Snickers
16-ene-2008, 04:42
http://www.haztevegetariano.com/modules.php?goto=Svst165_925
Entrevista a David Román, el primer papá de un niño vegano de España
¿Cómo empezaste en el vegetarianismo?
Cuando empecé a pensar en hacerme vegetariano, no podía imaginar todo el camino que tenía por delante. Tenía 22 años, y ni siquiera hoy sería capaz de decir con certeza qué fue lo que me hizo entrar en contacto con el vegetarianismo. No sé muy bien si fue fruto de la coincidencia o estaba contemplado en mi destino, la cuestión es que después de algunas pequeñas referencias en mi hogar (mi madre tenía algunos libros antiguos de medicina naturista), en 1989 tropecé con el libro de Vic Sussman "La alternativa vegetariana" (Ed. Integral), y fue entonces cuando comprendí que se abría ante mi todo un estilo de vida. Este libro me abrió los ojos, y después de "devorarlo" con avidez, comprendí que jamás volvería a ser capaz de comer carne.
Allí comenzó un largo camino de cambios en mi vida. Durante los siguientes 7 años, mantuve una dieta ovo-lacto-vegetariana. La idea de evitar la muerte de animales inocentes estaba ahí, pero mi postura se basaba en cuestiones de salud principalmente. Por esa razón nunca había llegado a plantearme el dejar de consumir otros productos de origen animal, como los huevos o los lácteos. Es más, seguía considerando que los productos lácteos eran esenciales en una dieta sana, un prejuicio que tenemos muy grabado en el subconsciente (gracias a las insidiosas publicidades que nos bombardean). De modo que, cuando oí hablar del veganismo por primera vez realmente me conmocionó. Me parecía algo difícil de alcanzar... ahora todo es muy distinto, ya sé que no es mucho más complejo que aquel paso de dejar de comer carne.
Lo que realmente me impulsó a adoptar el veganismo fue el hecho de conocer a Francisco Martín, nuestro infatigable activista vegano, fundador de AVE (Asociación Vegana Española, http://www.ivu.org/ave) y durante varios años Secretario General de la IVU (Unión Vegetariana Internacional, http://www.ivu.org/spanish). Sus expresivos escritos y su cordial personalidad me transmitieron su entusiasmo por los animales. Gracias a internet pude encontrar otros textos ingleses y americanos, que me fueron poco a poco convenciendo de que ser vegetariano es en realidad una "solución a medias", que al igual que la industria cárnica no es ética, mucho menos lo es la producción de lácteos o huevos, y por tanto también se debían rechazar. Cuando realmente acepté en mi interior los razonamientos de la postura vegana, comprendí que no debía seguir consumiendo ningún producto de origen animal. En el plazo de unos pocos meses dejé de hacerlo por completo. No podía negar la realidad: que se trataba del único estilo de vida éticamente coherente. Para defender los intereses de los animales, es preciso evitar su explotación bajo cualquier forma.
Ahora, tras más de 4 años de estilo de vida vegano, estoy convencido de que es la mejor opción que pude haber tomado. Debo confesar que abandoné los productos lácteos sólo por razones éticas. Sin embargo, posteriormente estuve recopilando montones de información sobre los aspectos negativos para la salud de tales productos, que paradójicamente son muchos y muy importantes, hasta el punto de convertirme en un "anti-lácteos" convencido, lo cual me llevó a publicar una completa web sobre el tema (http://www.geocities.com/vegania/noleche).
La verdad es que en mi entorno familiar no había ningún vegetariano, aunque después algunos familiares se han hecho vegetarianos o se han aproximado un poco. Tomé contacto con la asociación vegetariana de mi ciudad, aunque está compuesta casi exclusivamente por ancianos que tienen una visión bastante especial del tema, y quiero decir con esto que en muchas ocasiones, la sensación de soledad ha sido bastante importante por no tener gente con quien compartir experiencias, y esto me ha llevado siempre a contactar con otras personas de todo el país (e incluso del extranjero). El hecho de contar con el apoyo de mi mujer, Estrella, fue un gran refuerzo en mi andadura, y aunque ella llevaba menos tiempo de vegetariana, juntos empezamos en el estilo de vida vegano y hemos compartido la experiencia. Pero sin duda la mayor satisfacción ha sido la llegada de nuestro pequeño bebé Leo.
¿En qué consiste (o va a consistir) la dieta de vuestro hijo?
