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Frytz
11-nov-2011, 20:24
Científicos confirman los graves impactos de los transgénicos



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Expertos españoles y europeos exponen en Madrid los impactos ambientales, sociales, económicos y riesgos para la salud

Una importante representación de científicos europeos y españoles ha expuesto este jueves y viernes, en Madrid, sus principales hallazgos sobre los riesgos e impactos de los cultivos y alimentos transgénicos, en el transcurso de las Jornadas Científicas Internacionales sobre Transgénicos "Los transgénicos en el ámbito científico, agrícola, medioambiental y de la salud" (1). Durante estos dos días se han puesto sobre la mesa suficientes evidencias científicas sobre sus impactos ambientales, sociales y económicos y sobre sus riesgos para la salud como para rechazar su introducción en la agricultura y la alimentación.

Las jornadas, que han tenido lugar en la Escuela de Organización Industrial (EOI), y han sido organizadas por Amigos de la Tierra, CECU, COAG, Ecologistas en Acción, Greenpeace y Plataforma Rural, han reunido, entre otros, a científicos como: Giles Eric Serallini, Angelika Hilbeck, Christian Vélot, Mª del Carmen Jaizme-Vega, Julien Milanesi, Rosa Binimelis, Ana Carretero, Antonio Gómez Sal, Jorge Riechmann, Michael Antoniou o Julio César Tello Marquina.

Una de las conclusiones principales a las que han llegado de forma unánime los ponentes es que el cultivo de los transgénicos al aire libre supone un grave peligro para la salud y el medio ambiente, y no tiene nada que ver con el empleo de esta tecnología en laboratorio, en ambientes confinados, como su uso con fines médicos.

Michael Antoniou, experto en genética molecular y médica del King’s College, ha destacado durante su intervención que la tecnología de los transgénicos se basa en conceptos genéticos ya superados por la ciencia, que no están abalados por los últimos hallazgos de la genética. A su vez el catedrático de biología molecular de la Universidad de Caen, Gilles Seralini, ha señalado que los mecanismos de evaluación de riesgo previos a la liberación de un transgénico no están diseñados para proteger ni la salud, ni el medio ambiente.

Por su lado, la doctora en ciencias biológicas, Mª del Carmen Jaizme, ha asegurado que los microorganismos del suelo también son víctimas de los cultivos transgénicos, y por lo tanto la fertilidad de nuestros suelos y nuestra alimentación están en juego.

En otra de las ponencias, Christian Vélot, profesor de genética molecular en la Universidad de París, ha apuntado que casi la totalidad de las plantas transgénicas producen pesticidas en sus células o son cultivadas con enormes dosis de pesticidas. Con la conclusión de que “al comer transgénicos estamos comiendo veneno”.

También se ha recogido la experiencia de agricultores españoles como Jeromo Aguado, Presidente de la Plataforma Rural y Antonio Ruíz, ex-Presidente del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica. Además de un interesante debate entre miembros del Parlamento Europeo sobre la Evaluación de riesgos en materia de OMG, así como la propuesta de cambio legislativo de la Comisión Europea.

España es el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala. Durante las últimas legislaturas, el Gobierno ha ignorado sistemáticamente los argumentos ambientales, sanitarios, económicos y sociales que han llevado a otros países europeos como Francia, Alemania, Suiza o Hungría a prohibir el cultivo del maíz transgénico que se cultiva en España. Los organizadores de esta jornada exigen al próximo gobierno que considere la desastrosa experiencia del cultivo de transgénicos en nuestro país y las evidencias científicas de sus impactos, prohibiendo el cultivo de transgénicos como una de sus primeras medidas. En plena campaña electoral, existen motivos más que suficientes para que los partidos se posicionen en un tema clave para el futuro de nuestra agricultura y alimentación. www.ecoportal.net

Ecologistas en Acción
www.ecologistasenaccion.org/

Fuente (http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Cientificos_confirman_los_graves_impactos_de_los_t ransgenicos)

