sujal
20-dic-2010, 10:53
Nace la asociación española de consumidores veganos (AECV)
http://sp0.fotolog.com/photo/16/2/23/x_mxa_x/1173800368_f.jpg
Objetivo:
Lograr que las superficies comerciales tengan cada vez más productos 100 % vegetarianos. Y facilitar la información de los productos veganos a los consumidores que no quieren participar en la explotación animal.
Las superficies comerciales tienen muchas altenativas de consumo, y nosotros vamos a recorrerlas todas para informar a todos los interesados.
Información de Interés:
Estamos en Valencia.
http://www.facebook.com/group.php?gid=129870657027797
En el ciclo económico, el punto final es, siempre, el consumidor. A él se destina todo ese ciclo productivo. El consumidor es quien utilizará los productos y servicios finales. Los servicios entre empresas son meros ensamblajes dentro del ciclo productivo. Pero cualquiera de esos ciclos termina siempre en el consumidor.
Cualquier empresa ha de convencer al consumidor para que este compre su producto o servicio. Es por este motivo que el poder recae en manos del consumidor, pues su dinero decidirá el destino del mercado.
No obstante, las herramientas publicitarias permiten convencer al consumidor de la necesidad de comprar ciertos productos. EL consumidor responderá de la manera esperada o de otra, pero como las herramientas de marketing van evolucionando, el poder real del consumidor se va diluyendo.
Las estrategias del veganismo se centran en convencer a los consumidores para que escojan consumir productos veganos. Y no obstante, ¿son ellos quienes deciden qué comprar?
Es posible que la respuesta sea negativa.
Son los fabricantes, las empresas, quienes deciden qué comprarán estos consumidores. Para ello existen unas complejas leyes, reglas, tratos dentro del submundo del comercio Mayorista y Minorista. Según los lugares donde aparezca un producto, ya sea en TV, en el escaparate de Zara, en un estante de Carrefour, en prensa, en la sección moda de El Corte Inglés, en McDonald’s…, según donde aparezca, más o menos consumidores verán el producto y el mensaje que astutamente unen a dicho producto. Así se crea en la mente del consumidor la imagen asociada de un producto y la aportación virtual de dicho producto. Un buen traje aporta clase, un buen TV ratos de ocio junto a la familia o amigos, un vestido resulta sexy, etc…
En una superficie comercial como Carrefour, nada está ubicado al azar. Hay una dura competencia entre todos los fabricantes por ocupar los mejores estantes de los mejores pasillos. Pues según el lugar que ocupe un producto, se comprará más o menos. ¿Entonces es que el consumidor es un mero títere al servicio de estas empresas, quienes juegan con ellos como si fueran los peones del ajedrez?... Tristemente esa es la realidad. Nosotros mismos somos peones y nos dejamos influenciar por estos gigantes de la producción y sus estrategias de marketing.
Sabemos que la explotación animal existe porque hay quienes se benefician de ella. Si algo da dinero, alguien lo explota. Los animales no-humanos (ANH a partir de ahora) son considerados como objetos, materia prima que se utiliza para formar productos, como la madera, el hierro o el agua. El cadáver de un ANH es descuartizado y su carne servida en bandejas. El consumidor actual, ajeno a los ANH, a la explotación, a la ganadería, solo ve unas bandejas limpias y relucientes, que una vez cocinadas de la manera adecuada permiten “disfrutar” de un plato “delicioso”. Pero pocos consumidores conocen el proceso mediante el cual un ANH acaba en una bandeja en los estantes de Mercadona.
El consumidor actual (que vive en ciudades), no conoce el sufrimiento que se esconde tras esa bandeja. Quizá lo ha escuchado alguna vez, habrá visto imágenes, pero el cerebro es sabio y puede filtrar el contenido dañino para el individuo. El consumidor desconoce la realidad, o la ha olvidado. Una manera de actuar es mostrándole la realidad, pero no obstante, el cerebro fuerza un rechazo a una realidad que incomoda y modifica el modo de vida cómodo donde el individuo se ha asentado. Además las grandes empresas bombardean con sus productos, con nuevas necesidades (estatus, belleza, diversión, auto-realización), y las cadenas de TV bombardean con los “verdaderos” problemas (ETA, guerras, hambre en el tercer mundo, el catalanismo, los controladores aéreos…) El individuo no cree lo que se le cuenta. Porque si eso fuera así, todo el mundo lo sabría. El consumidor desconoce que el poder lo ostentan las grandes empresas, pues sin la ignorancia del consumidor, las leyes del marketing no tendrían validez ni sentido. Y se aferra a la realidad que conoce y con la cual se siente cómodo… O mejor dicho, es su cerebro quien activa los mecanismos de protección. La información se olvida o se desecha sin más.
