galucha
30-dic-2007, 16:53
TAURINOS UNA ESPECIE EN VIA DE EXTINCION.
Es una realidad. En Colombia las personas que no gustan, no disfrutan ni gozan del perverso espectáculo de los toros somos un 68%, según una encuesta publicada por El Tiempo. Este diario, además de ser el de mayor circulación y lectura en Colombia, es un diario taurino. Y aunque es poco santo en este tema, hay que creerles: un 68 % de la población colombiana dice no a las corridas de toros.
Subsiste un remanente de gente que aun hoy, en pleno siglo XXI, como un legado de la madre patria, no han podido emancipar su espíritu de la barbarie y se atreven a clamar paz, libertad y respeto por la vida, con el débil argumento del arte, la costumbre, y la tradición.
Debemos hacer mención a un grupo de personas distinguidas, estudiadas, viajadas, de alcurnia apellidos y abolengos, muchos de ellos representativos de nuestra sociedad, que con una mezcla de soberbia, terquedad y crueldad, ponen como requisito de ingreso a su pequeño reducto el disfrutar del sadismo de la sangre y la tortura, en medio de un lenguaje fingido de cesillos, de mantillas que se arrastran por el nivel mezquino de la falta de compasión y humanidad. Hasta allí, con enorme afán informativo, los medios de comunicación corren solícitos, prontos y expectantes para que las principales autoridades del país les hablen de la paz, de la libertad de los secuestrados, del último escándalo de corrupción y violencia, sin reparar en la masacre que les hace cómplices y los hunde cada día más en el cataclismo propio de los gobiernos decadentes, faltos de ética, de respeto y compasión.
Otros tienen el ridículo atrevimiento de amparar los actos de salvajismo y sangre con supuestos fines benéficos como recaudar fondos para los niños necesitados, los desplazados y otros seres desprotegidos. Con tan noble fin hacen corridas de toros, peleas de gallo o espectáculos de coleo y rejoneo, sin importarles utilizar como medio la crueldad y el disfrute de ver cómo se masacra, se hiere, se mata a otros seres vivos – los toros-, utilizando inclusos las finanzas estatales para tan "noble causa".
Los asistentes de este tipo de espectáculos, generalmente el mismo grupo de personas, se dan sus mañas de argumentar y defender lo que es más claro cada día para todos: TOROS ES IGUAL A VIOLENCIA.
"No me parece que una educación que incluya toros sea defectuosa sino, por el contrario, más completa que una que pretende excluirlos." Es el argumento del columnista Antonio Caballero frente al fallo de la corte, un argumento que en sí no dice nada. Pero claro, en un país en donde los abismos entre clases sociales son tan grandes, como la impunidad que los mismos crean, se debe recurrir a los argumentos más insulsos, los más estúpidos: estamos ante una tradición de siglos, para eso nació el toro. Simplemente para esconder un "déjenos hacer en este país lo que queramos". Para eso tienen plata, y para eso los de su clase son los que legislan. No afectemos su sitio de encuentro dominical. Qué importa la sangre, el dolor, el sufrimiento, así es como se divierte buena parte de la clase dirigente de Colombia y con la bendicion de la madre santa iglesia catolica.
Con exactitud no se comprende en dónde está el "arte ", cuando el toro es constantemente herido con punzones y banderillas, cuando de sus pulmones y arterias brota la sangre a chorros, cuando el picador a caballo le hiere continuamente o cuando el toro herido y lacerado hiere al caballo con sus cuernos. Cuando el toro es muerto en público sitio y la plaza grita con alborozo alicorado su muerte o cuando se corta su cola y se ofrenda al matador.
Para comprender este llamado "arte" se debe pertenecer a una clase especial. Personalmente renuncio a pertenecer a ella y me declaro al lado siempre del más débil e indefenso, del herido, del torturado: llámese como quiera toro o humano.
¿No sería más arte evitar esta dantesca creación humana?
Y otros, aun los que gustan del buen humor y con la inteligencia propia de su familia, que puede ver cómo un elefante se pasea por detrás de ellos y no lo ven, se atreven a escribir con socarronería y profunda ignorancia: "Más que enderezar las iras contra las corridas organizadas y reguladas, hay que dirigirlas contra barbaridades pueblerinas como las que aun se perpetran." Por Dios, no existe mayor brutalidad pueblerina que una corrida de toros y quienes asisten a ellas deberían con orgullo humano, vanagloriarse pero de su inteligencia, de su conciencia superior y aprender a disfrutar de la verdadera maravilla de las múltiples artes creativas, renunciar a una clase que les exige para pertenecer a ella ser violentos y sangrientos convertirse en un genero mejor de personas, las que dicen no a todos los actos de violencia. Deberían dejar de argumentar tontas tradiciones y comenzar a escribir y vivir una nueva generación de humanos tan superiores e inteligente que sin vergüenza o excusa alguna se permitan expandir su circulo de comprensión, bondad, tolerancia y respeto a todas las criaturas vivientes sobre el planeta.
Como es tan difícil hacerles entender, y como existe tanto dinero y negocio detrás del "arte taurino", nuestro enfoque principal está en aquellos que con notable comprensión
y sensibilidad han escogido declararse en contra de las corridas de toros y que son una mayoría representativa en Colombia. Con esa mayoría declaramos a los taurinos una especie orgullosamente EN VIA DE EXTINCION¡¡¡¡ .Un camino de realidad hacia la paz y el clima de convivencia y tolerancia que el país aspira a alcanzar es acabar hasta con el ultimo brote de crimen, sangre y tortura.
Marcela Ramirez Cruz.