ROGI
11-nov-2011, 23:23
muy bueno este hilo, gracias

Iam_Mai
12-nov-2011, 01:33
Excelente hilo, como para mostrárselo a mí papá... cuando se salga de deudas, para no agobiarlo .P
A ver si con esto se ponen las pilas con el tema de los transgénicos, que acá la soja cada vez se come más... y puedo asegurar que la gran mayoría no es orgánica _._

Snickers
07-abr-2016, 03:14
http://www.eldiario.es/ultima-llamada/Transgenicos-Monsanto-Mexico_6_502259794.html

La batalla cultural frente a los transgénicos

La maquinaria política transgénica sabe bien que tiene que sustituir el mundo bio y demodiverso por tecnología esclavizante y por el dictado individualizador de un puñado de transnacionales

Ángel Calle Collado (http://www.eldiario.es/autores/angel_calle_collado/)
05/04/2016 - 19:37h

Aunque el capitalismo amenaza las bases de la vida, no le resulta tan fácil ni tan legítimo apropiarse de nuestras conciencias, tampoco de las culturas que trabajan para que dicha vida siga reproduciéndose. La reciente sentencia dictada por el magistrado federal de México, Benjamín Soto, ha cerrado las puertas (por el momento) a la liberación o siembra de maíz transgénico en dicho país. México, tan cerca de monstruos transnacionales como Monsanto o Syngenta y tan lejos de los dioses que crearon a los hombres de maíz como reza el libro comunitario maya del Popol Vuh, se ha reconocido como país donde la preservación de su alimentación es un hecho justiciable. La demanda fue presentada concretamente por 53 personas: campesinos y campesinas, artistas, personas investigadoras y activistas de derechos humanos. Pero obedece a una larga disputa jurídica, territorial e identitaria contra los citados monstruos como indica este colectivo: “México es la cuna donde nació el maíz, planta que hermanó en su territorio a decenas de culturas”.

Hace unas semanas, uno de los impulsores de dicho proceso colectivo, Narciso Barrera Bassols, me reafirmaba esa disputa que ha unido territorios, manejos sostenibles de recursos y tradiciones actualizadas: “ganamos, porque venimos ganando la batalla cultural”. Y me citaba la presentación de exposiciones nacionales como Milpa: ritual imprescindible, la campaña Sin Maíz no hay País o el trabajo local en pos de asentar derechos y sabores propios de los distintos territorios que componen México. La milpa (esa asociación de maíz, frijo y calabaza) tan mexicana se ha impuesto culturalmente.

¿Qué podemos aprender de este proceso para continuar nuestra batalla por un mundo habitable, libre de transgénicos? El capitalismo precisa introducir rupturas en nuestros vínculos con los territorios, y en particular con la alimentación, para nutrir su sociedad de consumo, aquella que no entiende de contextos sociales ni de proximidades, si no de laboratorios y de mercados globalizados. El TTIP es una clara muestra. Y aquí nos jugamos mucho en la batalla frente a los transgénicos en la Unión Europea. La resistencia mexicana se ha fundamentado en ir bastante más allá de la denuncia del control de la alimentación. No se han limitado a enfrentar manejos o formas de producir alimentos. En México se ha planteado que el maíz representa otra forma de estar en el mundo y de sentirlo. Todo cambio social implica una adaptación o una incorporación de nuevas visiones del mundo. En esta Transición inaplazable (política y vitalmente) esperamos no caer en un “aprendizaje por shock” como nos apunta Ernest García, si no en innovar en prácticas y en deseos hacia otras sociedades.

