Mowgli
27-feb-2008, 11:25
Dieta contra la astenia primaveral
La revisión de la dieta es fundamental para asegurar que el organismo esté bien nutrido con el fin de estimular el sistema de defensas y combatir los síntomas.
La astenia se puede definir como una sensación de debilidad física y de cansancio intenso que experimenta la persona y se mantiene durante meses. Puede ser síntoma de enfermedades orgánicas o psicológicas, y puede estar provocada por factores externos, como el estrés, la sobrecarga laboral, la hiperactividad o el sobreentrenamiento deportivo.
Durante la primavera, numerosas personas experimentan una serie de síntomas comunes de caracter leve, como la sensación de debilidad, de cansancio, de falta de vitalidad y de fuerzas, dificultad de concentración y trastornos de la memoria, trastornos del sueño y alteraciones del apetito. A pesar de su elevada incidencia, la astenia primaveral es de carácter leve y remite al cabo de pocos días. Aunque no existen motivos de alarma si los síntomas no son secundarios a una enfermedad, esta sensación de fatiga que acompaña durante gran parte del día, reduce notablemente la capacidad para realizar cualquier tarea, por lo que conviene anticiparse a la situación o combatir los síntomas.
La causa no está del todo clara y se atribuye al cambio climático e incluso a los procesos alérgicos tan frecuentes durante esta época del año, de ahí que a este síndrome se le haya definido popularmente como "astenia primaveral". La incidencia de esta afección se ha multiplicado en las últimas décadas, y casi el 2% de la población sufre en algún momento de su vida los efectos de la astenia.
Ante los cambios de estación es muy importante cuidar lo que comemos para fortalecer nuestro sistema inmune.
Algunos signos nos advierten que nuestras defensas se encuentran bajas: Los fumadores pueden tener dolor de garganta dando la impresión de estar cogiendo un resfriado que al final no llega, pueden aparecer pupas en los labios, cansancio mayor de la habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin haber hecho ejercicio, debilidad del cabello...
El tratamiento dietético acertado
El mejor tratamiento y el más efectivo de la astenia primaveral es la prevención.
Los expertos coinciden en señalar que la clave para combatir y prevenir la astenia primaveral es mantener unos hábitos de vida saludables. En este sentido, es aconsejable: llevar un ritmo de vida ordenada, respetar las horas de sueño, mantener unos horarios fijos para acostarse y levantarse, realizar ejercicio físico moderado y llevar una dieta saludable y equilibrada.
La revisión de la alimentación es una condición fundamental para que el organismo extraiga de los alimentos los nutrientes que necesita con el fin de estimular el sistema de defensas y combatir los síntomas.
- La dieta tiene que estar enriquecida en vitaminas y minerales, nutrientes que participan en funciones diversas del sistema nervioso y de defensas y cuya deficiencia tiene una relación directa con nuestro estado de ánimo y de salud. En conjunto, la dieta puede ser marcadamente vegetariana, aunque sin obviar los alimentos de origen animal. Abundarán las frutas, las ensaladas y las verduras combinadas con farináceos (arroz, pasta, legumbre, patatas...) o como ingrediente de los platos de carne, pescado o huevos.
- Las comidas a lo largo del día tienen que mantener un ritmo y un orden. Interesa distribuir la alimentación en 5 tomas si pasan más de cuatro horas de una a otra. No pueden faltar el desayuno, el almuerzo, la comida, la merienda y la cena.
- El desayuno será consistente y aportará energía suficiente para poder mantener el ritmo de tareas que se presentan durante la mañana. Las sustancias excitantes como el café o el té se pueden sustituir por los equivalentes sin cafeína o por preparados solubles a base de cereales (malta, achicoria...). Los alimentos como el pan o derivados (galletas, cereales, pan tostado, de molde...) son básicos y se preferirán los integrales que aportan más fibra y mayor densidad nutritiva. Una fruta fresca rica en vitamina C compensa parte de las necesidades aumentadas de este nutriente, y se puede elegir entre: naranja al natural o en zumo, zumo de pomelo, mandarinas, fresas, kiwi o piña. Si se omite la fruta en el desayuno, ésta se reserva como aperitivo a media mañana.
