guaraníblanco
18-nov-2007, 08:29
La casa Azul en que nací está situada en una colina
rodeada de hualles, un sauce, nogales, castaños
un aromo primaveral en invierno --un sol con dulzor a miel de ulmos--
chilcos rodeados a su vez de picaflores
que no sabíamos si eran realidad o visión: ¡tan efímeros!
En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos
En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles a buscar las ovejas
--a veces tuvimos que llorar la muerte de algunas de ellas navegando sobre las aguas--
*Por las noches oímos los cantos cuentos y adivinanzas a orillas del fogón
respirando el aroma del pan horneado por mi abuela mi madre, o la tía María
mientras mi padre y mi abuelo --Lonko de la comunidad--
observaban con atención y respeto
Hablo de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idílica
Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía
Las grandezas de la vida cotidiana
pero sobre todo sus detalles
el destello del fuego, de los ojos, de las manos
*Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles
y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente
Nada más, me decía, hay que aprender a interpretar sus signos
y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento
Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa y tenía una paciencia a toda prueba
Solía verla caminar de un lugar a otro, haciendo girar el huso
retorciendo la blancura de la lana Hilos que, en el telar de las noches, se iban
convirtiendo en hermosos tejidos
*Como mis hermanos y hermanas --más de una vez-- intenté aprender ese arte, sin éxito
Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos
que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche
de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves
*También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie
Largos silencios, largos relatos que nos hablaban del origen de la gente nuestra
del Primer Espíritu mapuche arrojado desde el Azul
De las almas que colgaban en el infinito como estrellas
Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos, sus señales
Cada primavera lo veía portando flores en sus orejas
y en la solapa de su vestón
o caminando descalzo sobre el rocío de la mañana
También lo recuerdo cabalgando
bajo la lluvia torrencial de un invierno entre bosques enormes
Era un hombre delgado y firme
*Vagando entre riachuelos bosques y nubes, veo
pasar las estaciones:
Brotes de Luna fría (invierno)
Luna del verdor (primavera)
Luna de los primeros frutos
(fin de la primavera
y comienzo del verano)
Luna de los frutos abundantes (verano)
y Luna de los brotes cenicientos (otoño)
*Salgo con mi madre y mi padre a buscar remedios y hongos
La menta para el estómago, el toronjil para la pena
el matico para el hígado y para las heridas
el coralillo para los riñones --iba diciendo ella
Bailan, bailan, los remedios de la montaña --agregaba él
haciendo que levantara las hierbas entre mis manos
Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas
Los insectos cumplen su función
Nada está de más en este mundo
El universo es una dualidad
lo bueno no existe sin lo malo
La Tierra no pertenece a la gente
Mapuche significa Gente de la Tierra --me iban diciendo
*En el otoño los esteros comenzaban a brillar
El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso
el agua emergiendo desde los ojos de la Tierra
Cada año corría yo a la montaña para asistir a la maravillosa
ceremonia de la naturaleza
Luego llegaba el invierno a purificar la Tierra
para el inicio de los nuevos
<, P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt">Sueños y sembrados
A veces los guairaos pasaban anunciándonos la enfermedad
o la muerte
Sufría yo pensando que alguno
de los Mayores que amaba
tendría que encaminarse hacia las orillas del Río de las Lágrimas
a llamar al balsero de la muerte
para ir a encontrarse con los Antepasados
y alegrarse en el País Azul
Una madrugada partió mi hermano Carlitos
Lloviznaba, era un día ceniciento
Salí a perderme en los bosques de la imaginación
(en eso ando aún)
El sonido de los esteros nos abraza en el otoño
*Llueve, llovizna, amarillea
el viento en Amsterdam
Brillan los canales
en las antiguas lámparas
de hierro
y en los puentes levadizos
Creo ver un tulipán azul
un molino cuyas aspas giran
y despegan
Tenemos deseos de volar:
¡Vamos!, que nada turbe
mis sueños --me digo
Y me dejo llevar por las nubes
hacia lugares desconocidos por
mi corazón.