El plano jurídico, me continuaba relatando Narciso Barrera, nos ha permitido trabajar desde las comunidades indígenas y campesinas, en connivencia con el ecologismo político, para hacer pedagogía de por qué rechazar estos transgénicos, de por qué la alimentación forma parte de nuestro ser como país. A lo largo de los dos últimos años, se han superado más de 90 impugnaciones y 22 amparos judiciales, manteniendo así la suspensión temporal de los transgénicos. Y en paralelo a dichos procesos judiciales se han ido avivando la recuperación de memorias bioculturales, aquellas que ligan manejos sostenibles y territorios. Es decir, se ha trascendido el plano del sistema agroalimentario, como estructura de producción y consumo, para ir más allá. En palabras del compañero Miguel Ángel Escalona (profesor de agroecología en la Universidad Veracruzana), estamos promoviendo una “cocina sana y culturalmente significativa que vaya más allá de los circuitos cortos”. Miguel Ángel Escalona impulsa iniciativas como el Consejo Gastronómico Veracruzano o la red de Tianguis (mercados sociales) en su localidad. Y, al mismo tiempo, esta reconciliación de cultura alimentaria, territorios y manejos sostenibles ha facilitado la rápida politización del derecho a la alimentación. Bajo el paraguas de la campaña Sin Maíz no hay País, iniciada en el 2007 por 300 colectivos sociales y campesinos, se lograba que el Derecho a la Alimentación alcanzara rango constitucional en México el 13 de Octubre de 2011.

Territorios. Territorios de saberes, de sabores y de formas de sentir. Comunalidades que se tejen entre personas rompiendo así los fragmentos en los que nos convierten las sociedades líquidas, donde los lazos no tienen memoria, ni lugares donde asentarse, ni por supuesto salen anunciados por televisión. La maquinaria política transgénica sabe bien que tiene que ahondar en la tecnofilia y en la antropofobia. Sustituir el mundo bio y demodiverso por tecnología esclavizante y por el dictado individualizador de un puñado de transnacionales.

¿Y qué estamos haciendo en esta parte del mundo inserta en una avergonzante Unión Europea? Mucho, ésa es la verdad, a pesar del acoso de las élites encantadas con la transgenia mercantil. España continúa siendo el reservorio de los transgénicos en este lado de Europa, junto con otros cuatro países, capitaneando la producción de maíz transgénico MON810 de Monsanto. Recientemente, la Unión Europea abría la puerta a la prohibición o apertura discrecional al cultivo de transgénicos. Pero la batalla cultural, territorial y de promoción agroecológica está en marcha y ha frenado la invasión que ahora avanza vía TTIP. Isabel Bermejo, una de las voces más escuchadas en los últimos tiempos frente a los transgénicos, me señalaba el valor de la cultura alimentaria en este país: “precisamente no han empezado por tomates porque, primero no es el gran negocio, y segundo, podría esperarse un mayor rechazo ciudadano”.
Este rechazo se ve favorecido y reforzado por multitud de campañas estatales e internacionales. Desde que en 1998 se lanzara el grito de “Monsanto sal de la India”, la reclamación de zonas libres de transgénicos ha servido como foco local de estas presiones. Recientemente, regiones enteras como Escocia, Irlanda del Norte, Gales o Valonia así se han declarado. Aquí los municipios han tenido más bien un papel simbólico, aunque muy efectivo. Las recientes prohibiciones del uso de glifosato en Extremadura o en municipios como Madrid o Barcelona han tenido su eco mediático, apelando a nuestra salud, frente a los adalides de la segunda revolución verde. Por su parte, el mensaje combinado del “queremos decidir” y del “somos lo que comemos” ha calado más a través de las diferentes plataformas por la soberanía alimentaria. Han nutrido la recuperación de una biodiversidad cultivada, agricultura y mercados de proximidad, y por ende, la relación de los territorios con una gastronomía propia. Justamente cuando la cacareada dieta mediterránea nos está abandonando. La cultura alimentaria no es un campo de batalla más frente a la mercantilización de la comida. La excepcionalidad francesa y su persistente rechazo a los transgénicos es prueba de ello. Producir sí, pero siempre pensando en un mundo rural vivo, como aquí también indica Plataforma Rural.

El enganche a la tecnofilia y a la noción moderna (y falseada) de progreso tiene que compensarse con el deseo de existir en otros (y tradicionales) sabores, en otros (y sostenibles) territorios. La batalla alimentaria por un mundo habitable comienza en nuestras mesas. Y por reivindicar colectiva, cultural y localmente el derecho a una deliciosa y humanizante biodiversidad.