En estos momentos, a los 10 meses, nuestro hijo está tomando todavía leche materna fundamentalmente. Empezamos a introducirle diversas frutas a los 6 meses, y acabamos de empezar con los primeros purés de verduras para que vaya familiarizándose con los nuevos sabores, pero todavía los consume como algo complementario. Procuramos seguir el calendario de introducción de alimentos propuesto por los higienistas, que recomienda no introducir las frutas antes de los seis meses (más o menos cuando empiezan a tener dientes), esperar a introducir las hortalizas hasta el año de edad, y los cereales y legumbres hasta los 2 años (o al menos hasta el año y medio, pues por lo visto el sistema digestivo no está bien preparado hasta entonces para asimilar los almidones). La lactancia se mantendrá mientras sea posible.
Todo esto, claro, siempre que la madre pueda proporcionarle suficiente cantidad de leche y que tenga la calidad suficiente para un crecimiento normal, lo cual con una dieta vegana es algo totalmente normal salvo que la madre tenga algún problema añadido. La nutrición que recibe el niño a través de la leche procede de la dieta que consuma la madre, y debe ser equilibrada, completa y variada. En caso de lactancia insuficiente, en las farmacias existen leches de fórmula a base de soja, elaboradas no especialmente para veganos sino porque algunos niños presentan intolerancia a las leches de origen animal.
¿En qué se diferencia un vegano de un vegetariano?
El vegano tiene una postura ética más comprometida respecto a los derechos de los animales. Mientras que el veganismo reconoce el derecho propio de los animales a existir por sus propias razones y no como bienes de consumo para los humanos, el vegetarianismo no alcanza una visión tan global.
Un vegetariano puede serlo por motivos de salud exclusivamente, pero si también le preocupan las cuestiones éticas, considerará importante el respeto a la vida y por tanto no deseará que se tenga que dar muerte a un animal para alimentarse. Sin embargo, puede pensar que el consumo de huevos o productos lácteos es éticamente correcto. Esto en sí es un contrasentido, pues aunque tendemos a pensar que los animales son máquinas de producir leche o huevos, la realidad es muy distinta y para obtener el máximo rendimiento son objeto de toda clase de vejaciones e imposiciones contrarias a su naturaleza que inevitablemente les causan dolor y sufrimiento. Y finalmente también acaban en el matadero mucho antes de lo que su esperanza de vida normal les permitiría: simplemente cuando su producción desciende y dejan de ser rentables. Si matar es cruel, es mucho más cruel torturar día tras día y finalmente matar.
De todos modos, hacerse (ovo-lacto-)vegetariano ya es dar un gran paso, y considero que el término "vegetariano" es genérico y debe englobar a todos los distintos enfoques que hay dentro de esta amplia forma de ver las cosas. Cualquier paso que se dé hacia el veganismo, por pequeño que sea, es positivo para el propio bienestar y el de los animales.
¿Qué tienen de malo la leche o los huevos llamados “biológicos” o “ecológicos”?
Indudablemente los lácteos o huevos de producción "ecológica" poseen ciertas ventajas sobre los convencionales, entre ellas que están libres de residuos químicos nocivos y que los animales han gozado de ciertas condiciones de cría estandarizadas como "humanas" o "que respetan sus inclinaciones naturales". Siguiendo este razonamiento, se podría llegar a defender la idea de que comer carne "ecológica" también es éticamente aceptable. Lo que sucede con este planteamiento es que no va a la raíz, el hecho de que no somos dueños de los animales y que éstos existen por sus propias razones. No debemos utilizarlos como instrumentos, aunque en nuestra evolución histórica haya sido necesario. El ser humano no necesita productos de origen animal para sobrevivir, no necesitamos explotar a ningún animal y por tanto hacerlo es un capricho injustificado. Aunque los animales vivan en condiciones aceptables, seguirán siendo sometidos a ciertas prácticas necesarias en el contexto del sistema productivo: selección por sexos ("descartar" a los machos), embarazos o inseminaciones forzadas y continuadas, vidas acortadas en función de la duración productiva, posibles castraciones, amputaciones, etc. Pero dejando al margen todo esto, se ha demostrado que todos los productos de origen animal son perjudiciales para la salud humana, incluso los de producción ecológica, por su propia composición intrínseca. La carne ya se sabe; los huevos son el alimento más rico en colesterol, y los lácteos ("carne líquida") están relacionados con una larga lista de problemas que van desde las alergias o el asma hasta ciertos tipos de cáncer pasando por las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la osteoporosis. Cuando además estos productos no son ecológicos, los contaminantes no hacen más que agravar el problema, acompañados con una buena proporción de hormonas, antibióticos, etc. Además, la ganadería en sí misma es antiecológica, por el despilfarro de nutrientes, de agua y de energía que requieren, y por los residuos contaminantes que generan. De modo que por un gran número de razones el veganismo es la opción más sana y respetuosa con los animales y el medio ambiente.
