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Ver la versión completa : "La confusión del veganismo"



Loba
08-ago-2015, 15:04
Saludos compañer@s, me acabo de topar con este artículo y he pensado que le voy a dejar un comentario, ya tengo claro más o menos lo que le voy a decir, pero a lo mejor a alguno se os ocurren más cosas o queréis dejar más comentarios. El artículo es el siguiente:


La confusión del veganismo

Claudio Bertonatti*
NAP
lun, 03 ago 2015 10:17 UTC

Un análisis sobre el consumo de carne y la compasión por los animales de uno de los ambientalistas argentinos más reconocidos. Un aporte de NAP para un debate actual y profundo.


Uno de los grandes problemas ambientales es que las verdades se mueven reptando lentamente por la selva mientras que las mentiras vuelan rápido por cielo despejado. Otro de los problemas es que desde las buenas intenciones se pueden tomar malas decisiones.

Por eso dedico este artículo a quienes dejaron de alimentarse con carne por compasión o solidaridad con los animales. No lo dirijo, entonces, a quienes evitan su consumo por motivos nutricionales, filosóficos o religiosos. Tampoco resultará apto para fanáticos, fundamentalistas o para quienes no dudan de sus creencias u opiniones. No pretendo herir a nadie.

Hay personas que suponen que al evitar el consumo de carne no matan animales. Tengo una pésima noticia para ellas: no es cierto. El más despojado plato de arroz o un simple pedazo de pan también implica un impacto mortal para muchos animales. Que no lo veamos ni sepamos es otro tema. Pero la muerte está presente de un modo inevitable. No existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero: para que nosotros podamos vivir muchas formas de vida deben morir. Esta afirmación es chocante pero es una de las verdades más obvias de la ecología, que es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su ambiente.

Vegetariano u omnívoro

Aclaro que fui vegetariano. En mi adolescencia creía que era una forma de evitar el sufrimiento y la muerte de los animales. Después de un par de años volví a ser omnívoro. Les explicaré los motivos, advirtiendo que no pretendo convertir a nadie a ninguna filosofía o estilo de vida. Solo busco arrimar información, impresiones y experiencias para ayudar a quienes quieran revisar sus decisiones alimenticias con implicancias ambientales.

¿Qué me hizo cambiar de opinión y de conducta? La constatación de la realidad ambiental en el terreno y, fundamentalmente, la comparación de los campos donde se producen nuestros alimentos. Por eso, les propongo repetir el ejercicio. Visiten un campo ganadero y otro agrícola en una misma región y anoten la diversidad de formas de vida que ven en cada uno de ellos. Este ejercicio se puede hacer registrando solo la presencia de aves, anfibios, reptiles, peces, mamíferos, mariposas, hongos o plantas, o de todos estos grupos.

El resultado será inequívoco: un cultivo (soja, trigo, maíz o arroz, para mencionar los más extendidos) no conviven con mucho más que sí mismos. Incluso, sucede esto con la huerta más orgánica del mundo. Las especies animales no solo no son bienvenidas sino que en los cultivos no orgánicos (la mayoría) son combatidas con biocidas o agrotóxicos (venenos), cuando no, tiros u otras formas de lucha para evitar la presencia de predadores que ocasionan daños y pérdidas económicas.

Una de las impresiones más contundentes fue el contraste entre la abundante vida silvestre de los esteros y arroyos del nordeste argentino con las arroceras vecinas. En estas últimas no había lugar para carpinchos, ciervos de los pantanos, lobitos de río, boas curiyú, garzas, gallaretas ni patos. Para cultivar arroz se drenan esos esteros, arroyos y riachos para que les deriven su agua y muchas veces, terminan secos o muertos, sin vida. Como se empobrecen o destruyen esos ambientes naturales muchos animales silvestres desamparados buscan refugio o comida en los cultivos que los han reemplazado. Y ahí se desata un segundo golpe. Para evitar que las aves o mamíferos coman los granos o brotes se esparcen semillas envenenadas o se traen tours de cazadores salvajes a desterrarlos a tiros de plomo (también contaminante). Nadie que sepa esto puede decir que por no comer carne y alimentarse con arroz, por ejemplo, no se matan animales.

Claro, la muerte es distinta porque ocurre más lejos, de un modo difícil de ver y variada en su forma (alterando el ambiente, envenenando o disparando balas). Una característica fundamental es que no se matan puntualmente los animales domésticos a consumir (para los que hay una sensibilidad más desarrollada), sino una enorme cantidad de animales de una gran diversidad de especies silvestres: desde invertebrados hasta peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Estos impactos se tornan "invisibles" a la distancia de una gran ciudad y en consecuencia son poco emotivos. Y lo que no emociona no es evocado.

Por desconocimiento, entonces, se tiene mucha más sensibilidad por los animales domésticos que por los silvestres (como si estos últimos tuvieran menos derechos), cuando el nivel de preocupación debería ser inverso. A diferencia de lo que ocurre con las variedades domésticas, las especies silvestres que se extinguen no tienen reposición. Este disparate tiene un correlato coherente, aunque irracional. Entre muchos vegetarianos y veganos hay dolor o lamento constante por la muerte de animales domésticos (que vale la pena aclarar, están fuera de peligro de extinción porque se crían a gran escala) y un silencio sepulcral ante la muerte de la multitud de individuos de especies diferentes de la fauna salvaje. O lo que es peor, ante la desaparición del ambiente en el que conviven miles de formas de vida, muchas veces, de especies amenazadas.

Ganadería y agricultura

Por otro lado, con respecto a la ganadería, cuando se practica de un modo extensivo (o sea, a campo) se pueden ver garzas, ranas, culebras, peces, zorrinos, zorros, gatos monteses, hurones, perdices, hongos y muchas otras formas de vida entre los vacunos, los lanares o los caballares. Y si fuera realizada sobre pastizales nativos, es posible la convivencia hasta con especies amenazadas como los venados de las pampas y el yetapá de collar.

