Iniciado por
dso
Hace muchos años de esto... Como andaba mal de pasta y de espacio, vendí a una librería cerca de un centenar de libros. No había pasado ni una semana cuando, en un foro de literatura en el que escribía de vez en cuando (en los tiempos de Usenet, que no habia mucho donde elegir), un tipo preguntaba dónde podía encontrar un libro descatalogado que tenía muchas ganas de leer.
Era Fantasmas, de Dean Koonz, uno de los libros que había vendido.
Me fui a la librería, lo recompré y se lo envié por correo al chico que lo estaba buscando. El se sorprendió de que se lo regalara, porque no lo conocía de nada, pero creo que no lo hice por él, sino por el libro. Era malo con ganas, y no lo iba a volver a leer, pero me había desprendido de él como si no me importara nada, como si fuera un espejo en el que no quisieras volver a reflejarte.
Me sentí muy mal. No lo he vuelto a hacer y, cuando me tenga que deshacer de libros (antes o después me tocará), no los venderé. Buscaré alguien que los aprecie, no que comercie con ellos. Es lo mínimo que se merecen.