Chaia
21-ene-2013, 23:59
Qué asco me da. Pero qué asco, qué asco me da toda esta gentuza.
Fuente: El Confidencial.com (http://www.elconfidencial.com/espana/2013/01/20/la-escopeta-nacional-sigue-disparando-113144/). Copio y pego (he respetado la negrita del original):
[QUOTE] "El acecho, la adrenalina, el enfrentamiento con el animal....". José Antonio no sabe enumerar sus razones para cazar sin atropellarse con las palabras. "Es algo que me apasiona", se disculpa. Y que lo hace desde que tuvo la edad legal para practicarla, con 14 años, hace ya más de tres décadas. A este hostelero la veteranía le ha enseñado, no obstante, que salir a cazar "no consiste solo en pasarlo bien" y defiende que la actividad cinegética es "indispensable en el control de población" de determinadas especies. "Lo he comprobado con mis propios ojos", sentencia.
Pero en la caza, como en cualquier otro asunto, las motivaciones pueden cambiar si remontamos el vuelo por encima de las alturas del hombre común. Hay monterías en las que lo de menos es la pieza a batir y concurren cazadores no tan interesados en la adrenalina o el control de la fauna como en la propia compañía. En particular, si en la jornada cinegética puede codearse con ministros, altos cargos del Estado y significados miembros de la jet set.
Así ocurrió en la que se celebró a principios de mes en una finca del empresario Alberto Alcocer, que linda con el Parque Nacional de Cabañeros, en Ciudad Real, y que contó con la presencia del propio director general de Parques Nacionales, Basilio Rada. Los asistentes no llegaron a entrar en el recinto protegido –aunque estaba previsto hacerlo– y Rada asegura que no empuñó arma alguna, pero críticos y ecologistas denuncian que no por ello el patinazo deja de serlo. En pleno debate sobre el cambio de la Ley de Parques Naturales –entre otras posibles reformas, para permitir la caza en su interior–, parece poca coincidencia encontrar al máximo responsable de estos espacios socializando con los grandes interesados en la reforma normativa. Y de serlo, se trata sin duda de una muy desafortunada.
Aunque los encuentros cinegéticos de altos vuelos no son habitualmente noticia, cada vez lo es más su abundancia en tiempos de crisis. Mientras los precios bajan y la actividad se resiente entre el cliente de clase media del sector, las grandes citas –en fincas emblemáticas, con asistentes distinguidos y alojamientos de lujo– gozan de la misma salud de siempre "o más". Así lo explican fuentes de una agencia internacional dedicada a organizar cacerías privadas en España que actúa como intermediaria entre los clientes y los propietarios de las fincas nacionales. Un escenario cinegético "privilegiado en el mundo", explican en la discreta compañía, por su diversidad de hábitats, el factor climático y la estabilidad del marco legal. Por eso y porque España, apuntan, ofrece un completo circuito de fincas consagradas a la caza privada para grandes personalidades.
Una de las más conocidas es El Rincón de los Canchos, en Madrid, propiedad del empresario Isidro Aguado. Allí jabalíes, muflones y venados caen con frecuencia bajo las escopetas más ilustres de la capital e incluso de más allá. Por ejemplo, la de Saif al Islam Gadafi, hijo de Muamar el Gadafi, que cazó en ella en 2010 invitado por Alejandro Agag. Entonces se publicó que la montería le había costado a Agag 160.000 euros –8.000 euros por cada uno de los 20 selectos puestos–, una inversión que anticipaba la proyectada incursión financiera del yerno del expresidente José María Aznar en Libia.
El ejemplo habla por sí solo: conjugado con una agenda surtida, un terreno bien poblado de perdices o ciervos puede brindar mejores oportunidades de negocio que muchas mesas de Consejo de Administración, y quizá por eso muchos optan por adquirir su propia parcela y ejercer de anfitriones. Así lo hizo el expresidente de Banesto Mario Conde con Los Carrizos, en Sevilla, de cuyas 4.000 hectáreas presumía en 2008 en la revista Vanity Fair y por las que han pasado algunas de las escopetas más insignes del país.
El exbanquero siguió de este modo el ejemplo del polifacético Juan Abelló –hoy uno de los primeros accionistas de Sacyr Vallehermoso–, cicerone original de Conde en el Olimpo empresarial español y a quien fichó en 1976 como director general adjunto de su empresa familiar, Laboratorios Abelló. Con 40.000 hectáreas en su haber –entre otras, las de Dehesa del Lobillo en Ciudad Real, y Las Navas en Toledo– y la siempre lustrosa asiduidad del Rey, Abelló no es solo uno de los primeros empresarios, terratenientes y coleccionistas de arte del país: también es uno de sus cazadores y anfitriones cinegéticos más activos.
Pero la competencia es feroz a estas alturas del organigrama social y frente a la cantidad de unos, otros apuestan por la calidad. Entre otros lujos, la finca de El Castaño de Emilio Botín acoge en sus 11.000 hectáreas de suelo en Ciudad Real un aeródromo habilitado para el aterrizaje de aviones a reacción y hasta diez torres de observación desde las que otear corzos, venados y jabalíes. La de su vecino Gerald Grosvenor –duque de Westminster y una de las grandes fortunas del mundo– no le va a la zaga, ya que La Garganta ha sido destino histórico de aristócratas europeos como Grace Kelly y su hija Carolina de Mónaco y, más recientemente, los príncipes Guillermo y Enrique de Inglaterra. En su visita a España en 2004, George Bush padre prefirió por su parte disparar en Los Llanos –propiedad de la marquesa Bárbara Gutiérrez Maturana en Guadalajara–, donde tuvo la oportunidad de conocer al entonces ministro de Defensa, José Bono, a través de lo que él mismo denominó "amigos comunes".