Pero la ganadería viene cediendo terreno a la agricultura. Y, de hecho, la expansión de la frontera agrícola (junto con la urbana) viene siendo desde hace décadas la principal amenaza para la naturaleza argentina, dado que va arrasando con nuestros bosques, selvas, montes, sabanas, esteros y pastizales para reemplazarlos por campos de cultivo. Si la humanidad se hiciera vegana para la naturaleza sería una tragedia.

Está claro que -de una u otra forma- la humanidad debe alimentarse y eso genera ineludiblemente un disturbio en la naturaleza, ya sea para reemplazarla o para intervenirla. Y cuando nuestra población crece como lo hace desde hace siglos, de un modo irresponsable o desentendido de la capacidad de carga del planeta, la agricultura se transforma en el mecanismo más fácil para proveer alimentos a gran escala y, en consecuencia, a gran impacto ambiental.

Desde luego existen formas más amigables de cultivar, pero no se practican a gran escala y menos en el contexto de crecimiento poblacional mundial.

También existen formas menos cruentas de matar a los animales, pero cuando uno es sensible, hasta la eutanasia programada duele. Lo cierto es que existen técnicas para aplicar una "muerte humanitaria", que es inmediata, evitando maltrato, crueldad y agonía. Si se aplicara en los mataderos o "criaderos" se evitaría el maltrato y agonía que caracteriza a muchos de ellos. Ojalá tuvieran esta oportunidad los miles de animales silvestres que mueren cotidianamente envenenados por el uso de agroquímicos, mal heridos o baleados por los cazadores asociados con la defensa de los cultivos o los que quedan hambrientos y sin refugio porque su ambiente fue arado.

Para evitar que se maten animales la única solución es dejar de comer. Ya hemos visto que cualquier dieta capaz de sostenernos acarrea más muertes de las que imaginamos. Uno de los grandes temas a resolver a escala mundial es cómo transformar la actual producción industrial de alimentos en un modelo compatible con la conservación de los espacios silvestres. No solo practicando agricultura y ganadería sostenibles y sustentables, sino también siendo más humanitarias con las demás formas de vida.

Este caso ejemplifica lo difícil que es catalogar de "blanco" o "negro" un tema ambiental. La realidad tiene abundantes tonos de "grises" y es más compleja a medida que nos interiorizamos en ella. Al principio, suele ser ingrato hacerlo porque - sin anestesia- destroza ideas utópicas propias de un mundo ideal. Así, concluiremos en elegir la opción menos mala en lugar de la más buena.

Nuestro mundo real es imperfecto y no tenemos otro. Es difícil cambiarlo si no nosotros no cambiamos. El historiador escocés Thomas Carlyle (1795-1881) dejó una reflexión oportuna para esta situación:


"¿Que esta es una mala época? Pues bien, estamos aquí para hacerla mejor".

Si aceptamos el desafío se hace ineludible detenernos a contrastar ideas y realidades para tomar decisiones inteligentes y buenas. (Noticias AgroPecuarias)

(*). Museólogo. Docente de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural, la Escuela Argentina de Naturalistas y de la Universidad del Museo Social Argentino. Consejero de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y asesor de la Fundación de Historia Natural 'Félix de Azara'.


Glosario:

Ecólogo, ecologista y ambientalista; naturista y naturalista; conservacionista y proteccionista, abolicionista y bienestarista, vegetariano y vegano no son sinónimos entre sí y menos todavía forman parte de un mismo grupo de pensamiento. Son tan distintos que algunos piensan de modo opuesto o se ocupan de asuntos diferentes y no necesariamente complementarios. Por eso comparto una suerte de glosario básico:

-Ambientalista: especialista en la problemática ambiental.

-Abolicionista: defensor de los derechos de los animales contra su aprovechamiento o uso humano. Sostienen que todos los seres sintientes (humanos y no humanos) tienen los mismos derechos.

-Bienestarista: quien sostiene que es moralmente aceptable que los humanos usen o aprovechen otros animales como fuente de alimento, vestimenta, mascotas y otros usos mientras se evite su sufrimiento innecesario.

-Conservacionista: persona a favor de la conservación de la biodiversidad y de la gestión sostenible y sustentable de los recursos naturales.

-Ecologista: militante de la defensa ambiental que se basa en acciones mediáticas o manifestaciones públicas.

-Ecológo: científico dedicado a la ecología (la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos entre sí y con su ambiente).

-Especista: quien discrimina moralmente entre las personas y los animales, en contraposición con el "especista cero", que sostiene la igualdad moral o la no discriminación entre las personas y los "animales sintientes".

-Naturista: persona que además de su régimen vegetariano usa los agentes naturales para conservar la salud y tratar sus enfermedades.

-Naturalista: estudioso de la naturaleza o de la historia natural.

-Proteccionista: defensor de los derechos de los animales.

-Vegetariana: persona cuyo régimen alimentario tiene como principio la abstención de alimentos de origen animal. De acuerdo a su amplitud de criterio, aceptan o no el consumo de lácteos, huevos y miel.

-Vegana: personas cuyo régimen alimentario es el de un vegetarianismo estricto, que rechaza el consumo de servicios y productos de origen animal (incluyendo huevos, lácteos y miel). Normalmente, extiende su rechazo a todo uso, aprovechamiento o explotación de los animales (anti especista).


http://es.sott.net/article/40264-La-confusion-del-veganismo

Snickers
08-ago-2015, 20:57
La confusión del veganismo

Claudio Bertonatti*
NAP
lun, 03 ago 2015 10:17 UTC

Un análisis sobre el consumo de carne y la compasión por los animales de uno de los ambientalistas argentinos más reconocidos. Un aporte de NAP para un debate actual y profundo.