- Entre horas, se puede tener optar por alimentos de mayor densidad en vitaminas y minerales: frutas diversas, jugos de hortalizas o de frutas, frutos secos, sandwich vegetales, macedonia de frutas y yogur, batidos de fruta y leche, etc
- Las comidas y las cenas estarán marcadas por la abundancia de los vegetales. Comenzar cada comida por un caldo vegetal, un puré de verduras caldoso o una ensalada variada es una buena elección. Los alimentos proteicos (carnes, pescados o huevos) no deben faltar al menos una vez al día, y pueden ser el complemento de una comida o una cena equilibrada. Terminar o comenzar las comidas con una ración de frutas es todo un acierto. El café de la sobremesa encuentra un sustituto más acertado en las infusiones digestivas o relajantes.
- Las cenas serán más ligeras y se tomarán al menos dos horas antes de acostarse, para que la digestión no interfiera con el sueño, y éste pueda ser reparador. Una cena a base de un caldo vegetal o un puré clarito, una ensalada completa junto con un postre constituye una alternativa saludable para varios días. Se puede preparar una sabrosa, exquisita y nutritiva ensalada a base de: hojas de lechugas diversas, escarola, endivias, espinacas, hierba de los canónigos, cebolla, pepino, ajo espolvoreado, zanahoria, remolacha, tomate, espárragos, vegetales germinados... Cuanta más variedad de hortalizas y verduras incluya la ensalada mayor es la riqueza nutritiva, y esto se traduce en mayor vitalidad y energía. Como complemento del aliño, la levadura de cerveza, las semillas de sésamo u otros complementos dietéticos, además de enriquecer en vitaminas y minerales los platos, proporcionan agradables sabores.
- Mantener el cuerpo bien hidratado es fundamental para contribuir al buen desarrollo de las distintas funciones orgánicas. De esta manera, se favorece la función renal e intestinal y el organismo no se sobrecarga de sustancias de desecho. Disponer de una botella de agua en un lugar fresco y bien visible es la mejor forma de obligarse a tomar la cantidad de agua necesaria. Esto se puede complementar con infusiones, zumos y jugos de hortalizas y frutas.
En determinadas ocasiones, el consumo de una dieta variada no es suficiente, y es preciso recurrir a un aporte vitamínico o mineral complementario, siempre bajo el asesoramiento profesional.
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/enfermedad/2003/04/04/59667.php
La revisión de la dieta es fundamental para asegurar que el organismo esté bien nutrido con el fin de estimular el sistema de defensas y combatir los síntomas.
La astenia se puede definir como una sensación de debilidad física y de cansancio intenso que experimenta la persona y se mantiene durante meses. Puede ser síntoma de enfermedades orgánicas o psicológicas, y puede estar provocada por factores externos, como el estrés, la sobrecarga laboral, la hiperactividad o el sobreentrenamiento deportivo.
Durante la primavera, numerosas personas experimentan una serie de síntomas comunes de caracter leve, como la sensación de debilidad, de cansancio, de falta de vitalidad y de fuerzas, dificultad de concentración y trastornos de la memoria, trastornos del sueño y alteraciones del apetito. A pesar de su elevada incidencia, la astenia primaveral es de carácter leve y remite al cabo de pocos días. Aunque no existen motivos de alarma si los síntomas no son secundarios a una enfermedad, esta sensación de fatiga que acompaña durante gran parte del día, reduce notablemente la capacidad para realizar cualquier tarea, por lo que conviene anticiparse a la situación o combatir los síntomas.
La causa no está del todo clara y se atribuye al cambio climático e incluso a los procesos alérgicos tan frecuentes durante esta época del año, de ahí que a este síndrome se le haya definido popularmente como "astenia primaveral". La incidencia de esta afección se ha multiplicado en las últimas décadas, y casi el 2% de la población sufre en algún momento de su vida los efectos de la astenia.
Ante los cambios de estación es muy importante cuidar lo que comemos para fortalecer nuestro sistema inmune.
Algunos signos nos advierten que nuestras defensas se encuentran bajas: Los fumadores pueden tener dolor de garganta dando la impresión de estar cogiendo un resfriado que al final no llega, pueden aparecer pupas en los labios, cansancio mayor de la habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin haber hecho ejercicio, debilidad del cabello...
El tratamiento dietético acertado
El mejor tratamiento y el más efectivo de la astenia primaveral es la prevención.
