Yo creo que eso nos ha pasado a todos. No sabría decir si es un rechazo psicosomático, o puramente físico,quizá primero lo uno, y después lo otro. Una vez que asumes e interiorizas el horror que supone consumir pedazos de animales asesinados tu cabeza se niega a aceptar como alimento ese tipo de productos. Más tarde, tu cuerpo se habitua a una alimentación vegetariana y tu organismo rechaza de lleno cualquier trozo de cadáver que le quieras dar, a veces incluso la visión de un filete puede dar arcadas, o el olor de un asador, o de un bocata de calamares.
Por cierto, en vez de alitas de pollo, para casos de apuro, hay muchas variedades de bolsas de verduras congeladas, que puedes mezclar por ejemplo con un tarrito de arroz de esos que se calientan un min. en el microondas.