Uno de los grandes problemas ambientales es que las verdades se mueven reptando lentamente por la selva mientras que las mentiras vuelan rápido por cielo despejado. Otro de los problemas es que desde las buenas intenciones se pueden tomar malas decisiones.

Por eso dedico este artículo a quienes dejaron de alimentarse con carne por compasión o solidaridad con los animales. No lo dirijo, entonces, a quienes evitan su consumo por motivos nutricionales, filosóficos o religiosos. Tampoco resultará apto para fanáticos, fundamentalistas o para quienes no dudan de sus creencias u opiniones. No pretendo herir a nadie.

Hay personas que suponen que al evitar el consumo de carne no matan animales. Tengo una pésima noticia para ellas: no es cierto. El más despojado plato de arroz o un simple pedazo de pan también implica un impacto mortal para muchos animales. Que no lo veamos ni sepamos es otro tema. Pero la muerte está presente de un modo inevitable. No existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero: para que nosotros podamos vivir muchas formas de vida deben morir. Esta afirmación es chocante pero es una de las verdades más obvias de la ecología, que es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su ambiente.

Vegetariano u omnívoro

Aclaro que fui vegetariano. En mi adolescencia creía que era una forma de evitar el sufrimiento y la muerte de los animales. Después de un par de años volví a ser omnívoro. Les explicaré los motivos, advirtiendo que no pretendo convertir a nadie a ninguna filosofía o estilo de vida. Solo busco arrimar información, impresiones y experiencias para ayudar a quienes quieran revisar sus decisiones alimenticias con implicancias ambientales.

¿Qué me hizo cambiar de opinión y de conducta? La constatación de la realidad ambiental en el terreno y, fundamentalmente, la comparación de los campos donde se producen nuestros alimentos. Por eso, les propongo repetir el ejercicio. Visiten un campo ganadero y otro agrícola en una misma región y anoten la diversidad de formas de vida que ven en cada uno de ellos. Este ejercicio se puede hacer registrando solo la presencia de aves, anfibios, reptiles, peces, mamíferos, mariposas, hongos o plantas, o de todos estos grupos.

El resultado será inequívoco: un cultivo (soja, trigo, maíz o arroz, para mencionar los más extendidos) no conviven con mucho más que sí mismos. Incluso, sucede esto con la huerta más orgánica del mundo. Las especies animales no solo no son bienvenidas sino que en los cultivos no orgánicos (la mayoría) son combatidas con biocidas o agrotóxicos (venenos), cuando no, tiros u otras formas de lucha para evitar la presencia de predadores que ocasionan daños y pérdidas económicas.

Una de las impresiones más contundentes fue el contraste entre la abundante vida silvestre de los esteros y arroyos del nordeste argentino con las arroceras vecinas. En estas últimas no había lugar para carpinchos, ciervos de los pantanos, lobitos de río, boas curiyú, garzas, gallaretas ni patos. Para cultivar arroz se drenan esos esteros, arroyos y riachos para que les deriven su agua y muchas veces, terminan secos o muertos, sin vida. Como se empobrecen o destruyen esos ambientes naturales muchos animales silvestres desamparados buscan refugio o comida en los cultivos que los han reemplazado. Y ahí se desata un segundo golpe. Para evitar que las aves o mamíferos coman los granos o brotes se esparcen semillas envenenadas o se traen tours de cazadores salvajes a desterrarlos a tiros de plomo (también contaminante). Nadie que sepa esto puede decir que por no comer carne y alimentarse con arroz, por ejemplo, no se matan animales.

Claro, la muerte es distinta porque ocurre más lejos, de un modo difícil de ver y variada en su forma (alterando el ambiente, envenenando o disparando balas). Una característica fundamental es que no se matan puntualmente los animales domésticos a consumir (para los que hay una sensibilidad más desarrollada), sino una enorme cantidad de animales de una gran diversidad de especies silvestres: desde invertebrados hasta peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Estos impactos se tornan "invisibles" a la distancia de una gran ciudad y en consecuencia son poco emotivos. Y lo que no emociona no es evocado.

Por desconocimiento, entonces, se tiene mucha más sensibilidad por los animales domésticos que por los silvestres (como si estos últimos tuvieran menos derechos), cuando el nivel de preocupación debería ser inverso. A diferencia de lo que ocurre con las variedades domésticas, las especies silvestres que se extinguen no tienen reposición. Este disparate tiene un correlato coherente, aunque irracional. Entre muchos vegetarianos y veganos hay dolor o lamento constante por la muerte de animales domésticos (que vale la pena aclarar, están fuera de peligro de extinción porque se crían a gran escala) y un silencio sepulcral ante la muerte de la multitud de individuos de especies diferentes de la fauna salvaje. O lo que es peor, ante la desaparición del ambiente en el que conviven miles de formas de vida, muchas veces, de especies amenazadas.

Ganadería y agricultura

Por otro lado, con respecto a la ganadería, cuando se practica de un modo extensivo (o sea, a campo) se pueden ver garzas, ranas, culebras, peces, zorrinos, zorros, gatos monteses, hurones, perdices, hongos y muchas otras formas de vida entre los vacunos, los lanares o los caballares. Y si fuera realizada sobre pastizales nativos, es posible la convivencia hasta con especies amenazadas como los venados de las pampas y el yetapá de collar.

Pero la ganadería viene cediendo terreno a la agricultura. Y, de hecho, la expansión de la frontera agrícola (junto con la urbana) viene siendo desde hace décadas la principal amenaza para la naturaleza argentina, dado que va arrasando con nuestros bosques, selvas, montes, sabanas, esteros y pastizales para reemplazarlos por campos de cultivo. Si la humanidad se hiciera vegana para la naturaleza sería una tragedia.

