Vettel
11-abr-2014, 11:30
¿DÓNDE ESTÁ VICTORIA?
El pasado 6 de diciembre, una tigresa llamada Victoria atacó a su entrenador en plena función. Sucedió en el Circo Gottani, en la primera jornada de su gira por Madrid. Durante las horas posteriores al ataque, todos los medios se hicieron eco de la noticia y el vídeo corrió como la pólvora por las redes sociales: un animal salvaje, con sus poderosas garras y sus poderosos dientes, se había abalanzado sobre el cuello de un humano. Ésa era la noticia. Y después, una cortina de humo (literalmente) impidió saber qué le sucedía a Victoria.
La tigresa no atacó por el mero hecho de ser salvaje, atacó porque los animales salvajes no deberían estar encerrados en una carpa en el centro de Madrid, actuando a las órdenes de un látigo. No estaba enferma ni sufría celos de sus compañeras tal y como declararon los responsables del circo. Estaba en un lugar que no le correspondía, encerrada, rodeada de otros animales con los que nunca compartiría territorio en su hábitat natural, sometida a un estrés constante, con un espacio insuficiente, con una dieta artificial. No se trataba de un hecho aislado ni casual. Los animales encerrados en los circos sufren física y emocionalmente, frecuentemente intentan escapar, se niegan a actuar, se rebelan, atacan… Utilizan todos los recursos que tienen para mostrar su rechazo de la situación, para demostrar que necesitan ser libres, que merecen una vida digna sin ser sometidos al encierro, a los constantes traslados, a los violentos entrenamientos.
Denny Gottani, el domador, está bien. Ya ha vuelto a su negocio, el de explotar animales para ganar dinero a su costa. De Victoria, en cambio, no se sabe nada. Lo último que pudimos ver, antes de que el humo nos cegara, fue cómo era castigada con palos por su osadía al levantarse contra su explotador. Algunos individuos y colectivos se movilizaron para reivindicar la seguridad de la tigresa, para intentar garantizar que no fuera castigada ni sacrificada tal y como manifestaban algunos medios, para exigir que fuera trasladada a un lugar en el que pudiera vivir sus días con dignidad.
Un mes más tarde, informaban a través de Telemadrid de que la tigresa no actuaría más, pero continuaría siendo propiedad del Circo Gottani. ¿Qué hace un circo con una tigresa que no le da beneficio? ¿Qué ha sucedido realmente con Victoria? No es poco frecuente que los negocios circenses vendan a los animales que les dan problemas a zoos o a particulares, y que les cambien de nombre para hacerles desaparecer. O que sigan obligándoles a actuar, ocultándole al público su rebeldía para que no les vean como un peligro. Cuando pasa la noticia, cuando ya a nadie le importa, se pierde la pista, y cualquier cosa puede estar sucediéndole al animal que se ha atrevido a enfrentarse a su explotación. Pero a nosotras nos importa, hemos buscado y hemos preguntado. Sin embargo, a día de hoy, el Circo Gottani se niega a informarnos sobre el paradero de la tigresa.
Sabemos que es una de tantas, una entre los miles de millones de animales no humanos que sufren en el mundo; pero no queremos que caiga en el olvido, porque si podemos olvidar a quien consiguió hacerse oír, ¿qué pasará con todos aquellos a quienes nadie escucha?
Por ella, por su valentía, porque esperamos que algún día pueda vivir en un lugar donde se la respete y no sea tratada como un recurso, exigimos saber qué ha pasado con Victoria y exigimos que termine su esclavitud y la de los demás animales. Por eso hacemos un llamamiento a la movilización contra el Circo Gottani en todas las ciudades por las que pase, y contra todos los circos que utilizan animales. Por quienes, como Victoria, día tras día se rebelan contra el encierro, y también por quienes no tienen fuerzas para intentarlo.
El pasado 6 de diciembre, una tigresa llamada Victoria atacó a su entrenador en plena función. Sucedió en el Circo Gottani, en la primera jornada de su gira por Madrid. Durante las horas posteriores al ataque, todos los medios se hicieron eco de la noticia y el vídeo corrió como la pólvora por las redes sociales: un animal salvaje, con sus poderosas garras y sus poderosos dientes, se había abalanzado sobre el cuello de un humano. Ésa era la noticia. Y después, una cortina de humo (literalmente) impidió saber qué le sucedía a Victoria.
La tigresa no atacó por el mero hecho de ser salvaje, atacó porque los animales salvajes no deberían estar encerrados en una carpa en el centro de Madrid, actuando a las órdenes de un látigo. No estaba enferma ni sufría celos de sus compañeras tal y como declararon los responsables del circo. Estaba en un lugar que no le correspondía, encerrada, rodeada de otros animales con los que nunca compartiría territorio en su hábitat natural, sometida a un estrés constante, con un espacio insuficiente, con una dieta artificial. No se trataba de un hecho aislado ni casual. Los animales encerrados en los circos sufren física y emocionalmente, frecuentemente intentan escapar, se niegan a actuar, se rebelan, atacan… Utilizan todos los recursos que tienen para mostrar su rechazo de la situación, para demostrar que necesitan ser libres, que merecen una vida digna sin ser sometidos al encierro, a los constantes traslados, a los violentos entrenamientos.
Denny Gottani, el domador, está bien. Ya ha vuelto a su negocio, el de explotar animales para ganar dinero a su costa. De Victoria, en cambio, no se sabe nada. Lo último que pudimos ver, antes de que el humo nos cegara, fue cómo era castigada con palos por su osadía al levantarse contra su explotador. Algunos individuos y colectivos se movilizaron para reivindicar la seguridad de la tigresa, para intentar garantizar que no fuera castigada ni sacrificada tal y como manifestaban algunos medios, para exigir que fuera trasladada a un lugar en el que pudiera vivir sus días con dignidad.
Un mes más tarde, informaban a través de Telemadrid de que la tigresa no actuaría más, pero continuaría siendo propiedad del Circo Gottani. ¿Qué hace un circo con una tigresa que no le da beneficio? ¿Qué ha sucedido realmente con Victoria? No es poco frecuente que los negocios circenses vendan a los animales que les dan problemas a zoos o a particulares, y que les cambien de nombre para hacerles desaparecer. O que sigan obligándoles a actuar, ocultándole al público su rebeldía para que no les vean como un peligro. Cuando pasa la noticia, cuando ya a nadie le importa, se pierde la pista, y cualquier cosa puede estar sucediéndole al animal que se ha atrevido a enfrentarse a su explotación. Pero a nosotras nos importa, hemos buscado y hemos preguntado. Sin embargo, a día de hoy, el Circo Gottani se niega a informarnos sobre el paradero de la tigresa.
Sabemos que es una de tantas, una entre los miles de millones de animales no humanos que sufren en el mundo; pero no queremos que caiga en el olvido, porque si podemos olvidar a quien consiguió hacerse oír, ¿qué pasará con todos aquellos a quienes nadie escucha?
Por ella, por su valentía, porque esperamos que algún día pueda vivir en un lugar donde se la respete y no sea tratada como un recurso, exigimos saber qué ha pasado con Victoria y exigimos que termine su esclavitud y la de los demás animales. Por eso hacemos un llamamiento a la movilización contra el Circo Gottani en todas las ciudades por las que pase, y contra todos los circos que utilizan animales. Por quienes, como Victoria, día tras día se rebelan contra el encierro, y también por quienes no tienen fuerzas para intentarlo.