nekete
01-ago-2011, 04:54
Buscando en la red este artículo de Ángeles Caso que salió publicado la semana pasada...
El reino animal.
sin duda alguna, Washoe fue un ser muy especial: el primer animal no humano capaz de aprender a comunicarse con los humanos mediante el lenguaje de signos que utilizan las personas sordas en Estados Unidos. Washoe, que murió en el 2007, era una hembra de chimpancé objeto de un largo y extraordinario experimento en el Instituto para la Comunicación entre Chimpancés y Humanos de la Universidad de Washington. Los dos codirectores de ese centro, los primatólogos Roger y Deborah Fouts –cuidadores de Washoe durante décadas– estuvieron hace tan sólo unas semanas en Barcelona hablando de esos hermanos nuestros tan cercanos, con los que compartimos el 98,4% del ADN.
Los primatólogos suelen contar cosas asombrosas sobre los grandes simios. Los Fouts hacen honor a ese principio y recuerdan con tanto rigor científico como nostalgia sus años junto a Washoe. Ningún animal puede llegar a utilizar un lenguaje hablado semejante al nuestro, pues carecen de nuestro complejo sistema fonador. Pero la chimpancé y sus descendientes han sido capaces de aprender centenares de palabras y utilizarlas con sus manos. Así logran no sólo nombrar las cosas o pedirlas, sino incluso comunicar conceptos y sentimientos. Uno de los recuerdos más emocionantes que cuentan los Fouts es lo que sucedió cuando una científica del instituto sufrió un aborto. Washoe quiso saber qué le había ocurrido, y al explicarle su amiga que había perdido a su bebé, la chimpancé hizo con sus manos el signo de llorar y la abrazó largamente.
Esa historia, tan pequeña y a la vez tan enorme, me hace pensar en el comportamiento de algunos de los perros que conozco. He visto a Deva aullando cuando mi hija lloraba y tratando de lamerle las lágrimas. A mis mastines Beethoven y Tosca formando una muralla que me impedía despeñarme en el abismo cuando subíamos juntos al monte. Y a Laia, la antipática chihuahua de mi prima Isabel
–que mordía a todo el que se le acercase–, echarse durante horas en la cama junto a nuestra tía Nieves, enferma de gravedad, lamiéndole las manos y apretándose contra su cuerpo. Magníficos seres capaces de compasión, ese don que solemos considerar tan exclusivo de nuestra especie y que, sin embargo, tantos *humanos desconocen y tantos animales muestran.
Leo en la prensa las declaraciones de los Fouts y veo en internet algunos vídeos sobre la maravillosa Washoe. Ha entrado de pleno el verano, y en nuestro país están a punto de celebrarse todas esas atrocidades que tienen por víctimas a decenas de miles de animales no humanos supuestamente irracionales e incapaces de sentir, y por verdugos, a millones de animales humanos, supuestamente racionales, inteligentes, sensibles y compasivos. Las fiestas patronales de buena parte de España. Las corridas de toros, los encierros, los bous embolats o capllaçats, el toro de Coria y el de Tordesillas, y también los burros, los cerdos, los patos, las cabras, los gallos o los pavos, toda una multitud de seres vivos torturados y ejecutados mientras el gentío ríe y aplaude. Sin la menor compasión. Y no puedo evitar recordar estas palabras de la gran primatóloga Jane Goodall, que ha vivido durante décadas con los chimpancés en las selvas de África: “No existe una línea divisoria que nos separe del resto del reino animal”.
http://www.lavanguardia.com/20110722/54189314623/el-reino-animal.html
... me he encontrado con este otro, antitaurino, de antes de la prohibición en Cataluña.
Artículo de Ángeles Caso en la Vanguardia
Por favor, que prohíban los toros
Artículo de Ángeles Caso publicado en el Magazine de La Vanguardia del domingo 10 de enero. Cada vez somos más y mejores, por supuesto:
Los partidarios de las corridas de toros se han puesto como locos con la votación del Parlament de Cataluña que ha decidido debatir dentro de unos meses la posible prohibición de ese horrible espectáculo. Han salido todos a una esgrimiendo una serie de razones en defensa del mantenimiento de la carnicería tan jaleada. Pero lo cierto es que todas ellas resultan ultramontanas y, para colmo, falaces. Alegan por ejemplo que la “especie” del toro de lidia desaparecería si se cerrasen los cosos; sin embargo, según los zoólogos, esa especie no existe como tal: los ejemplares de lidia no se diferencian del toro y la vaca comunes, “Bos taurus” Aseguran también que sería imposible mantener el ecosistema de la dehesa si dejara de estar dedicado a la cría de ganadería brava; pero lo cierto es que sólo el 5% de la dehesa está consagrado a esta actividad (300.000 hectáreas de un total de 6.218.000, según datos del Ministerio de Agricultura)
Se llenan la boca contando que los toros llevan una vida maravillosa hasta que son trasladados a la plaza. Se me viene a la cabeza la imagen de unos niños de Llullaillaco, tres criaturas incas momíficadas que fueron descubiertas en 1.999 en la cima de un volcán andino. Tenían seis, siete y quince años, y habían sido sacrificados como ofrenda a sus dioses; pero antes de ser ejecutados, los niños fueron alimentados y cuidados con exquisitez, para presentar ante las divinidades la mejor imagen posible. Supongo que habrían preferido ser un poco menos mimados y vivir más: ofrecer a alguien el paraíso para que su tortura posterior resulte más “noble” es un acto radicalmente inmoral.