Snickers
15-abr-2016, 19:51
http://www.nuevatribuna.es/articulo/sostenibilidad/mitos-torno-cultivos-transgenicos-y-verdades-esconden/20160414162732127361.html

INFORME DE GREEENPEACE Siete mitos en torno a los cultivos transgénicos y las verdades que esconden Un informe de Greenpeace desmonta las promesas sobre los cultivos transgénicos veinte años después de que empezaran a aparecer en EEUU.

nuevatribuna.es 14 de Abril de 2016 (17:27 h.)


Hace veinte años se sembraron en Estados Unidos los primeros cultivos transgénicos, que fueron acompañados de deslumbrantes promesas sobre esta nueva tecnología. Dos décadas después, las promesas no han dejado de crecer, pero los cultivos transgénicos no han cumplido ninguna de ellas. No solo se suponía que esa tecnología iba a hacer más sencillos, seguros y eficientes los sistemas alimentarios y agrícolas, sino que se pregonaba —y se sigue haciendo, cada vez más— que los cultivos transgénicos son la clave para “alimentar al mundo” y “luchar contra el cambio climático”. MITO 1: Los cultivos transgénicos pueden alimentar al mundo
REALIDAD: Ningún cultivo transgénico está diseñado para producir grandes rendimientos. La ingeniería genética no está adaptada para resolver los problemas de los que se deriva el hambre y la malnutrición, sino que refuerza el modelo de agricultura industrial que hasta ahora no ha logrado alimentar al mundo.
MITO 2: Los cultivos transgénicos son la clave para la resiliencia frente al cambio climático
REALIDAD: La ingeniería genética va a la zaga de las técnicas convencionales de mejora de los cultivos en el desarrollo de variedades que permitan que la agricultura haga frente al cambio climático. La resiliencia frente al cambio climático depende en gran medida de unas prácticas agrícolas que promuevan la diversidad y alimenten el suelo, no del sistema agrícola ultrasimplificado para el que están diseñados los cultivos transgénicos.
MITO 3: Los cultivos transgénicos son seguros para los seres humanos y para el medio ambiente
REALIDAD: No existen programas de seguimiento medioambiental y de salud a largo plazo, y los que existen no son adecuados. Los investigadores independientes se quejan de que se les niega acceso al material para investigar.
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MITO 4: Los cultivos transgénicos simplifican la protección de los cultivos
REALIDAD: Al cabo de unos años, están surgiendo problemas como superplagas o plantas silvestres resistentes a los herbicidas como consecuencia del uso de cultivos transgénicos tolerantes a los herbicidas y resistentes a los insectos, y ante ésto se han tenido que aplicar plaguicidas adicionales.
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MITO 5: Los cultivos transgénicos son económicamente viables para los agricultores
REALIDAD: Los precios de las semillas transgénicas, protegidas por patentes, no han dejado de subir en los últimos veinte años. Además, la aparición de plantas silvestres resistentes a los herbicidas y de superplagas suponen un incremento de costes para los agricultores que reduce aún más su margen de beneficio.
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MITO 6: Los cultivos transgénicos pueden coexistir con otros sistemas agrícolas
REALIDAD: Los cultivos transgénicos contaminan los cultivos no transgénicos. Hasta la fecha se han registrado unos 400 incidentes de contaminación transgénica en todo el mundo. Mantener los cultivos convencionales y ecológicos libres de transgénicos supone para los agricultores unos costes adicionales considerables, a veces imposibles de asumir.
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MITO 7: La ingeniería genética es el camino más prometedor para innovar en los sistemas alimentarios
REALIDAD: Los métodos avanzados de mejora de las plantas ya están produciendo la clase de rasgos que prometían los cultivos transgénicos, incluyendo resistencia a las enfermedades y tolerancia a inundaciones y sequías. Los cultivos transgénicos no solo son un tipo de innovación ineficaz, sino que además restringen la propia innovación por culpa de que los derechos de propiedad intelectual están en manos de un puñado de empresas multinacionales.

hernanmm
03-may-2016, 16:15
A full, Argentina es re sojera. Y ahora que le sacaron las retenciones a la soja, más todavía.