Iniciado por
Walkiria
Cuando yo era adolescente trabajé de voluntaria en una residencia de mujeres con graves problemas de nacimiento, allí había niñas con unas deformaciones espantosas. Niñas que se pasaban el día postradas en una silla de ruedas sin hacer absolutamente nada porque no había recursos para atenderlas debidamente. La primera vez que ibas ahí salías llorando, porque era espantoso. Recuerdo cuando una de esas niñas murió, con tan sólo cinco años. Se llamaba Vera, tenía una hidrocefalia severísima, su cabeza era enorme, impresionaba muchísimo, además no podía andar, ni hablar, ni oír. Cuando Vera murió me sentí feliz. Porque ésa no era vida, era estar atrapada en tu cuerpo, no puedo imaginar un castigo peor. Y como ella, todas las otras niñas. Abandonadas por sus familias (de hecho, presencié el día en que dejaron a una allí, Camila, y cómo llamaba a sus padres, aún se me parte el alma cuando lo recuerdo, y habrán pasado 20 años). Abandonadas en una habitación. Se les daba de comer, cambiaba el pañal de vez en cuando, y punto. Eso era todo. No había tiempo para más. No había dinero. No había gente.
Ése era el infierno en la tierra.