Elicura Chihuailaf
rodeada de hualles, un sauce, nogales, castaños
un aromo primaveral en invierno --un sol con dulzor a miel de ulmos--
chilcos rodeados a su vez de picaflores
que no sabíamos si eran realidad o visión: ¡tan efímeros!
En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos
En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles a buscar las ovejas
--a veces tuvimos que llorar la muerte de algunas de ellas navegando sobre las aguas--
*Por las noches oímos los cantos cuentos y adivinanzas a orillas del fogón
respirando el aroma del pan horneado por mi abuela mi madre, o la tía María
mientras mi padre y mi abuelo --Lonko de la comunidad--
observaban con atención y respeto
Hablo de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idílica
Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía
Las grandezas de la vida cotidiana
pero sobre todo sus detalles
el destello del fuego, de los ojos, de las manos
*Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles
y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente
Nada más, me decía, hay que aprender a interpretar sus signos
y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento
Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa y tenía una paciencia a toda prueba
Solía verla caminar de un lugar a otro, haciendo girar el huso
retorciendo la blancura de la lana Hilos que, en el telar de las noches, se iban
convirtiendo en hermosos tejidos
*Como mis hermanos y hermanas --más de una vez-- intenté aprender ese arte, sin éxito
Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos
que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche
de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves
*También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie
Largos silencios, largos relatos que nos hablaban del origen de la gente nuestra
del Primer Espíritu mapuche arrojado desde el Azul
De las almas que colgaban en el infinito como estrellas
Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos, sus señales
Cada primavera lo veía portando flores en sus orejas
y en la solapa de su vestón
o caminando descalzo sobre el rocío de la mañana
También lo recuerdo cabalgando
bajo la lluvia torrencial de un invierno entre bosques enormes
Era un hombre delgado y firme
*Vagando entre riachuelos bosques y nubes, veo
pasar las estaciones:
Brotes de Luna fría (invierno)
Luna del verdor (primavera)
Luna de los primeros frutos
(fin de la primavera
y comienzo del verano)
Luna de los frutos abundantes (verano)
y Luna de los brotes cenicientos (otoño)
*Salgo con mi madre y mi padre a buscar remedios y hongos
La menta para el estómago, el toronjil para la pena
el matico para el hígado y para las heridas
el coralillo para los riñones --iba diciendo ella
Bailan, bailan, los remedios de la montaña --agregaba él
haciendo que levantara las hierbas entre mis manos
Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas
Los insectos cumplen su función
Nada está de más en este mundo
El universo es una dualidad
lo bueno no existe sin lo malo
La Tierra no pertenece a la gente
Mapuche significa Gente de la Tierra --me iban diciendo
*En el otoño los esteros comenzaban a brillar
El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso
el agua emergiendo desde los ojos de la Tierra
Cada año corría yo a la montaña para asistir a la maravillosa
ceremonia de la naturaleza
Luego llegaba el invierno a purificar la Tierra
para el inicio de los nuevos
<, P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt">Sueños y sembrados
A veces los guairaos pasaban anunciándonos la enfermedad
o la muerte
Sufría yo pensando que alguno
de los Mayores que amaba
tendría que encaminarse hacia las orillas del Río de las Lágrimas
a llamar al balsero de la muerte
para ir a encontrarse con los Antepasados
y alegrarse en el País Azul
Una madrugada partió mi hermano Carlitos
Lloviznaba, era un día ceniciento
Salí a perderme en los bosques de la imaginación
(en eso ando aún)
El sonido de los esteros nos abraza en el otoño
*Llueve, llovizna, amarillea
el viento en Amsterdam
Brillan los canales
en las antiguas lámparas
de hierro
y en los puentes levadizos
Creo ver un tulipán azul
un molino cuyas aspas giran
y despegan
Tenemos deseos de volar:
¡Vamos!, que nada turbe
mis sueños --me digo
Y me dejo llevar por las nubes
hacia lugares desconocidos por
mi corazón.
Elicura Chihuailaf