margaly
28-mar-2008, 12:26
Animales puros e impuros: ¿por qué?
Entre los temas tratados en la porción de la Torá de esta semana, hay uno que es particularmente intrigante, a saber: las reglas referentes a los animales puros e impuros (cap.11). Según lo fijado en el libro del Levítico (cf. también Deuteronomio 14:3-21), Yahveh le permitió a los israelitas comer sólo de ciertos animales con características físicas muy específicas. Por ejemplo, en el caso de los animales terrestres: ``cualquier animal de pezuña partida, hendida en mitades y que rumia'' (11:3), y en el caso de los animales acuáticos, aquellos ``que viven en el agua... cuantos tienen aletas y escamas sea de mar o río'' (11:9). Sin embargo, en el caso de las aves, y a diferencia de los dos casos anteriores, sólo se hace mención de las ``aves inmundas'' que no se podrán comer ``por ser abominación'' (11:13-19), sin especificar las características físicas de las aves permitidas. Y, finalmente, la última categoría de animales es la de los bichos alados, según la cual le están permitidos a Israel comer ``aquellos que además de sus cuatro patas tienen zancas (según versiones; en hebreo: ``no tienen zancas'') para saltar con ellas sobre el suelo'' (11:21).
A pesar de lo detallado de la lista de animales puros e impuros, la Torá no explica en ningún lugar las razones de estas regulaciones, sino antes bien sobre el propósito de las mismas, a saber: la santidad. Según está escrito: ``No os hagáis inmundos con ninguna clase de bicho que se arrastra, ni os hagáis impuros con ellos, para que no os contaminéis por su causa. Porque yo soy Yahveh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo (...) Pues yo soy Yahveh, el que os he subido de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Sed, pues, santos porque yo soy santo'' (11:43-45). Según el teólogo moderno Seymour Siegel, entonces, ``podemos definir la kashrut (en hebreo, ``las regulaciones dietéticas'') como parte del intento del judaísmo de santificar el acto de comer, puesto que nos enseña a reverenciar la vida'' (Los preceptos alimentarios de la ley judaica. Su significado para nuestro tiempo [Buenos Aires: Consejo Mundial de Sinagogas, 1965] p. 16).
Sin embargo, el propósito de las leyes no aclara la lógica de las reglas mismas. ¿Por qué ciertos animales fueron declarados puros y otros impuros? ¿Por qué está permitido comer la vaca o la cabra, mientras que el cerdo está prohibido?
Para un creyente, la ausencia de razones para el cumplimiento de las reglas dietéticas no es necesariamente un problema, sino paradójicamente, una ventaja. Según el rabino Najum Braverman: ``¿Por qué las leyes de kashrut son jukim? (es decir, ``reglas sin justificación'' [A. R.]). Tanto las leyes de kashrut como las leyes de las relaciones prohibidas son jukim. Noten que ambas leyes son áreas donde las necesidades físicas del hombre más poderosas, toman lugar. Cuando el hombre va detrás de la comida y el sexo, es difícil ser completamente objetivo. Es por eso que si las bases de las leyes de kashrut o de las leyes de las relaciones prohibidas fuesen aparentes, el hombre siempre trataría de encontrar razones de por qué se le debería permitir en esta u otra ocasión complacer sus deseos. Una vez que la obligación pasa al reino de la lógica, el ser humano puede venir con muchas formas de lógica rebuscada para racionalizar lo que quiere hacer (...) Cuando una mitzvá pertenece a los jukim, la puerta para la racionalización está cerrada. O algo está permitido o está prohibido. No hay lugar para el debate o la subjetividad del razonamiento del hombre.'' (http://www.aish.com/espanol/entendiendo_el_judaismo)
Sin embargo, y a diferencia de esta estrategia, desde la misma antigüedad hasta nuestros días, los estudiosos no han cejado en su intento de encontrar alguna racionalidad por detrás de las reglas dietéticas. El ejemplo más antiguo conocido se halla presente en el libro apócrifo Carta de Aristeas, probablemente escrito en Alejandría a finales del siglo II a.e.c. De acuerdo a este antiguo pensador, y siguiendo los principios exegéticos de la interpretación alegórica, las regulaciones dietéticas habrían sido concebidas con el propósito de enseñar al creyente la manera correcta de comportarse en la vida por medio del simbolismo implícito en los animales permitidos y prohibidos.
Un ejemplo en este sentido lo vemos en la manera en que el autor explicaba las reglas concernientes a las aves: ``Porque las aves que usamos son todas domésticas y se distinguen por su pureza y se alimentan de granos y legumbres, como las palomas, tórtolas (...) En cuanto a las aves prohibidas, te encontrarás con animales salvajes y carnívoros que someten por la fuerza a los demás y se alimentan consumiendo brutalmente a los domésticos que acabamos de mencionar; y no para ahí la cosa, sino que echan la zarpa sobre los corderos y los cabritos y atacan violentamente incluso a los hombres vivos y muertos. Por medio de estas prescripciones, el declararlas impuras significó que aquellos para los que está puesta la ley deben usar la justicia en su dominio interno y no oprimir ni quitar nada a nadie fiados de su propia fuerza, sino dirigir desde la justicia los asuntos de la vida al igual que los animales domésticos de entre los susodichos volátiles se alimentan de legumbres y no oprimen destruyendo a los de su especie. Así que, por medio de ellos, el legislador dio a entender a los inteligentes que había que ser justo y no realizar nada por la fuerza ni oprimir a los otros basándose en el propio poder'' (144-148) (Apócrifos del Antiguo Testamento II [A. Diez Macho ed.; Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983] p. 41).