Está claro que -de una u otra forma- la humanidad debe alimentarse y eso genera ineludiblemente un disturbio en la naturaleza, ya sea para reemplazarla o para intervenirla. Y cuando nuestra población crece como lo hace desde hace siglos, de un modo irresponsable o desentendido de la capacidad de carga del planeta, la agricultura se transforma en el mecanismo más fácil para proveer alimentos a gran escala y, en consecuencia, a gran impacto ambiental.

Desde luego existen formas más amigables de cultivar, pero no se practican a gran escala y menos en el contexto de crecimiento poblacional mundial.

También existen formas menos cruentas de matar a los animales, pero cuando uno es sensible, hasta la eutanasia programada duele. Lo cierto es que existen técnicas para aplicar una "muerte humanitaria", que es inmediata, evitando maltrato, crueldad y agonía. Si se aplicara en los mataderos o "criaderos" se evitaría el maltrato y agonía que caracteriza a muchos de ellos. Ojalá tuvieran esta oportunidad los miles de animales silvestres que mueren cotidianamente envenenados por el uso de agroquímicos, mal heridos o baleados por los cazadores asociados con la defensa de los cultivos o los que quedan hambrientos y sin refugio porque su ambiente fue arado.

Para evitar que se maten animales la única solución es dejar de comer. Ya hemos visto que cualquier dieta capaz de sostenernos acarrea más muertes de las que imaginamos. Uno de los grandes temas a resolver a escala mundial es cómo transformar la actual producción industrial de alimentos en un modelo compatible con la conservación de los espacios silvestres. No solo practicando agricultura y ganadería sostenibles y sustentables, sino también siendo más humanitarias con las demás formas de vida.

Este caso ejemplifica lo difícil que es catalogar de "blanco" o "negro" un tema ambiental. La realidad tiene abundantes tonos de "grises" y es más compleja a medida que nos interiorizamos en ella. Al principio, suele ser ingrato hacerlo porque - sin anestesia- destroza ideas utópicas propias de un mundo ideal. Así, concluiremos en elegir la opción menos mala en lugar de la más buena.

Nuestro mundo real es imperfecto y no tenemos otro. Es difícil cambiarlo si no nosotros no cambiamos. El historiador escocés Thomas Carlyle (1795-1881) dejó una reflexión oportuna para esta situación:


"¿Que esta es una mala época? Pues bien, estamos aquí para hacerla mejor".

Si aceptamos el desafío se hace ineludible detenernos a contrastar ideas y realidades para tomar decisiones inteligentes y buenas. (Noticias AgroPecuarias)

(*). Museólogo. Docente de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural, la Escuela Argentina de Naturalistas y de la Universidad del Museo Social Argentino. Consejero de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y asesor de la Fundación de Historia Natural 'Félix de Azara'.

No, no existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero, pues para q nosotros podamos vivir muchas formas de vida deben morir. Pero el veganismo cubre la cuestión de la explotación a animales no humanos, principalmente, por lo q los asuntos ambientalistas son secundarios, aunq no quiere decir q no se deba ser vegano y procurar no perjudicar el medio ambiente.

La denominada convivencia entre especies es falacia pura, puesto q si hay un participante dominador q depreda como y cuando quiere entonces no hay tal convivencia. Cuando optas por la muerte de otros, eso entonces ya no es participar de vida en común. Se puede compartir, sí, y se puede también repartir espacios. Ambas cuestiones se pueden hacer respetando la vida ajena, en la medida de lo posible. Hay quienes comparten su cosecha con otros animales, y hay quienes dejan ciertos espacios asilvestrados para q los animales tengan su particular reino.

Las especies silvestres q se extinguen no tienen reposición, pero los individuos tampoco, faltaría más. En absoluto hay un silencio sepulcrar por la desaparición de hábitats y especies, con sus consiguientes individuos. Otra cosa es q haya de ser desde los colectivos veganos desde donde se abanderen estos temas. Se puede participar en colectivos veganos a la par q hacerlo en organizaciones a favor del medo ambiente, por lo q dicho silencio no tiene pq existir.

La ganadería viene cediendo terreno a la agricultura, pero sobre todo es pq hay agricultura destinada a la ganadería intensiva, donde se hacinan a miles de animales.

En fin. Enfoca las cosas como si el veganismo pensase mal las cuestiones ecologistas, pero el veganismo no se centra en esas cuestiones.



Glosario:

Ecólogo, ecologista y ambientalista; naturista y naturalista; conservacionista y proteccionista, abolicionista y bienestarista, vegetariano y vegano no son sinónimos entre sí y menos todavía forman parte de un mismo grupo de pensamiento. Son tan distintos que algunos piensan de modo opuesto o se ocupan de asuntos diferentes y no necesariamente complementarios. Por eso comparto una suerte de glosario básico:

-Ambientalista: especialista en la problemática ambiental.

-Abolicionista: defensor de los derechos de los animales contra su aprovechamiento o uso humano. Sostienen que todos los seres sintientes (humanos y no humanos) tienen los mismos derechos.

-Bienestarista: quien sostiene que es moralmente aceptable que los humanos usen o aprovechen otros animales como fuente de alimento, vestimenta, mascotas y otros usos mientras se evite su sufrimiento innecesario.

-Conservacionista: persona a favor de la conservación de la biodiversidad y de la gestión sostenible y sustentable de los recursos naturales.

-Ecologista: militante de la defensa ambiental que se basa en acciones mediáticas o manifestaciones públicas.

-Ecológo: científico dedicado a la ecología (la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos entre sí y con su ambiente).

