico). Esta barrera se afianzará a través de múltiples métodos mediante los cuales se pretende enmascarar la realidad, como pueda ser la utilización de recursos de carácter eufemístico tales como el modo de denominar a los hechos: alimentos en lugar de cadáveres (cuando nos referimos a partes de animales muertos); carne en lugar de músculos; viviseccionar el lugar de seccionar a alguien en vivo; sacrificar, pescar, cazar en lugar de asesinar, etc. Contribuirá sin duda el asociar a determinados animales no humanos a cualidades despreciadas por parte de l@s human@s utilizando términos que hacen referencia a ell@s como insultos: puerc@, cerd@, cochin@/ suci@; perr@/put@, vag@, holgaz@n; rata/tacañ@... (algo muy empleado incluso en la guerra psicológica para amedrentar al enemigo, generar odio hacia él y excluirlo del círculo de consideración moral de quien lo pretende). El cine, la televisión, la literatura, etc, aportarán la asociación de determinados animales con ambientes lúgubres, sórdidos, sucios, tenebrosos; con historias de terror, de pánico; con catástrofes, etc, generando hacia ellos aprensión, miedo, desconfianza... (Piraña, Tiburón...). Por contra, y en todos los supuestos mencionados la situación se produce también a la inversa con respecto a otros animales no humanos que se nos muestran como "simpáticos", "graciosos", "adorables", según apreciaciones arbitrarias realizadas por individuos de nuestra especie y en función de las sociedades en las que se hayan educado (y que desde luego no guardan la más mínima relación con la capacidad a considerar cuando se trata de respetar el interés por disfrutar de su vida de alguien sin que se le utilice, es decir, con la sintiencia). De este modo se establecen nuevas barreras entre unos animales (no humanos) y otros, que darán lugar a lo que se denomina "especismo de la preferencia" (en sociedades occidentales generalmente el perro es bueno, noble, bonito/la rata es mala, traicionera, fea). Incidir como muestra de la arbitrariedad que se esconde tras la manipulación del lenguaje para dirigir conductas según los intereses que alberguen, en el hecho de que un mismo término se utilizará a conveniencia de los interesados bien como insulto o bien envuelto en connotaciones sentimentales (podemos continuar con uno de los ejemplos citados, el de perro), al tiempo que los individuos que pertenecen a dicha especie continuan siendo los mismos.