Lagosuchus
25-mar-2013, 14:41
Muere el toro Ratón, una cornuda estrella de rock
http://blogs.publico.es/henrique-marino/files/2013/03/toro-raton2.jpg
Este domingo ha muerto España, ese país que se divierte viendo agonizar a sus hijos. La biografía de Ratón cabe en un obituario breve, pero la sangre derramada tinta la página entera. Era el Justin Bieber de los corrales, la cornuda estrella de rock que arrastraba a la masas hasta el coso. El animal languidecía en la arena y, a cada muerto, el cheque medraba. “No es bruto como los demás, que actúan por instinto y chocan contra todo”, le dijo una vez su dueño a Juan Diego Quesada. “Éste piensa, analiza y después ataca”. En Xátiva pagaron 10.000 euros por tenerlo una hora a la busca y captura de un incauto. Antes de morir en la finca Ràfol, donde había nacido en los albores del siglo XXI, enterró a dos y dejó un reguero de sietes.
Ratón, un toro ebrio de estrés, casi estira la pata en los escenarios, como una diva de la copla. Días antes, había sido contratado para dar lustre a un encierro en Valencia, donde se había prodigado. Luego, renqueante, se fue achicando, hasta que el parte médico di paso al certificado de defunción: “Por la mañana se levantó, pero ha vuelto a recostarse para no recuperarse más”. Un taxidermista sala ahora su piel para perpetuar la vergúenza de pagar doce euros por ver cómo cornean a un paisano en la arena de un país disecado que ya no se reconoce vivo y coleando.
España era una fiesta y ahora luce enlutada. Se va el toro viral, pero nos quedan pollos enterrados, ardillas decapitadas, morlacos lanceados, cabras voladoras, gallos degollados, hormigas avinagradas, pavos en caída libre, reses emboladas, burros derreados… Un vademécum del maltrato forrado de rito popular, que es la excusa del español de toda la vida que se niega a someterse al dictado de la evolución. En fin, ha muerto un icono de nombre Ratón, al que los animales osaron llamarle asesino.
Siento la vida de abuso que ha tenido que pasar el pobre mío.
http://blogs.publico.es/henrique-marino/files/2013/03/toro-raton2.jpg
Este domingo ha muerto España, ese país que se divierte viendo agonizar a sus hijos. La biografía de Ratón cabe en un obituario breve, pero la sangre derramada tinta la página entera. Era el Justin Bieber de los corrales, la cornuda estrella de rock que arrastraba a la masas hasta el coso. El animal languidecía en la arena y, a cada muerto, el cheque medraba. “No es bruto como los demás, que actúan por instinto y chocan contra todo”, le dijo una vez su dueño a Juan Diego Quesada. “Éste piensa, analiza y después ataca”. En Xátiva pagaron 10.000 euros por tenerlo una hora a la busca y captura de un incauto. Antes de morir en la finca Ràfol, donde había nacido en los albores del siglo XXI, enterró a dos y dejó un reguero de sietes.
Ratón, un toro ebrio de estrés, casi estira la pata en los escenarios, como una diva de la copla. Días antes, había sido contratado para dar lustre a un encierro en Valencia, donde se había prodigado. Luego, renqueante, se fue achicando, hasta que el parte médico di paso al certificado de defunción: “Por la mañana se levantó, pero ha vuelto a recostarse para no recuperarse más”. Un taxidermista sala ahora su piel para perpetuar la vergúenza de pagar doce euros por ver cómo cornean a un paisano en la arena de un país disecado que ya no se reconoce vivo y coleando.
España era una fiesta y ahora luce enlutada. Se va el toro viral, pero nos quedan pollos enterrados, ardillas decapitadas, morlacos lanceados, cabras voladoras, gallos degollados, hormigas avinagradas, pavos en caída libre, reses emboladas, burros derreados… Un vademécum del maltrato forrado de rito popular, que es la excusa del español de toda la vida que se niega a someterse al dictado de la evolución. En fin, ha muerto un icono de nombre Ratón, al que los animales osaron llamarle asesino.
Siento la vida de abuso que ha tenido que pasar el pobre mío.