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Cotorra
21-feb-2012, 23:00
Rinocerontes «madrileños», tortugas de más de una tonelada de peso o temibles osos-perro son algunos de los restos fósiles que el Metro ha desvelado en los últimos años a través de sus obras

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Representación de varios ejemplares del «Cheirogaster bolivari» (Tortugas gigantes)

Imáginese que en lugar de uno de los modernos trenes del Metro, por sus túneles se pudiera ver caminar a un ejemplar de Hispanotherium Matritense (Rinoceronte madrileño), a un Cheirogaster bolivari (Tortuga gigante) o un Amphicyon (Oso-perro) el depredador más importante del Mioceno madrileño. El complejo ejercicio de imaginación —tal vez mientras espera a que llegue el Metro— sirve para descubrir parte de los misterios paleontológicos que esconde el subsuelo de la capital.

Para completar el ejercicio habría que trasladarse a un día cualquiera de hace 14 millones de años en pleno Mioceno medio, por ejemplo a la estación de Acacias de la línea 5 en Embajadores. Allí se descubrieron los últimos restos fósiles de mastodontes, tortugas gigantes y osos-perro durante las obras de remodelación de su vestíbulo. Parte de esos restos, que conformaron en su momento una sabana tropical en toda regla, se encuentran por su valor el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid y en el Museo de Ciencias Naturales de la capital.

Pero no es la única estación donde se han encontrado restos fósiles. Sin duda uno de los hallazgos más importante se produjo en el Metro de Carpetana. En 2008, durante unas obras de reforma en el vestíbulo, los arqueólogos descubrieron más de un millar de fósiles de macrovertebrados, microvertebrados y plantas. Entre los restos de tortugas gigantes y osos-perro, se encontraron varios Anchiterium, el primer representante de la familia de los equinos en el Mioceno europeo, un pequeño caballo con pezuñas de tres dedos.

Un Bien de Interés Cultural
En Madrid, las obras del suburbano normalmente tienen lugar en zonas incluidas o próximas a las zonas arqueológicas del Recinto Histórico de la Villa de Madrid y a las Terrazas del Manzanares, ambas zonas declaradas Bien de Interés Cultural desde 1993. No hay obra realizada en este entorno que no haya ofrecido un nuevo yacimiento oculto en su subsuelo. En 2006, en el intercambiados Príncipe Pío se encontraron tortugas gigantes de más de una tonelada de peso y un craneo completo del rinoceronte madrileño.

Junto a estos hallazgos, el suburbano y sus obras han sacado a la luz en distintos puntos de la capital ejemplares de pumas, jabalíes, antílopes, ginetas, y grandes predadores como el temible Amphicyon giganteus, que los acosaba a casi todos ellos.

Desde los romanos a los Caños del Peral
Además de restos fósiles, las estaciones de Metro han sacado a la luz importantes restos arqueológicos. Precisamente en la estación de Acacias se descubrieron dos conjuntos de piedras que probablemente formaron parte de alguna estructura hidráulica, o de la canalización del barranco de Embajadores. Según los arqueólogos que las descubrieron, la calidad de alguna de las piedras de granito podrían indicar su antigua pertenencia al Portillo de Embajadores, una construcción del siglo XVIII que dio lugar a la actual glorieta de Embajadores.

En el Metro de Eugenia de Montijo. se encontraron restos aún más antiguos de un poblado romano. Se hallaron ruedas para moler harina, hornos de cocción, tejas y varias vasijas.

En 2009 se descubrió a nueve metros bajo tierra, en la plaza de Isabel II, durante las obras de reforma de la estación de Metro de Ópera uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la capital. Medio año después de comenzar los trabajos «surgieron» del pasado la enorme Fuente de los Caños del Peral (s. XIII), un acueducto de cuatro metros de altura (s. XV), y una alcantarilla de ladrillo del siglo XVII.

http://www.abc.es/20120221/local-madrid/abci-tortugas-gigantes-embajadores-201202142222.html