-Especista: quien discrimina moralmente entre las personas y los animales, en contraposición con el "especista cero", que sostiene la igualdad moral o la no discriminación entre las personas y los "animales sintientes".

-Naturista: persona que además de su régimen vegetariano usa los agentes naturales para conservar la salud y tratar sus enfermedades.

-Naturalista: estudioso de la naturaleza o de la historia natural.

-Proteccionista: defensor de los derechos de los animales.

-Vegetariana: persona cuyo régimen alimentario tiene como principio la abstención de alimentos de origen animal. De acuerdo a su amplitud de criterio, aceptan o no el consumo de lácteos, huevos y miel.

-Vegana: personas cuyo régimen alimentario es el de un vegetarianismo estricto, que rechaza el consumo de servicios y productos de origen animal (incluyendo huevos, lácteos y miel). Normalmente, extiende su rechazo a todo uso, aprovechamiento o explotación de los animales (anti especista).


http://es.sott.net/article/40264-La-confusion-del-veganismo

El glosario deja algo q desear. Vegano se es más allá de la alimentación, por ejemplo. También los términos abolicionista, especista y vegetariano son corregibles.

Loba
09-ago-2015, 14:20
Muchas gracias Snickers, un saludo ;)

Snickers
17-mar-2016, 05:59
http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2015/08/la-confusion-de-claudio-bertonatti.html

7 de agosto de 2015 La confusión de Claudio Bertonatti




https://3.bp.blogspot.com/-I-yicvsNNwY/Vc_NgujHYsI/AAAAAAAAVZM/-27IFr1dGRI/s640/ciceron-107552.jpg (http://3.bp.blogspot.com/-I-yicvsNNwY/Vc_NgujHYsI/AAAAAAAAVZM/-27IFr1dGRI/s1600/ciceron-107552.jpg)



Me gustaría responder a un artículo titulado "La confusión del veganismo" publicado por un tal Claudio Bertonatti (http://www.noticiasagropecuarias.com/index.php/77-opinion/5403-la-confusion-del-veganismo). Lo hago a petición expresa de varias personas que entendieron que el artículo merecía una respuesta. Espero que esta entrada les resulte de utilidad.

En mi respuesta pretendo exponer que la única confusión sobre este tema proviene exclusivamente por parte de su autor, el cual estaría muy grave y profundamente confundido a varios niveles. Dividiré mi respuesta en dos secciones: la empírica y la moral.

La confusión empírica


Bertonatti defiende principalmente la idea de que los veganos están confundidos porque creen que al no consumir productos de la explotación animal ya no provocamos la muerte de otros animales, cuando en realidad sí lo hacemos dado que la agricultura también conlleva causar la muerte de animales nohumanos; y por eso no habría diferencia esencial entre, por ejemplo, abstenerse de comer carne y no comerla. Esta tesis de Bertonatti evidencia una profunda confusión sobre diversos aspectos.

En primer lugar hay que aclarar que el veganismo no se opone a la muerte de animales en sí misma, o al simple hecho de causar muerte, sino que el veganismo se opone a la explotación (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2011/11/por-que-esta-mal-explotar-los-animales.html) de animales nohumanos.


De forma específica el veganismo se opone a la explotación de animales nohumanos por parte del ser humano y propugna que sean liberados de nuestra dominación. Esto es el veganismo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2013/11/veganismo-en-pocas-palabras.html), y no otra cosa. El veganismo no tiene como finalidad eliminar la existencia de la muerte en el mundo sino eliminar la explotación sobre otros animales, por ser éticamente injusta.


A mi modo de ver, nadie debería opinar sobre veganismo sin informarse antes sobre lo que es el veganismo, en lugar de suponerlo o juzgar meramente "de oídas", porque entonces es probable que lo confunda con otra cosa distina. El veganismo es un fenómeno relativamente reciente en nuestra cultura y su confusión con otras ideas diferentes con las que pudiera tener algún parecido es casi habitual.

Ésta es la primera confusión de Bertonatti. Es una confusión que he tratado varias veces en este blog (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/11/distorsiones-del-veganismo.html), y por tanto me remito a esos textos.


Dice Bertonatti que pretende dirigirse a las personas que creen que sólo por no comer carne ya no estarían causando la muerte a otros animales.


Lo siento, pero no sé quienes son esas personas. No conozco a nadie que crea que por el simple hecho de no comer carne, o de no participar en la explotación animal, eso suponga que dejen de morir animales nohumanos por su causa. Quien deja de hacer esto lo que pretende es que otros animales dejen ser asesinados y explotados para que nosotros los usemos como comida o como recursos en general. De hecho, en cualquier página vegana —en este mismo blog (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/09/somos-omnivoros.html), por ejemplo— se explica que asumiendo el veganismo no evitamos todo el daño que causamos, por supuesto, pero sí que evitamos ese daño en concreto.


Rechazando la práctica del canibalismo no evitamos todo el daño que causamos a otros humanos —ya sea directo o indirecto— pero sí que evitamos causar ese daño en concreto. Diría que es algo muy sencillo de razonar. No para Bertonatti, al parecer.


Por tanto, creo que Bertonatti recurre a la falacia del hombre de paja (http://lasmemoriasdecharles.blogspot.com.es/2013/08/la-falacia-del-hombre-de-paja-o-del.html). Es decir, se inventa una postura imaginaria para poder criticarla a su medida. No digo que no haya alguien por ahí que crea realmente lo que Bertonatti dice. Hay gente capaz de creer toda clase de cosas inverosímiles. Pero esa idea no corresponde en absoluto a lo que los veganos defienden.


Además, retomando mi crítica en el primer punto, es evidente que el autor confude sistemáticamente el veganismo con el vegetarianismo. Sobre vegetarianismo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/search/label/vegetarianismo) también he escrito en varias ocasiones en este blog y simplemente me remito a esos artículos para quien le interese.