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Entre los temas tratados en la porción de la Torá de esta semana, hay uno que es particularmente intrigante, a saber: las reglas referentes a los animales puros e impuros (cap.11). Según lo fijado en el libro del Levítico (cf. también Deuteronomio 14:3-21), Yahveh le permitió a los israelitas comer sólo de ciertos animales con características físicas muy específicas. Por ejemplo, en el caso de los animales terrestres: ``cualquier animal de pezuña partida, hendida en mitades y que rumia'' (11:3), y en el caso de los animales acuáticos, aquellos ``que viven en el agua... cuantos tienen aletas y escamas sea de mar o río'' (11:9). Sin embargo, en el caso de las aves, y a diferencia de los dos casos anteriores, sólo se hace mención de las ``aves inmundas'' que no se podrán comer ``por ser abominación'' (11:13-19), sin especificar las características físicas de las aves permitidas. Y, finalmente, la última categoría de animales es la de los bichos alados, según la cual le están permitidos a Israel comer ``aquellos que además de sus cuatro patas tienen zancas (según versiones; en hebreo: ``no tienen zancas'') para saltar con ellas sobre el suelo'' (11:21).
A pesar de lo detallado de la lista de animales puros e impuros, la Torá no explica en ningún lugar las razones de estas regulaciones, sino antes bien sobre el propósito de las mismas, a saber: la santidad. Según está escrito: ``No os hagáis inmundos con ninguna clase de bicho que se arrastra, ni os hagáis impuros con ellos, para que no os contaminéis por su causa. Porque yo soy Yahveh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo (...) Pues yo soy Yahveh, el que os he subido de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Sed, pues, santos porque yo soy santo'' (11:43-45). Según el teólogo moderno Seymour Siegel, entonces, ``podemos definir la kashrut (en hebreo, ``las regulaciones dietéticas'') como parte del intento del judaísmo de santificar el acto de comer, puesto que nos enseña a reverenciar la vida'' (Los preceptos alimentarios de la ley judaica. Su significado para nuestro tiempo [Buenos Aires: Consejo Mundial de Sinagogas, 1965] p. 16).
Sin embargo, el propósito de las leyes no aclara la lógica de las reglas mismas. ¿Por qué ciertos animales fueron declarados puros y otros impuros? ¿Por qué está permitido comer la vaca o la cabra, mientras que el cerdo está prohibido?
Para un creyente, la ausencia de razones para el cumplimiento de las reglas dietéticas no es necesariamente un problema, sino paradójicamente, una ventaja. Según el rabino Najum Braverman: ``¿Por qué las leyes de kashrut son jukim? (es decir, ``reglas sin justificación'' [A. R.]). Tanto las leyes de kashrut como las leyes de las relaciones prohibidas son jukim. Noten que ambas leyes son áreas donde las necesidades físicas del hombre más poderosas, toman lugar. Cuando el hombre va detrás de la comida y el sexo, es difícil ser completamente objetivo. Es por eso que si las bases de las leyes de kashrut o de las leyes de las relaciones prohibidas fuesen aparentes, el hombre siempre trataría de encontrar razones de por qué se le debería permitir en esta u otra ocasión complacer sus deseos. Una vez que la obligación pasa al reino de la lógica, el ser humano puede venir con muchas formas de lógica rebuscada para racionalizar lo que quiere hacer (...) Cuando una mitzvá pertenece a los jukim, la puerta para la racionalización está cerrada. O algo está permitido o está prohibido. No hay lugar para el debate o la subjetividad del razonamiento del hombre.'' (http://www.aish.com/espanol/entendiendo_el_judaismo)
Sin embargo, y a diferencia de esta estrategia, desde la misma antigüedad hasta nuestros días, los estudiosos no han cejado en su intento de encontrar alguna racionalidad por detrás de las reglas dietéticas. El ejemplo más antiguo conocido se halla presente en el libro apócrifo Carta de Aristeas, probablemente escrito en Alejandría a finales del siglo II a.e.c. De acuerdo a este antiguo pensador, y siguiendo los principios exegéticos de la interpretación alegórica, las regulaciones dietéticas habrían sido concebidas con el propósito de enseñar al creyente la manera correcta de comportarse en la vida por medio del simbolismo implícito en los animales permitidos y prohibidos.
Un ejemplo en este sentido lo vemos en la manera en que el autor explicaba las reglas concernientes a las aves: ``Porque las aves que usamos son todas domésticas y se distinguen por su pureza y se alimentan de granos y legumbres, como las palomas, tórtolas (...) En cuanto a las aves prohibidas, te encontrarás con animales salvajes y carnívoros que someten por la fuerza a los demás y se alimentan consumiendo brutalmente a los domésticos que acabamos de mencionar; y no para ahí la cosa, sino que echan la zarpa sobre los corderos y los cabritos y atacan violentamente incluso a los hombres vivos y muertos. Por medio de estas prescripciones, el declararlas impuras significó que aquellos para los que está puesta la ley deben usar la justicia en su dominio interno y no oprimir ni quitar nada a nadie fiados de su propia fuerza, sino dirigir desde la justicia los asuntos de la vida al igual que los animales domésticos de entre los susodichos volátiles se alimentan de legumbres y no oprimen destruyendo a los de su especie. Así que, por medio de ellos, el legislador dio a entender a los inteligentes que había que ser justo y no realizar nada por la fuerza ni oprimir a los otros basándose en el propio poder'' (144-148) (Apócrifos del Antiguo Testamento II [A. Diez Macho ed.; Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983] p. 41).
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