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Pride
Mi madre me ha invitado a comer a casa. Se ha gastado un bono que le concedieron en el trabajo en medio kilo de lentejas, un kilo de caraotas (judías negras) y medio kilo de soya texturizada. Me ahorro las explicaciones de cómo es que un bono laboral solo da para eso; creo que son ya de sobra conocidas. Mi madre ha fallado en muchas cosas, según he podido contar innúmeras veces en el saturadísimo hilo de "aaarrggh", pero ello no es óbice para que siga teniendo el complejo de mamitis. Cosa que yo no hubiera permitido, de ningún modo toleraría que ella se gastase tres mil bolívares en medio kilo de soya texturizada. Pero vengo a celebrar lo más patético que se me hubiera podido ocurrir en mucho tiempo: después de meses sin probarlo, me he podido comer un plato de lentejas, arroz, soya texturizada y plátano frito, hecho por mi madre.
Les contaré un secreto. Cuando vengo a lloriquearles que se han caído a palos en medio de una borrachera que acabó estrepitosamente mal, les escondo que me regocijo lamiéndole la cara a mi madre y besando su nariz, como un cachorro, hábito que tengo desde niño y que jamás se me ha quitado.
Sí, también tengo mi lado cursi. Que explayo aquí en lugar de en Facebook para que cierta gente cercana y afín a mí no me haga bullying, por meloso.
Pero a lo que iba: las mejores lentejas que me he podido comer en mucho tiempo.