Creo que es difícil empezar peor la redacción de un artículo. El hecho de que Bertonatti no cite siquiera ningún texto que se supone que defienda eso de que simplemente "por no comer carne ya dejamos de causar la muerte a otros animales" me hace suponer la intención de basar su artículo en esa falacia a propósito. Reitero que jamás he oído a nadie vegano asumir esa creencia que Bertonatti atribuye a los veganos (o a los vegetarianos). Y es algo que no se defiende en los foros y grupos veganos.

Ésta es la segunda confusión, grave, de Bertonatti. Y no hemos hecho más que empezar. ¿Se suponía que este señor iba a aclararnos el asunto?

Dice Bertonatti que fue vegetariano y luego se convirtió en "omnívoro". Debo señalar que este señor está usando mal las palabras, otra vez. Todos los humanos somos omnívoros (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/09/somos-omnivoros.html). El omnivorismo es una condición fisiológica que te permite digerir tanto sustancias de origen animal y vegetal. No es algo que dependa de la voluntad. Los veganos somos omnívoros dado que somos humanos. La cuestión es que los humanos no necesitamos comer animales para vivir y estar sanos. Ser omnívoro es una mera capacidad; no es una obligación para nuestra conducta ni nuestra salud. Puesto que el artículo no se extiende más en este punto, lo dejo aquí de momento.

Dice Bertonatti que los veganos sólo se preocupan de los animales "domésticos" pero que guardan silencio sobre los animales "salvajes". Esto simplemente no es cierto. No es cierto que los veganos se preocupen más por unos animales que otros sino que el veganismo se refiere en concreto al problema de la explotación animal. No todos los conflictos y agresiones que se producen sobre otros animales pertenecen al contexto de la explotación. La domesticación es una forma de explotación y es por eso que los veganos se refieren específicamente a ella. Pero los veganos también hablan a menudo en contra de la caza (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/search/label/caza) y en contra de de explotar a los animales que viven libremente en la naturaleza. El veganismo se refiere a todos los animales nohumanos, en tanto que todos ellos son víctimas de una misma opresión.


Insisto: Bertonatti no se ha enterado de que los veganos se oponen a la explotación de animales nohumanos. Si no hay explotación entonces no atañe al veganismo como tal. Hay muchos problemas morales en el mundo pero al veganismo sólo corresponde el problema de la explotación especista.

El feminismo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/search/label/feminismo) es un movimiento que se opone específicamente a la opresión machista sobre las mujeres. Pero ¿acaso no hay también otros problemas morales en el mundo? Por supuesto, pero el feminismo se refiere a ese problema específico. Un problema sobre el que se requiere tomar conciencia y responder de forma específica. Con el veganismo ocurre exactamente lo mismo.


Dado que Bertonatti no cita fuentes es imposible saber si se está refiriendo en verdad a los veganos o a los vegetarianos o a alguna clase de animalistas en particular. Teniendo en cuenta que confunde todas estas categorías de forma sistemática.


Además, el autor pretende hablar sobre el impacto ambiental de la agricultura y la ganadería pero sin citar datos ni fuentes ni evidencias objetivas. Habla simplemente en base a sus especulaciones y experiencias personales. Eso no da mucha credibilidad que digamos a la hora de debatir un asunto. Más bien indica poco rigor y poca seriedad.


Bertonatti llega a decir nada menos que "si la humanidad se hiciera vegana para la naturaleza sería una tragedia." Pero ¿hay algo de cierto en esta atrevida afirmación? Bueno, para refutar esa declaración no me basaré en meras especulaciones y experiencias personales, como hace Bertonatti, sino que consultaré las estadísticas y los informes medioambientales de las autoridades pertinentes. Veamos lo que nos dicen algunas de ellas.


Según una investigación de la Universidad de Oxford (http://www.futureoffood.ox.ac.uk/news/meat-free-diet-can-reduce-greenhouse-gas-emissions-half) las dietas que incluyen carne son las que provocan mayor contaminación con notable diferencia respecto del resto de dietas:

«El estudio también reveló que las dietas vegetarianas, por contraste, generan un equivalente de 8,4 libras de dióxido de carbono (3,7kg), menos de la mitad. Asimismo, las dietas veganas reducen aun más las emisiones, a 6,4 libras (2,8kg). Esto supone que la huella de carbono se reduce aproximadamente en un 60% con respecto a las dietas carnívoras. (http://noticias.universia.es/ciencia-nn-tt/noticia/2014/09/09/1111102/vegetarianos-contaminan-50-menos-comen-carne.html)»

https://3.bp.blogspot.com/-gvB7hBDAnrQ/Vc04sMeb2jI/AAAAAAAAVUs/AkOkCPws6ww/s400/CONTAMINACI%25C3%2593N%2B3.jpg (http://3.bp.blogspot.com/-gvB7hBDAnrQ/Vc04sMeb2jI/AAAAAAAAVUs/AkOkCPws6ww/s1600/CONTAMINACI%25C3%2593N%2B3.jpg)

Según publica la Fundación Universia (http://noticias.universia.es/en-portada/noticia/2013/09/05/1046998/que-es-veganismo.html) sobre los efectos que tendría el veganismo en sustitución de la explotación animal:

«Las explotaciones ganaderas de más de 1.300 millones de animales se desarrollan en el 24% del territorio mundial, destruyendo miles de hectáreas de bosque tropical en América para incrementar el número de pastizales. Este proceso está llevando a la extinción a numerosas especies de seres vivos. Asimismo, esta constante explotación destruye la fertilidad del suelo, evitando que estas tierras puedan utilizarse para plantar vegetales y cereales.»
De acuerdo a la revista Scientific American (http://www.scientificamerican.com/espanol/noticias/una-dieta-que-cuida-su-salud-y-la-del-planeta/),una dieta basada en alimentos vegetales representa una opción más sostenible para el planeta y la salud pública:

«Los resultados sugieren que las dietas basadas en frutas, verduras y legumbres constituiría una opción más sostenible para el planeta. Si fueran adoptadas a escala global reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero de origen agrícola, la deforestación y la extinción de especies que viven en estos entornos naturales. Además, ayudarían a prevenir todo tipo de enfermedades crónicas no contagiosas relacionadas con la dieta.»

https://1.bp.blogspot.com/-pnIQATPuigU/Vc02zU74CYI/AAAAAAAAVUg/xl1UA7GInxo/s640/dieta%2Bmedio%2Bambiente.png (http://1.bp.blogspot.com/-pnIQATPuigU/Vc02zU74CYI/AAAAAAAAVUg/xl1UA7GInxo/s1600/dieta%2Bmedio%2Bambiente.png)


Resulta que el veganismo [no-explotación animal] aplicado a la producción de alimentos necesita menos extensión de tierra (http://www.unionvegetariana.org/impacto_ambiental.pdf), menos cantidad de agua (http://www.ecoosfera.com/2012/08/escasez-de-alimentos-y-de-agua-podria-volvernos-vegetarianos/), y menos gasto de recursos (http://elespiritudeltiempo.org/blog/una-vida-conectada-conociendo-el-impacto-del-veganismo/) en general, para poder producir una mayor cantidad de comida que los que necesita la explotación animal para producir el mismo alimento.

Esto quiere decir que aplicar el veganismo a gran escala conllevaría que muchos menos animales nohumanos murieran o se vieran afectados perjudicialmente por la agricultura humana. Es decir, el veganismo no sólo evita todas las víctimas de la explotación animal sino que además reduce de forma muy considerable el número de víctimas que provoca —directa o indirectamente— la agricultura.

En definitiva, podemos elegir basar nuestras creencias en datos y evidencias empíricas o podemos creernos ciegamente las historietas que nos cuenta Bertonatti. Si tu intención es defender a toda costa la explotación animal, a costa de la verdad y la ética, te conviene lo segundo.

Si la humanidad se hiciera vegana esto supondría una tragedia sólo para el prejuicio de quienes desean mantener, por mero placer o inercia, una tradición innecesaria (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2010/03/necesario.html) y violenta que causa sufrimiento y muerte a miles de millones de animales: víctimas que se podrían fácilmente evitar. Para lo demás, la implantación del veganismo supondría algo bueno en todos los aspectos.

Yo he citado fuentes objetivas que no tienen relación alguna con la defensa del veganismo. Todas ellas, y cualquier otra similar que consultemos, coinciden en que eliminar la explotación animal es una medida positiva para el medio ambiente y que adoptar una alimentación vegetal no es sólo una opción viable sino beneficiosa.

Con todo esto sólo quería dejar constancia que las afirmaciones empíricas de Claudio Bertonatti son manifiestamente falsas y no tienen relación alguna con la realidad. Mi razón para rechazar sus argumentos no se debe a que intente atacar el veganismo. Si alguien intentara defender el veganismo alegando falsedades y falacias no dudaría en denunciarlo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2011/09/la-falacia-lactea.html) y rechazarlo de igual modo. El conflicto en este asunto es incluso más profundo que la oposición entre veganismo y explotación animal. Se trata de un conflicto entre la verdad y la mentira.

Y con esto entramos ahora en el contexto propiamente moral.

La confusión moral

Mi adhesión al veganismo no tiene relación alguna con el hecho de que su aplicación práctica sea beneficiosa para mí o para la humanidad en general. Soy vegano porque estoy en contra de que se trate a sujetos como si fueran objetos. Estoy en contra de que se considere a las personas como si fueran cosas. Estoy en contra de que explotemos otros individuos y violemos sus intereses en nuestro beneficio, valiéndonos de que somos más inteligentes o poderosos que ellos. Ésta es la base moral del veganismo y el único fundamento que hace que el veganismo sea consistente en su práctica.

Cuando se hacen estimaciones sobre cuáles opciones son más respetuosas con el medio ambiente —y por tanto con los animales que dependemos del medio ambiente para vivir— dentro de esas opciones no se incluye la esclavitud humana. Supongamos: ¿y si la opción más ecológica de todas fuera usar a seres humanos como esclavos en lugar de usar máquinas y trabajadores libres? ¿Haría esto que la esclavitud humana fuera aceptable?

La primera confusión moral de Claudio Bertonatti es creer que los criterios medioambientales (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2011/08/ecologismo.html) se imponen a los criterios morales.

Antes de ponernos a discutir sobre la valoración medioambiental de una actividad, primero deberíamos analizar si esa actividad es aceptable desde el punto de vista ético.

No nos ponemos a valorar el impacto medioambiental del asesinato, la tortura, la violación sexual, la esclavitud, el abuso infantil,.. y demás acciones que consideramos crímenes execrables. Estos actos violan los principios morales más elementales y los condenamos, independientemente de su impacto medioambiental. Entonces, ¿por qué deberíamos tratar de forma distinta esos actos cuando sus víctimas son otros animales? ¿Debemos tratarlos de forma diferente sólo porque esos animales no son humanos sin importar que sienten, sufren y son individuos que tienen los mismos intereses básicos que nosotros?

La segunda confusión moral de Claudio Bertonatti es creer que humanos y otros animales merecen una consideración moral distinta. Esto es lo que conocemos por especismo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/12/tres-versiones-del-especismo.html).