Y mientras, las grandes empresas pagan a las granjas, a los criaderos, a los mataderos. Las grandes empresas siguen comprando los productos (cadáveres), totalmente ajenos a la lucha ética de millones de individuos, totalmente ajenos a los cambios en la actitud social. Los consumidores cambian, pero son las empresas quienes deciden qué van a comprar o dejar de comprar, creando necesidades o modificando las existentes. Da igual cuántos actos de protesta ocurran en las calles, pues las superficies comerciales son un sub-mundo dentro de este mundo absurdo en que vivimos. Allí no saben de valores, de escándalos. Allí solo saben de euros, de número de ventas, de descuentos y promociones, de estrategias comerciales de los competidores.
Aunque el 60 % de la población esté en contra del consumo de huevos, mientras las superficies comerciales vendan huevos, los granjeros y mataderos seguirán afilando sus cuchillos y derramando sangre sobre la paja y el cemento.
Y aun así, no hay veganos encargándose de atacar esta nueva vía (en realidad no es nueva, sino la más vieja de todas): la economía.
El día que las superficies comerciales no vendan huevos, los granjeros de gallinas y pollos cerrarán y gran parte de los mataderos se pudrirán en el olvido, sus muros antes infranqueables cubiertos de musgo y enredaderas.
El día en que las superficies comerciales no vendan leche de origen animal, los granjeros de vacas cerrarán, y gran parte de los mataderos harán lo propio.
El día en que las superficies comerciales no vendan paté, ni carne de cerdo, entonces esos granjeros se arruinarán, y los mataderos cerrarán sus puertas para siempre.
No mueren ANH porque la sociedad es malvada, ni porque hay pocos veganos. Mueren millones de ANH porque da dinero. Porque muchos se hacen millonarios con la muerte en masa de inocentes. Venden los cadáveres, la piel, la carne, y sus cuentas se engrosan con más millones. Reciben subvenciones, publicidad, el apoyo de grandes superficies comerciales, como Carrefour, EL Corte Inglés, Mercadona, etc…
Solo las ventas en las superficies comerciales permiten sustentar la explotación animal. Si un supermercado como Mercadona cambia las hamburguesas de cerdo por hamburguesas vegetales, miles de ganaderos, granjeros, dueños de mataderos, se arruinarán, y dejarán de matar.
Realmente la solución sería conseguir que las estanterías de las grandes superficies comerciales cambiasen los productos provenientes de la explotación de ANH por otros de origen vegetal. Esto provocaría el fin de la explotación animal. Si empresas como El Corte Inglés dejasen de vender pieles, entonces miles de empresas peleteras cerrarían para siempre. Y si El Corte Inglés no vende pieles, los consumidores no las buscarán en otro lugar. Ellos comprarán lo que haya en el Corte Inglés, tal es el poder del marketing.
http://sp0.fotolog.com/photo/16/2/23/x_mxa_x/1173800368_f.jpg
Objetivo:
Lograr que las superficies comerciales tengan cada vez más productos 100 % vegetarianos. Y facilitar la información de los productos veganos a los consumidores que no quieren participar en la explotación animal.
Las superficies comerciales tienen muchas altenativas de consumo, y nosotros vamos a recorrerlas todas para informar a todos los interesados.
Información de Interés:
Estamos en Valencia.
http://www.facebook.com/group.php?gid=129870657027797
En el ciclo económico, el punto final es, siempre, el consumidor. A él se destina todo ese ciclo productivo. El consumidor es quien utilizará los productos y servicios finales. Los servicios entre empresas son meros ensamblajes dentro del ciclo productivo. Pero cualquiera de esos ciclos termina siempre en el consumidor.
Cualquier empresa ha de convencer al consumidor para que este compre su producto o servicio. Es por este motivo que el poder recae en manos del consumidor, pues su dinero decidirá el destino del mercado.
No obstante, las herramientas publicitarias permiten convencer al consumidor de la necesidad de comprar ciertos productos. EL consumidor responderá de la manera esperada o de otra, pero como las herramientas de marketing van evolucionando, el poder real del consumidor se va diluyendo.
Las estrategias del veganismo se centran en convencer a los consumidores para que escojan consumir productos veganos. Y no obstante, ¿son ellos quienes deciden qué comprar?
Es posible que la respuesta sea negativa.
Son los fabricantes, las empresas, quienes deciden qué comprarán estos consumidores. Para ello existen unas complejas leyes, reglas, tratos dentro del submundo del comercio Mayorista y Minorista. Según los lugares donde aparezca un producto, ya sea en TV, en el escaparate de Zara, en un estante de Carrefour, en prensa, en la sección moda de El Corte Inglés, en McDonald’s…, según donde aparezca, más o menos consumidores verán el producto y el mensaje que astutamente unen a dicho producto. Así se crea en la mente del consumidor la imagen asociada de un producto y la aportación virtual de dicho producto. Un buen traje aporta clase, un buen TV ratos de ocio junto a la familia o amigos, un vestido resulta sexy, etc…
En una superficie comercial como Carrefour, nada está ubicado al azar. Hay una dura competencia entre todos los fabricantes por ocupar los mejores estantes de los mejores pasillos. Pues según el lugar que ocupe un producto, se comprará más o menos. ¿Entonces es que el consumidor es un mero títere al servicio de estas empresas, quienes juegan con ellos como si fueran los peones del ajedrez?... Tristemente esa es la realidad. Nosotros mismos somos peones y nos dejamos influenciar por estos gigantes de la producción y sus estrategias de marketing.