Entrevista a David Román, el primer papá de un niño vegano de España
¿Cómo empezaste en el vegetarianismo?
Cuando empecé a pensar en hacerme vegetariano, no podía imaginar todo el camino que tenía por delante. Tenía 22 años, y ni siquiera hoy sería capaz de decir con certeza qué fue lo que me hizo entrar en contacto con el vegetarianismo. No sé muy bien si fue fruto de la coincidencia o estaba contemplado en mi destino, la cuestión es que después de algunas pequeñas referencias en mi hogar (mi madre tenía algunos libros antiguos de medicina naturista), en 1989 tropecé con el libro de Vic Sussman "La alternativa vegetariana" (Ed. Integral), y fue entonces cuando comprendí que se abría ante mi todo un estilo de vida. Este libro me abrió los ojos, y después de "devorarlo" con avidez, comprendí que jamás volvería a ser capaz de comer carne.
Allí comenzó un largo camino de cambios en mi vida. Durante los siguientes 7 años, mantuve una dieta ovo-lacto-vegetariana. La idea de evitar la muerte de animales inocentes estaba ahí, pero mi postura se basaba en cuestiones de salud principalmente. Por esa razón nunca había llegado a plantearme el dejar de consumir otros productos de origen animal, como los huevos o los lácteos. Es más, seguía considerando que los productos lácteos eran esenciales en una dieta sana, un prejuicio que tenemos muy grabado en el subconsciente (gracias a las insidiosas publicidades que nos bombardean). De modo que, cuando oí hablar del veganismo por primera vez realmente me conmocionó. Me parecía algo difícil de alcanzar... ahora todo es muy distinto, ya sé que no es mucho más complejo que aquel paso de dejar de comer carne.
Lo que realmente me impulsó a adoptar el veganismo fue el hecho de conocer a Francisco Martín, nuestro infatigable activista vegano, fundador de AVE (Asociación Vegana Española, http://www.ivu.org/ave) y durante varios años Secretario General de la IVU (Unión Vegetariana Internacional, http://www.ivu.org/spanish). Sus expresivos escritos y su cordial personalidad me transmitieron su entusiasmo por los animales. Gracias a internet pude encontrar otros textos ingleses y americanos, que me fueron poco a poco convenciendo de que ser vegetariano es en realidad una "solución a medias", que al igual que la industria cárnica no es ética, mucho menos lo es la producción de lácteos o huevos, y por tanto también se debían rechazar. Cuando realmente acepté en mi interior los razonamientos de la postura vegana, comprendí que no debía seguir consumiendo ningún producto de origen animal. En el plazo de unos pocos meses dejé de hacerlo por completo. No podía negar la realidad: que se trataba del único estilo de vida éticamente coherente. Para defender los intereses de los animales, es preciso evitar su explotación bajo cualquier forma.
Ahora, tras más de 4 años de estilo de vida vegano, estoy convencido de que es la mejor opción que pude haber tomado. Debo confesar que abandoné los productos lácteos sólo por razones éticas. Sin embargo, posteriormente estuve recopilando montones de información sobre los aspectos negativos para la salud de tales productos, que paradójicamente son muchos y muy importantes, hasta el punto de convertirme en un "anti-lácteos" convencido, lo cual me llevó a publicar una completa web sobre el tema (http://www.geocities.com/vegania/noleche).
La verdad es que en mi entorno familiar no había ningún vegetariano, aunque después algunos familiares se han hecho vegetarianos o se han aproximado un poco. Tomé contacto con la asociación vegetariana de mi ciudad, aunque está compuesta casi exclusivamente por ancianos que tienen una visión bastante especial del tema, y quiero decir con esto que en muchas ocasiones, la sensación de soledad ha sido bastante importante por no tener gente con quien compartir experiencias, y esto me ha llevado siempre a contactar con otras personas de todo el país (e incluso del extranjero). El hecho de contar con el apoyo de mi mujer, Estrella, fue un gran refuerzo en mi andadura, y aunque ella llevaba menos tiempo de vegetariana, juntos empezamos en el estilo de vida vegano y hemos compartido la experiencia. Pero sin duda la mayor satisfacción ha sido la llegada de nuestro pequeño bebé Leo.
¿En qué consiste (o va a consistir) la dieta de vuestro hijo?