Alega Bertonatti que la agricultura implica la muerte de animales nohumanos. No sólo la muerte accidental sino también muertes provocadas intencionadamente por los agricultores para evitar que esos animales se coman los cultivos. Este hecho es objetivamente cierto. Lo que no es cierto es que este hecho suponga legitimarnos para explotar a otros animales.

El razonamiento de Bertonatti para justificar la ganadería es el siguiente: como no podemos evitar causar algún tipo de daño para poder vivir entonces no importa que causemos innecesariamente miles de millones de víctimas que sí podríamos evitar. Asombroso razonamiento.



Alegar que como no podemos evitar dañar o matar a otros animales para poder vivir entonces no hay problema moral en explotarlos es un argumento absurdo. Bajo ese mismo criterio, estaría justificado practicar el canibalismo (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2010/10/canibalismo.html). ¿Si al vivir no podemos evitar causar algún tipo de daño a otros humanos, aunque sea indirecto o accidental, qué más da usarlos para comida? Pero, claro, el prejuicio especista de Bertonatti no le ha dejado ver esta obvia consecuencia que conlleva asumir su criterio.

Si el hecho de que no podamos evitar causar daño al vivir justificara que comamos animales entonces, por el mismo criterio, también justificaría que comiéramos seres humanos —que también están hechos de carne y sus hembras producen leche. La especie no hace ninguna diferencia. La especie no es una característica ni es una entidad. Es un concepto (http://lluvia-con-truenos.blogspot.com.es/2014/10/las-especies-no-existen.html) que construimos intelectualmente en base a determinadas semejanzas genéticas entre individuos.

Como ya aclaré al comienzo de este ensayo, el veganismo no se opone a la muerte ni al hecho de causar muerte. El veganismo se opone a la explotación de otros animales. Ahora bien, el asesinato es una forma de explotación. Causar la muerte a alguien para obtener un beneficio a su costa es explotarlo; es utilizar a alguien como un mero recurso. Por eso el veganismo se opone a los mataderos (https://vimeo.com/16104627).

Pero nada de esto tiene que ver con el hecho de que se maten animales para evitar que se coman nuestros cultivos. Si fueran seres humanos los que invadieran nuestras plantaciones agrícolas para comerse la comida de la que dependemos para vivir, estaría justificado que tomáramos medidas similares para evitar que lo hicieran. Se trata de un caso de auto-defensa. Aquí hay un conflicto de intereses. Pero la explotación animal no es el resultado de un conflicto de intereses; es la opresión de un grupo sobre otro, motivada por el beneficio e incluso a menudo simplemente por la inercia (http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2010/07/la-terrible-fuerza-de-la-inercia.html).

Sin embargo, no estoy sugiriendo que esa situación de conflicto siempre justifique automáticamente matar a otros animales de forma despreocupada —ya sean humanos o no-humanos. Deberíamos intentar encontrar un medio de proteger los cultivos que no hiciera necesario tener que recurrir a estos métodos letales para evitar conflictos con otros animales. Pero, en cualquiera caso, se trata de una situación categorialmente diferente al hecho de explotar animales para servirnos de alimento o de vestimenta o cualquier otra finalidad.

¿Si no pudiéramos vivir sin matar a otros humanos que nos atacaran o que atacaran nuestros cultivos acaso esto justificaría que levantáramos granjas y mataderos para poder criar y comer a seres humanos?


Si uno reflexiona sobre el argumento de Bertonatti puede ver claramente que es una postura absurda y que está confundiendo categorías mediante una falacia de asociación. El mero hecho de que en dos situaciones haya causación de muerte no las convierte en equivalentes. Causar la muerte de alguien de forma totalmente accidental no es lo mismo que matar a alguien con propósito intencionado. Causar la muerte de un agresor para defender nuestra vida no es lo mismo que matar a un inocente para obtener un beneficio de su muerte. No es lo mismo ni siquiera a nivel empírico, fáctico, ni menos aún en sentido moral.


El argumento de Bertonatti se basa en el criterio de asumir que si en una situación concreta yo no puedo evitar matar para defenderme entonces de esto se deriva que está bien que mate sistemáticamente a otros individuos para beneficiarme. Pero no hay ninguna conexión lógica entre la premisa y la conclusión, aparte de la presencia del hecho mismo de la muerte. Estamos ante lo que en lógica se conoce como un non-sequitur (javascript:void(0)). Y es, también, una falacia de asociación, que pretende equiparar dos hechos o dos nociones basándose exclusivamente en que hay un elemento común entre ellas.

La explotación animal no se basa en la auto-defensa (en proteger nuestra vida ante un ataque) sino en el deseo de obtener un beneficio, y este beneficio se reduce habitualmente al placer que nos causa comer animales o vestir con trozos de animales. Ésta es la única excusa que tenemos para alegar: nos da gusto saborear cadáveres y secreciones orgánicas de otros animales y llevar puestos trozos y pelos arrancados de sus cuerpos.

Como acertadamente señala el profesor Gary Francione (http://enfoqueabolicionista.blogspot.com.es/2013/05/una-cuestion-de-gusto-que-afecta-al.html), respondiendo a esta misma polémica suscitada en el ámbito anglosajón:

«La mejor excusa que tenemos para infligir sufrimiento y muerte a 56 mil millones de animales es que saben bien. Decimos que está mal causar sufrimiento innecesario a los animales, pero al mismo tiempo lo estamos causando sistemáticamente.» En conclusión, el artículo de Claudio Bertonatti debería retitularse: "Promover la confusión sobre el veganismo" o algo parecido. Porque para lo único que sirve su artículo es para evidenciar que su autor vive en la absoluta confusión y promueve la confusión a los demás.

Y si su intención era difamar el veganismo, como así parece, creo que el efecto que ha conseguido, de acuerdo a lo que he estado leyendo los foros, ha resultado ser justo el contrario.



Publicado por Luis Tovar