(sigue)...
Fuente: El Confidencial.com (http://www.elconfidencial.com/espana/2013/01/20/la-escopeta-nacional-sigue-disparando-113144/). Copio y pego (he respetado la negrita del original):
[QUOTE] "El acecho, la adrenalina, el enfrentamiento con el animal....". José Antonio no sabe enumerar sus razones para cazar sin atropellarse con las palabras. "Es algo que me apasiona", se disculpa. Y que lo hace desde que tuvo la edad legal para practicarla, con 14 años, hace ya más de tres décadas. A este hostelero la veteranía le ha enseñado, no obstante, que salir a cazar "no consiste solo en pasarlo bien" y defiende que la actividad cinegética es "indispensable en el control de población" de determinadas especies. "Lo he comprobado con mis propios ojos", sentencia.
Pero en la caza, como en cualquier otro asunto, las motivaciones pueden cambiar si remontamos el vuelo por encima de las alturas del hombre común. Hay monterías en las que lo de menos es la pieza a batir y concurren cazadores no tan interesados en la adrenalina o el control de la fauna como en la propia compañía. En particular, si en la jornada cinegética puede codearse con ministros, altos cargos del Estado y significados miembros de la jet set.
Así ocurrió en la que se celebró a principios de mes en una finca del empresario Alberto Alcocer, que linda con el Parque Nacional de Cabañeros, en Ciudad Real, y que contó con la presencia del propio director general de Parques Nacionales, Basilio Rada. Los asistentes no llegaron a entrar en el recinto protegido –aunque estaba previsto hacerlo– y Rada asegura que no empuñó arma alguna, pero críticos y ecologistas denuncian que no por ello el patinazo deja de serlo. En pleno debate sobre el cambio de la Ley de Parques Naturales –entre otras posibles reformas, para permitir la caza en su interior–, parece poca coincidencia encontrar al máximo responsable de estos espacios socializando con los grandes interesados en la reforma normativa. Y de serlo, se trata sin duda de una muy desafortunada.
Aunque los encuentros cinegéticos de altos vuelos no son habitualmente noticia, cada vez lo es más su abundancia en tiempos de crisis. Mientras los precios bajan y la actividad se resiente entre el cliente de clase media del sector, las grandes citas –en fincas emblemáticas, con asistentes distinguidos y alojamientos de lujo– gozan de la misma salud de siempre "o más". Así lo explican fuentes de una agencia internacional dedicada a organizar cacerías privadas en España que actúa como intermediaria entre los clientes y los propietarios de las fincas nacionales. Un escenario cinegético "privilegiado en el mundo", explican en la discreta compañía, por su diversidad de hábitats, el factor climático y la estabilidad del marco legal. Por eso y porque España, apuntan, ofrece un completo circuito de fincas consagradas a la caza privada para grandes personalidades.
Una de las más conocidas es El Rincón de los Canchos, en Madrid, propiedad del empresario Isidro Aguado. Allí jabalíes, muflones y venados caen con frecuencia bajo las escopetas más ilustres de la capital e incluso de más allá. Por ejemplo, la de Saif al Islam Gadafi, hijo de Muamar el Gadafi, que cazó en ella en 2010 invitado por Alejandro Agag. Entonces se publicó que la montería le había costado a Agag 160.000 euros –8.000 euros por cada uno de los 20 selectos puestos–, una inversión que anticipaba la proyectada incursión financiera del yerno del expresidente José María Aznar en Libia.
El ejemplo habla por sí solo: conjugado con una agenda surtida, un terreno bien poblado de perdices o ciervos puede brindar mejores oportunidades de negocio que muchas mesas de Consejo de Administración, y quizá por eso muchos optan por adquirir su propia parcela y ejercer de anfitriones. Así lo hizo el expresidente de Banesto Mario Conde con Los Carrizos, en Sevilla, de cuyas 4.000 hectáreas presumía en 2008 en la revista Vanity Fair y por las que han pasado algunas de las escopetas más insignes del país.
El exbanquero siguió de este modo el ejemplo del polifacético Juan Abelló –hoy uno de los primeros accionistas de Sacyr Vallehermoso–, cicerone original de Conde en el Olimpo empresarial español y a quien fichó en 1976 como director general adjunto de su empresa familiar, Laboratorios Abelló. Con 40.000 hectáreas en su haber –entre otras, las de Dehesa del Lobillo en Ciudad Real, y Las Navas en Toledo– y la siempre lustrosa asiduidad del Rey, Abelló no es solo uno de los primeros empresarios, terratenientes y coleccionistas de arte del país: también es uno de sus cazadores y anfitriones cinegéticos más activos.
Pero la competencia es feroz a estas alturas del organigrama social y frente a la cantidad de unos, otros apuestan por la calidad. Entre otros lujos, la finca de El Castaño de Emilio Botín acoge en sus 11.000 hectáreas de suelo en Ciudad Real un aeródromo habilitado para el aterrizaje de aviones a reacción y hasta diez torres de observación desde las que otear corzos, venados y jabalíes. La de su vecino Gerald Grosvenor –duque de Westminster y una de las grandes fortunas del mundo– no le va a la zaga, ya que La Garganta ha sido destino histórico de aristócratas europeos como Grace Kelly y su hija Carolina de Mónaco y, más recientemente, los príncipes Guillermo y Enrique de Inglaterra. En su visita a España en 2004, George Bush padre prefirió por su parte disparar en Los Llanos –propiedad de la marquesa Bárbara Gutiérrez Maturana en Guadalajara–, donde tuvo la oportunidad de conocer al entonces ministro de Defensa, José Bono, a través de lo que él mismo denominó "amigos comunes".
(sigue)...