Repiten incesantemente, por supuesto, el famoso argumento de la tradición. Como si el hecho de que algo se reproduzca a lo largo del tiempo justificara su esencia maligna. Durante siglos, los autos de fe de la Inquisición en las grandes plazas de las ciudadades y las ejecuciones de los condenados a muerte ante el público fueron tradiciones de profunda raigambre: la persistencia de un hecho no le concede categoría moral.
Y acuden una y otra vez a la excusa suprema de la “fiesta nacional, la cultura y el arte” Pretenden los defensores de esas ideas perversas convencernos de que el arte, que es creación, puede nacer de la destrucción y el sufrimiento. De que la cultura, que imbrica a los seres humanos en el mundo que les rodea, puede construirse sobre la tortura. Y de que la fiesta, expresión del espíritu lúdico, puede basarse en la sangre y la agonía de un animal.
Los partidarios de las corridas son capaces de llegar a tal grado de perversión intelectual que el presidente de la Unión de Criadores de Toros, Eduardo Mihura, ha afirmado (El País, 20 de Diciembre) que “la sociedad se ha humanizado demasiado”… Sobran los comentarios, aunque no puedo evitar pensar en algunos de los más radicales discursos nazis.
En fin, no se qué ocurrirá cuando en primavera el Parlament de Cataluña tenga que decidir sobre la prohibición de las corridas. Pero, si la aprueban, yo es probable que me haga catalana. Porque no me gusta pertenecer a una nación que considera el sufrimiento terrible, lento y aplaudido de un ser vivo como la máxima expresión de su ética/estética. Y me temo, señores de los toros, que son muchos los que piensan como yo.
http://amnistia-animal.mforos.com/1798873/9361690-articulo-de-angeles-caso-en-la-vanguardia/
Será vegetariana Ángeles Caso?
El reino animal.
sin duda alguna, Washoe fue un ser muy especial: el primer animal no humano capaz de aprender a comunicarse con los humanos mediante el lenguaje de signos que utilizan las personas sordas en Estados Unidos. Washoe, que murió en el 2007, era una hembra de chimpancé objeto de un largo y extraordinario experimento en el Instituto para la Comunicación entre Chimpancés y Humanos de la Universidad de Washington. Los dos codirectores de ese centro, los primatólogos Roger y Deborah Fouts –cuidadores de Washoe durante décadas– estuvieron hace tan sólo unas semanas en Barcelona hablando de esos hermanos nuestros tan cercanos, con los que compartimos el 98,4% del ADN.
Los primatólogos suelen contar cosas asombrosas sobre los grandes simios. Los Fouts hacen honor a ese principio y recuerdan con tanto rigor científico como nostalgia sus años junto a Washoe. Ningún animal puede llegar a utilizar un lenguaje hablado semejante al nuestro, pues carecen de nuestro complejo sistema fonador. Pero la chimpancé y sus descendientes han sido capaces de aprender centenares de palabras y utilizarlas con sus manos. Así logran no sólo nombrar las cosas o pedirlas, sino incluso comunicar conceptos y sentimientos. Uno de los recuerdos más emocionantes que cuentan los Fouts es lo que sucedió cuando una científica del instituto sufrió un aborto. Washoe quiso saber qué le había ocurrido, y al explicarle su amiga que había perdido a su bebé, la chimpancé hizo con sus manos el signo de llorar y la abrazó largamente.
Esa historia, tan pequeña y a la vez tan enorme, me hace pensar en el comportamiento de algunos de los perros que conozco. He visto a Deva aullando cuando mi hija lloraba y tratando de lamerle las lágrimas. A mis mastines Beethoven y Tosca formando una muralla que me impedía despeñarme en el abismo cuando subíamos juntos al monte. Y a Laia, la antipática chihuahua de mi prima Isabel
–que mordía a todo el que se le acercase–, echarse durante horas en la cama junto a nuestra tía Nieves, enferma de gravedad, lamiéndole las manos y apretándose contra su cuerpo. Magníficos seres capaces de compasión, ese don que solemos considerar tan exclusivo de nuestra especie y que, sin embargo, tantos *humanos desconocen y tantos animales muestran.