Presidente
REDPAA
RED DE PROTECCION ANIMAL Y AMBIENTAL.
Es una realidad. En Colombia las personas que no gustan, no disfrutan ni gozan del perverso espectáculo de los toros somos un 68%, según una encuesta publicada por El Tiempo. Este diario, además de ser el de mayor circulación y lectura en Colombia, es un diario taurino. Y aunque es poco santo en este tema, hay que creerles: un 68 % de la población colombiana dice no a las corridas de toros.
Subsiste un remanente de gente que aun hoy, en pleno siglo XXI, como un legado de la madre patria, no han podido emancipar su espíritu de la barbarie y se atreven a clamar paz, libertad y respeto por la vida, con el débil argumento del arte, la costumbre, y la tradición.
Debemos hacer mención a un grupo de personas distinguidas, estudiadas, viajadas, de alcurnia apellidos y abolengos, muchos de ellos representativos de nuestra sociedad, que con una mezcla de soberbia, terquedad y crueldad, ponen como requisito de ingreso a su pequeño reducto el disfrutar del sadismo de la sangre y la tortura, en medio de un lenguaje fingido de cesillos, de mantillas que se arrastran por el nivel mezquino de la falta de compasión y humanidad. Hasta allí, con enorme afán informativo, los medios de comunicación corren solícitos, prontos y expectantes para que las principales autoridades del país les hablen de la paz, de la libertad de los secuestrados, del último escándalo de corrupción y violencia, sin reparar en la masacre que les hace cómplices y los hunde cada día más en el cataclismo propio de los gobiernos decadentes, faltos de ética, de respeto y compasión.
Otros tienen el ridículo atrevimiento de amparar los actos de salvajismo y sangre con supuestos fines benéficos como recaudar fondos para los niños necesitados, los desplazados y otros seres desprotegidos. Con tan noble fin hacen corridas de toros, peleas de gallo o espectáculos de coleo y rejoneo, sin importarles utilizar como medio la crueldad y el disfrute de ver cómo se masacra, se hiere, se mata a otros seres vivos – los toros-, utilizando inclusos las finanzas estatales para tan "noble causa".
Los asistentes de este tipo de espectáculos, generalmente el mismo grupo de personas, se dan sus mañas de argumentar y defender lo que es más claro cada día para todos: TOROS ES IGUAL A VIOLENCIA.
"No me parece que una educación que incluya toros sea defectuosa sino, por el contrario, más completa que una que pretende excluirlos." Es el argumento del columnista Antonio Caballero frente al fallo de la corte, un argumento que en sí no dice nada. Pero claro, en un país en donde los abismos entre clases sociales son tan grandes, como la impunidad que los mismos crean, se debe recurrir a los argumentos más insulsos, los más estúpidos: estamos ante una tradición de siglos, para eso nació el toro. Simplemente para esconder un "déjenos hacer en este país lo que queramos". Para eso tienen plata, y para eso los de su clase son los que legislan. No afectemos su sitio de encuentro dominical. Qué importa la sangre, el dolor, el sufrimiento, así es como se divierte buena parte de la clase dirigente de Colombia y con la bendicion de la madre santa iglesia catolica.
Con exactitud no se comprende en dónde está el "arte ", cuando el toro es constantemente herido con punzones y banderillas, cuando de sus pulmones y arterias brota la sangre a chorros, cuando el picador a caballo le hiere continuamente o cuando el toro herido y lacerado hiere al caballo con sus cuernos. Cuando el toro es muerto en público sitio y la plaza grita con alborozo alicorado su muerte o cuando se corta su cola y se ofrenda al matador.
Para comprender este llamado "arte" se debe pertenecer a una clase especial. Personalmente renuncio a pertenecer a ella y me declaro al lado siempre del más débil e indefenso, del herido, del torturado: llámese como quiera toro o humano.
¿No sería más arte evitar esta dantesca creación humana?
Y otros, aun los que gustan del buen humor y con la inteligencia propia de su familia, que puede ver cómo un elefante se pasea por detrás de ellos y no lo ven, se atreven a escribir con socarronería y profunda ignorancia: "Más que enderezar las iras contra las corridas organizadas y reguladas, hay que dirigirlas contra barbaridades pueblerinas como las que aun se perpetran." Por Dios, no existe mayor brutalidad pueblerina que una corrida de toros y quienes asisten a ellas deberían con orgullo humano, vanagloriarse pero de su inteligencia, de su conciencia superior y aprender a disfrutar de la verdadera maravilla de las múltiples artes creativas, renunciar a una clase que les exige para pertenecer a ella ser violentos y sangrientos convertirse en un genero mejor de personas, las que dicen no a todos los actos de violencia. Deberían dejar de argumentar tontas tradiciones y comenzar a escribir y vivir una nueva generación de humanos tan superiores e inteligente que sin vergüenza o excusa alguna se permitan expandir su circulo de comprensión, bondad, tolerancia y respeto a todas las criaturas vivientes sobre el planeta.
Como es tan difícil hacerles entender, y como existe tanto dinero y negocio detrás del "arte taurino", nuestro enfoque principal está en aquellos que con notable comprensión
y sensibilidad han escogido declararse en contra de las corridas de toros y que son una mayoría representativa en Colombia. Con esa mayoría declaramos a los taurinos una especie orgullosamente EN VIA DE EXTINCION¡¡¡¡ .Un camino de realidad hacia la paz y el clima de convivencia y tolerancia que el país aspira a alcanzar es acabar hasta con el ultimo brote de crimen, sangre y tortura.
Marcela Ramirez Cruz.
Presidente
REDPAA
RED DE PROTECCION ANIMAL Y AMBIENTAL.