Los expertos coinciden en señalar que la clave para combatir y prevenir la astenia primaveral es mantener unos hábitos de vida saludables. En este sentido, es aconsejable: llevar un ritmo de vida ordenada, respetar las horas de sueño, mantener unos horarios fijos para acostarse y levantarse, realizar ejercicio físico moderado y llevar una dieta saludable y equilibrada.
La revisión de la alimentación es una condición fundamental para que el organismo extraiga de los alimentos los nutrientes que necesita con el fin de estimular el sistema de defensas y combatir los síntomas.
- La dieta tiene que estar enriquecida en vitaminas y minerales, nutrientes que participan en funciones diversas del sistema nervioso y de defensas y cuya deficiencia tiene una relación directa con nuestro estado de ánimo y de salud. En conjunto, la dieta puede ser marcadamente vegetariana, aunque sin obviar los alimentos de origen animal. Abundarán las frutas, las ensaladas y las verduras combinadas con farináceos (arroz, pasta, legumbre, patatas...) o como ingrediente de los platos de carne, pescado o huevos.
- Las comidas a lo largo del día tienen que mantener un ritmo y un orden. Interesa distribuir la alimentación en 5 tomas si pasan más de cuatro horas de una a otra. No pueden faltar el desayuno, el almuerzo, la comida, la merienda y la cena.
- El desayuno será consistente y aportará energía suficiente para poder mantener el ritmo de tareas que se presentan durante la mañana. Las sustancias excitantes como el café o el té se pueden sustituir por los equivalentes sin cafeína o por preparados solubles a base de cereales (malta, achicoria...). Los alimentos como el pan o derivados (galletas, cereales, pan tostado, de molde...) son básicos y se preferirán los integrales que aportan más fibra y mayor densidad nutritiva. Una fruta fresca rica en vitamina C compensa parte de las necesidades aumentadas de este nutriente, y se puede elegir entre: naranja al natural o en zumo, zumo de pomelo, mandarinas, fresas, kiwi o piña. Si se omite la fruta en el desayuno, ésta se reserva como aperitivo a media mañana.
- Entre horas, se puede tener optar por alimentos de mayor densidad en vitaminas y minerales: frutas diversas, jugos de hortalizas o de frutas, frutos secos, sandwich vegetales, macedonia de frutas y yogur, batidos de fruta y leche, etc
- Las comidas y las cenas estarán marcadas por la abundancia de los vegetales. Comenzar cada comida por un caldo vegetal, un puré de verduras caldoso o una ensalada variada es una buena elección. Los alimentos proteicos (carnes, pescados o huevos) no deben faltar al menos una vez al día, y pueden ser el complemento de una comida o una cena equilibrada. Terminar o comenzar las comidas con una ración de frutas es todo un acierto. El café de la sobremesa encuentra un sustituto más acertado en las infusiones digestivas o relajantes.
- Las cenas serán más ligeras y se tomarán al menos dos horas antes de acostarse, para que la digestión no interfiera con el sueño, y éste pueda ser reparador. Una cena a base de un caldo vegetal o un puré clarito, una ensalada completa junto con un postre constituye una alternativa saludable para varios días. Se puede preparar una sabrosa, exquisita y nutritiva ensalada a base de: hojas de lechugas diversas, escarola, endivias, espinacas, hierba de los canónigos, cebolla, pepino, ajo espolvoreado, zanahoria, remolacha, tomate, espárragos, vegetales germinados... Cuanta más variedad de hortalizas y verduras incluya la ensalada mayor es la riqueza nutritiva, y esto se traduce en mayor vitalidad y energía. Como complemento del aliño, la levadura de cerveza, las semillas de sésamo u otros complementos dietéticos, además de enriquecer en vitaminas y minerales los platos, proporcionan agradables sabores.
- Mantener el cuerpo bien hidratado es fundamental para contribuir al buen desarrollo de las distintas funciones orgánicas. De esta manera, se favorece la función renal e intestinal y el organismo no se sobrecarga de sustancias de desecho. Disponer de una botella de agua en un lugar fresco y bien visible es la mejor forma de obligarse a tomar la cantidad de agua necesaria. Esto se puede complementar con infusiones, zumos y jugos de hortalizas y frutas.
En determinadas ocasiones, el consumo de una dieta variada no es suficiente, y es preciso recurrir a un aporte vitamínico o mineral complementario, siempre bajo el asesoramiento profesional.
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/enfermedad/2003/04/04/59667.php