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Cotorra
07-ago-2012, 16:50
Carmen Rodríguez da vida a la misión de formar una comunidad compasiva

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Desde la primera vez que Carmen Rodríguez visitó el santuario, supo que era allí, entre los animales que albergan, donde quería dedicar su tiempo.

Mientras va camino al trabajo todas las mañanas, Carmen Rodríguez espera que al llegar a la puerta del Santuario San Francisco de Asís no haya una camada de cachorros esperando por ella.

El santuario es una organización sin fines de lucro que se encarga de alimentar animales abandonados, proveerles tratamiento veterinario, cuidado y un techo para vivir.

En el albergue viven 75 gatos y 305 perros, y como ya no tienen espacio para más animales, la vicepresidenta de la junta de directores tiene en su casa 18 perritos.

Según Rodríguez, casi todas las semanas les dejan en las afueras del albergue entre diez a 15 cachorros, algo que, dice, le parte el corazón.

“Yo estoy tan ligada a ellos porque yo me pongo en el lugar de ellos, en sus patitas y me da tristeza. Yo digo ‘me abandonaron, me dejaron‘'’, ay mira, a mí no me gusta hablar de eso”, dijo con la voz quebrantada.

Rodríguez, de 45 años, trabajó como agente de viajes por 22 años, pero por recortes de personal se quedó sin trabajo. Luego de estar un año en su casa, conoció al santuario por un anuncio de televisión.

Recuerda que un lunes fue a entrevistarse con la presidenta y ese mismo día se quedó trabajando como voluntaria. Después de pasar todo ese día allí, su historia cambió. Dice que encontró en el santuario un segundo hogar y una gran familia, en su mayoría con cuatro patas.

“Yo desde nena decía que quería tener muchos animales, y la primera vez que yo llegué aquí, me acuerdo que me pusieron a limpiar, y yo le pregunto a unas de las muchachas; ‘¿oye, ustedes no tienen gatos?’ y cuando ella me llevó allá y esos gatos vinieron donde mí dije: ‘este siempre fue mi sueño’”, comentó Rodríguez, quien lleva tres años como voluntaria en el albergue.

Antes de llegar al santuario, donó su tiempo para ayudar en el cuidado de niños y ancianos en diferentes hospitales.

Ahora, es ella quien recibe una especie de terapia en cada visita al santuario. Cuenta que el constante corre y corre detrás de los canes ha logrado hasta que los dolores de espalda que padecía hayan desaparecido. “Esta es mi medicina”, expresó con evidente orgullo.

En el santuario trabajan cuatro voluntarios, que se encargan de mantener las jaulas y espacios limpios y darles a los animales sus comidas diarias.

En San Francisco de Asís se promueve la adopción responsable y es uno de los cuatro centros donde no se práctica la eutanasia en animales -los otros tres son: El Faro de los Animales en Humacao, Santuario Canita en Guayama y el Santuario Paraíso de la Montaña en Toa Baja.

Rodríguez acude cuatro veces en semana, acompaña a los animales por más de cinco horas diarias, los baña, juega con ellos y los llena de amor.

Todos los días, cuando se despide, les advierte que si un día ella les faltara no piensen que los abandonó.

Así, a su modo, practica la misión del santuario: construir una comunidad compasiva y consciente donde se respete la vida y los derechos de los animales.

“A mí me gustaría que todo el mundo amara a los animales o, no que los amara, sino que les respeten la vida, que no los maltraten y que sean responsables. Eso es lo único que yo pido, pero no todo el mundo es así. Si pensaran, no hubiera tanto abandono”, afirmó.

http://www.elnuevodia.com/estesiemprefuemisueno-1316758.html