Safanoria
08-ago-2011, 10:04
Fuente: http://www.eljueves.es/2009/07/09/los_sanfermines_una_fiesta_cruel_salvaje.html?_pag e=3#comments
Artículo del 9 de julio de 2009:
7 de julio, San Fermín, primer encierro: cuatro heridos con politraumatismo, todos de Madrid para abajo o de allende los mares. 8 de julio, San Eugenio (a mí me hacía gracia, el hombre, pero como para canonizarlo... en fin); segundo encierro: tres heridos más, ninguno local. ¿Perciben un patrón? ¿Es el ataque la mejor defensa y deberíamos exportar los Sanfermines a todo el mundo, para no tener que ir como forasteros a Pamplona, con todos los números para acabar en el hospital? No seremos tan ingenuos de cuestionar el universo preguntando en qué momento les pareció buena idea a los navarros instaurar la tradición de correr ante una estampida en plan Simba de El Rey León. Vale que ellos lo hagan; están como las putas cabras (con nuestro respeto al mosaico de culturas y todo eso), y nos parece bien. Pero los de fuera, ¿por qué participan en ello? Y, además, ¡teniendo las estadísticas en contra!
Observen que los catalanes, por ejemplo, tienen por tradición la hermosa insensatez de construir castillos humanos. Los madrileños no acuden a participar de tal costumbre y luego sonríen ante las cámaras mientras se parten la crisma. En cambio, toda España, todo el mundo acude a los Sanfermines, que, si tienen una tasa de heridos mucho más alta que los castellers, es gracias a los forasteros precisamente. La explicación, amigos, está en nuestros genes, en nuestro idioma y nuestra piel. Conservamos el culto taurino de nuestros ancestros. Los traidores intentan e intentarán abolir los encierros, en nombre de la defensa de los animales, o del mero sentido común, pero no lo conseguirán: lo llevamos en la sangre. Pueden hacer análisis, si quieren: entre los adoquines de la calle Estafeta hay varias muestras, camino de coagularse...
Artículo del 9 de julio de 2009:
7 de julio, San Fermín, primer encierro: cuatro heridos con politraumatismo, todos de Madrid para abajo o de allende los mares. 8 de julio, San Eugenio (a mí me hacía gracia, el hombre, pero como para canonizarlo... en fin); segundo encierro: tres heridos más, ninguno local. ¿Perciben un patrón? ¿Es el ataque la mejor defensa y deberíamos exportar los Sanfermines a todo el mundo, para no tener que ir como forasteros a Pamplona, con todos los números para acabar en el hospital? No seremos tan ingenuos de cuestionar el universo preguntando en qué momento les pareció buena idea a los navarros instaurar la tradición de correr ante una estampida en plan Simba de El Rey León. Vale que ellos lo hagan; están como las putas cabras (con nuestro respeto al mosaico de culturas y todo eso), y nos parece bien. Pero los de fuera, ¿por qué participan en ello? Y, además, ¡teniendo las estadísticas en contra!
Observen que los catalanes, por ejemplo, tienen por tradición la hermosa insensatez de construir castillos humanos. Los madrileños no acuden a participar de tal costumbre y luego sonríen ante las cámaras mientras se parten la crisma. En cambio, toda España, todo el mundo acude a los Sanfermines, que, si tienen una tasa de heridos mucho más alta que los castellers, es gracias a los forasteros precisamente. La explicación, amigos, está en nuestros genes, en nuestro idioma y nuestra piel. Conservamos el culto taurino de nuestros ancestros. Los traidores intentan e intentarán abolir los encierros, en nombre de la defensa de los animales, o del mero sentido común, pero no lo conseguirán: lo llevamos en la sangre. Pueden hacer análisis, si quieren: entre los adoquines de la calle Estafeta hay varias muestras, camino de coagularse...