En estos momentos, a los 10 meses, nuestro hijo está tomando todavía leche materna fundamentalmente. Empezamos a introducirle diversas frutas a los 6 meses, y acabamos de empezar con los primeros purés de verduras para que vaya familiarizándose con los nuevos sabores, pero todavía los consume como algo complementario. Procuramos seguir el calendario de introducción de alimentos propuesto por los higienistas, que recomienda no introducir las frutas antes de los seis meses (más o menos cuando empiezan a tener dientes), esperar a introducir las hortalizas hasta el año de edad, y los cereales y legumbres hasta los 2 años (o al menos hasta el año y medio, pues por lo visto el sistema digestivo no está bien preparado hasta entonces para asimilar los almidones). La lactancia se mantendrá mientras sea posible.
Todo esto, claro, siempre que la madre pueda proporcionarle suficiente cantidad de leche y que tenga la calidad suficiente para un crecimiento normal, lo cual con una dieta vegana es algo totalmente normal salvo que la madre tenga algún problema añadido. La nutrición que recibe el niño a través de la leche procede de la dieta que consuma la madre, y debe ser equilibrada, completa y variada. En caso de lactancia insuficiente, en las farmacias existen leches de fórmula a base de soja, elaboradas no especialmente para veganos sino porque algunos niños presentan intolerancia a las leches de origen animal.
¿En qué se diferencia un vegano de un vegetariano?
El vegano tiene una postura ética más comprometida respecto a los derechos de los animales. Mientras que el veganismo reconoce el derecho propio de los animales a existir por sus propias razones y no como bienes de consumo para los humanos, el vegetarianismo no alcanza una visión tan global.
Un vegetariano puede serlo por motivos de salud exclusivamente, pero si también le preocupan las cuestiones éticas, considerará importante el respeto a la vida y por tanto no deseará que se tenga que dar muerte a un animal para alimentarse. Sin embargo, puede pensar que el consumo de huevos o productos lácteos es éticamente correcto. Esto en sí es un contrasentido, pues aunque tendemos a pensar que los animales son máquinas de producir leche o huevos, la realidad es muy distinta y para obtener el máximo rendimiento son objeto de toda clase de vejaciones e imposiciones contrarias a su naturaleza que inevitablemente les causan dolor y sufrimiento. Y finalmente también acaban en el matadero mucho antes de lo que su esperanza de vida normal les permitiría: simplemente cuando su producción desciende y dejan de ser rentables. Si matar es cruel, es mucho más cruel torturar día tras día y finalmente matar.
De todos modos, hacerse (ovo-lacto-)vegetariano ya es dar un gran paso, y considero que el término "vegetariano" es genérico y debe englobar a todos los distintos enfoques que hay dentro de esta amplia forma de ver las cosas. Cualquier paso que se dé hacia el veganismo, por pequeño que sea, es positivo para el propio bienestar y el de los animales.
¿Qué tienen de malo la leche o los huevos llamados “biológicos” o “ecológicos”?
Indudablemente los lácteos o huevos de producción "ecológica" poseen ciertas ventajas sobre los convencionales, entre ellas que están libres de residuos químicos nocivos y que los animales han gozado de ciertas condiciones de cría estandarizadas como "humanas" o "que respetan sus inclinaciones naturales". Siguiendo este razonamiento, se podría llegar a defender la idea de que comer carne "ecológica" también es éticamente aceptable. Lo que sucede con este planteamiento es que no va a la raíz, el hecho de que no somos dueños de los animales y que éstos existen por sus propias razones. No debemos utilizarlos como instrumentos, aunque en nuestra evolución histórica haya sido necesario. El ser humano no necesita productos de origen animal para sobrevivir, no necesitamos explotar a ningún animal y por tanto hacerlo es un capricho injustificado. Aunque los animales vivan en condiciones aceptables, seguirán siendo sometidos a ciertas prácticas necesarias en el contexto del sistema productivo: selección por sexos ("descartar" a los machos), embarazos o inseminaciones forzadas y continuadas, vidas acortadas en función de la duración productiva, posibles castraciones, amputaciones, etc. Pero dejando al margen todo esto, se ha demostrado que todos los productos de origen animal son perjudiciales para la salud humana, incluso los de producción ecológica, por su propia composición intrínseca. La carne ya se sabe; los huevos son el alimento más rico en colesterol, y los lácteos ("carne líquida") están relacionados con una larga lista de problemas que van desde las alergias o el asma hasta ciertos tipos de cáncer pasando por las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la osteoporosis. Cuando además estos productos no son ecológicos, los contaminantes no hacen más que agravar el problema, acompañados con una buena proporción de hormonas, antibióticos, etc. Además, la ganadería en sí misma es antiecológica, por el despilfarro de nutrientes, de agua y de energía que requieren, y por los residuos contaminantes que generan. De modo que por un gran número de razones el veganismo es la opción más sana y respetuosa con los animales y el medio ambiente.