Leo en la prensa las declaraciones de los Fouts y veo en internet algunos vídeos sobre la maravillosa Washoe. Ha entrado de pleno el verano, y en nuestro país están a punto de celebrarse todas esas atrocidades que tienen por víctimas a decenas de miles de animales no humanos supuestamente irracionales e incapaces de sentir, y por verdugos, a millones de animales humanos, supuestamente racionales, inteligentes, sensibles y compasivos. Las fiestas patronales de buena parte de España. Las corridas de toros, los encierros, los bous embolats o capllaçats, el toro de Coria y el de Tordesillas, y también los burros, los cerdos, los patos, las cabras, los gallos o los pavos, toda una multitud de seres vivos torturados y ejecutados mientras el gentío ríe y aplaude. Sin la menor compasión. Y no puedo evitar recordar estas palabras de la gran primatóloga Jane Goodall, que ha vivido durante décadas con los chimpancés en las selvas de África: “No existe una línea divisoria que nos separe del resto del reino animal”.
http://www.lavanguardia.com/20110722/54189314623/el-reino-animal.html
... me he encontrado con este otro, antitaurino, de antes de la prohibición en Cataluña.
Artículo de Ángeles Caso en la Vanguardia
Por favor, que prohíban los toros
Artículo de Ángeles Caso publicado en el Magazine de La Vanguardia del domingo 10 de enero. Cada vez somos más y mejores, por supuesto:
Los partidarios de las corridas de toros se han puesto como locos con la votación del Parlament de Cataluña que ha decidido debatir dentro de unos meses la posible prohibición de ese horrible espectáculo. Han salido todos a una esgrimiendo una serie de razones en defensa del mantenimiento de la carnicería tan jaleada. Pero lo cierto es que todas ellas resultan ultramontanas y, para colmo, falaces. Alegan por ejemplo que la “especie” del toro de lidia desaparecería si se cerrasen los cosos; sin embargo, según los zoólogos, esa especie no existe como tal: los ejemplares de lidia no se diferencian del toro y la vaca comunes, “Bos taurus” Aseguran también que sería imposible mantener el ecosistema de la dehesa si dejara de estar dedicado a la cría de ganadería brava; pero lo cierto es que sólo el 5% de la dehesa está consagrado a esta actividad (300.000 hectáreas de un total de 6.218.000, según datos del Ministerio de Agricultura)
Se llenan la boca contando que los toros llevan una vida maravillosa hasta que son trasladados a la plaza. Se me viene a la cabeza la imagen de unos niños de Llullaillaco, tres criaturas incas momíficadas que fueron descubiertas en 1.999 en la cima de un volcán andino. Tenían seis, siete y quince años, y habían sido sacrificados como ofrenda a sus dioses; pero antes de ser ejecutados, los niños fueron alimentados y cuidados con exquisitez, para presentar ante las divinidades la mejor imagen posible. Supongo que habrían preferido ser un poco menos mimados y vivir más: ofrecer a alguien el paraíso para que su tortura posterior resulte más “noble” es un acto radicalmente inmoral.
Repiten incesantemente, por supuesto, el famoso argumento de la tradición. Como si el hecho de que algo se reproduzca a lo largo del tiempo justificara su esencia maligna. Durante siglos, los autos de fe de la Inquisición en las grandes plazas de las ciudadades y las ejecuciones de los condenados a muerte ante el público fueron tradiciones de profunda raigambre: la persistencia de un hecho no le concede categoría moral.
Y acuden una y otra vez a la excusa suprema de la “fiesta nacional, la cultura y el arte” Pretenden los defensores de esas ideas perversas convencernos de que el arte, que es creación, puede nacer de la destrucción y el sufrimiento. De que la cultura, que imbrica a los seres humanos en el mundo que les rodea, puede construirse sobre la tortura. Y de que la fiesta, expresión del espíritu lúdico, puede basarse en la sangre y la agonía de un animal.
Los partidarios de las corridas son capaces de llegar a tal grado de perversión intelectual que el presidente de la Unión de Criadores de Toros, Eduardo Mihura, ha afirmado (El País, 20 de Diciembre) que “la sociedad se ha humanizado demasiado”… Sobran los comentarios, aunque no puedo evitar pensar en algunos de los más radicales discursos nazis.
En fin, no se qué ocurrirá cuando en primavera el Parlament de Cataluña tenga que decidir sobre la prohibición de las corridas. Pero, si la aprueban, yo es probable que me haga catalana. Porque no me gusta pertenecer a una nación que considera el sufrimiento terrible, lento y aplaudido de un ser vivo como la máxima expresión de su ética/estética. Y me temo, señores de los toros, que son muchos los que piensan como yo.
http://amnistia-animal.mforos.com/1798873/9361690-articulo-de-angeles-caso-en-la-vanguardia/
Será vegetariana Ángeles Caso?