Sabemos que la explotación animal existe porque hay quienes se benefician de ella. Si algo da dinero, alguien lo explota. Los animales no-humanos (ANH a partir de ahora) son considerados como objetos, materia prima que se utiliza para formar productos, como la madera, el hierro o el agua. El cadáver de un ANH es descuartizado y su carne servida en bandejas. El consumidor actual, ajeno a los ANH, a la explotación, a la ganadería, solo ve unas bandejas limpias y relucientes, que una vez cocinadas de la manera adecuada permiten “disfrutar” de un plato “delicioso”. Pero pocos consumidores conocen el proceso mediante el cual un ANH acaba en una bandeja en los estantes de Mercadona.
El consumidor actual (que vive en ciudades), no conoce el sufrimiento que se esconde tras esa bandeja. Quizá lo ha escuchado alguna vez, habrá visto imágenes, pero el cerebro es sabio y puede filtrar el contenido dañino para el individuo. El consumidor desconoce la realidad, o la ha olvidado. Una manera de actuar es mostrándole la realidad, pero no obstante, el cerebro fuerza un rechazo a una realidad que incomoda y modifica el modo de vida cómodo donde el individuo se ha asentado. Además las grandes empresas bombardean con sus productos, con nuevas necesidades (estatus, belleza, diversión, auto-realización), y las cadenas de TV bombardean con los “verdaderos” problemas (ETA, guerras, hambre en el tercer mundo, el catalanismo, los controladores aéreos…) El individuo no cree lo que se le cuenta. Porque si eso fuera así, todo el mundo lo sabría. El consumidor desconoce que el poder lo ostentan las grandes empresas, pues sin la ignorancia del consumidor, las leyes del marketing no tendrían validez ni sentido. Y se aferra a la realidad que conoce y con la cual se siente cómodo… O mejor dicho, es su cerebro quien activa los mecanismos de protección. La información se olvida o se desecha sin más.
Y mientras, las grandes empresas pagan a las granjas, a los criaderos, a los mataderos. Las grandes empresas siguen comprando los productos (cadáveres), totalmente ajenos a la lucha ética de millones de individuos, totalmente ajenos a los cambios en la actitud social. Los consumidores cambian, pero son las empresas quienes deciden qué van a comprar o dejar de comprar, creando necesidades o modificando las existentes. Da igual cuántos actos de protesta ocurran en las calles, pues las superficies comerciales son un sub-mundo dentro de este mundo absurdo en que vivimos. Allí no saben de valores, de escándalos. Allí solo saben de euros, de número de ventas, de descuentos y promociones, de estrategias comerciales de los competidores.
Aunque el 60 % de la población esté en contra del consumo de huevos, mientras las superficies comerciales vendan huevos, los granjeros y mataderos seguirán afilando sus cuchillos y derramando sangre sobre la paja y el cemento.
Y aun así, no hay veganos encargándose de atacar esta nueva vía (en realidad no es nueva, sino la más vieja de todas): la economía.
El día que las superficies comerciales no vendan huevos, los granjeros de gallinas y pollos cerrarán y gran parte de los mataderos se pudrirán en el olvido, sus muros antes infranqueables cubiertos de musgo y enredaderas.
El día en que las superficies comerciales no vendan leche de origen animal, los granjeros de vacas cerrarán, y gran parte de los mataderos harán lo propio.
El día en que las superficies comerciales no vendan paté, ni carne de cerdo, entonces esos granjeros se arruinarán, y los mataderos cerrarán sus puertas para siempre.
No mueren ANH porque la sociedad es malvada, ni porque hay pocos veganos. Mueren millones de ANH porque da dinero. Porque muchos se hacen millonarios con la muerte en masa de inocentes. Venden los cadáveres, la piel, la carne, y sus cuentas se engrosan con más millones. Reciben subvenciones, publicidad, el apoyo de grandes superficies comerciales, como Carrefour, EL Corte Inglés, Mercadona, etc…
Solo las ventas en las superficies comerciales permiten sustentar la explotación animal. Si un supermercado como Mercadona cambia las hamburguesas de cerdo por hamburguesas vegetales, miles de ganaderos, granjeros, dueños de mataderos, se arruinarán, y dejarán de matar.
Realmente la solución sería conseguir que las estanterías de las grandes superficies comerciales cambiasen los productos provenientes de la explotación de ANH por otros de origen vegetal. Esto provocaría el fin de la explotación animal. Si empresas como El Corte Inglés dejasen de vender pieles, entonces miles de empresas peleteras cerrarían para siempre. Y si El Corte Inglés no vende pieles, los consumidores no las buscarán en otro lugar. Ellos comprarán lo que haya en el Corte Inglés, tal es el poder del marketing.