Alex
24-oct-2010, 02:59
http://2.bp.blogspot.com/__j0rc3ae6Cg/SodPUMB4NVI/AAAAAAAABUo/tvG0S3UsC3w/s400/insomnio.jpg
Creo que tendría unos 6 años cuando una noche me levanté de la cama y fui hasta el salón donde estaban mis padres.
No podía dormir. No era la primera noche que eso pasaba, pero sí la primera en que me levanté de la cama. Lejos estaba de saber que aquella primera vez no sería la última de mi vida.
Ya de niño en esas ocasiones en las que, por mucho que corriese, no lograba alcanzar el sueño mi cabeza bullía de ideas. Tanto que a veces me he preguntado si no serán las ideas las que no me dejan dormir.
El siguiente episodio "maldito" de insomnio que recuerdo fue a los 14 años. Pasé varios meses de verano y otoño en los que no lograba conciliar el sueño hasta las cinco o seis de la madrugada.
En aquel tiempo me sentía bohemio y las ideas empezaron a saltar de mi cabeza al papel.
Papel a papel llené cuadernos y cajones y al final me encontré con un "album" en el que cada cromo era de una película distinta.
A eso de los 23 ó 24 años trabajaba de noche y dormía de día y quizás ese sea el único periodo de mi vida en que he dormido bien y regularmente. Supongo que valía para eso porque las personas que me habían precedido en mi puesto no duraban más de dos años y yo estuve cinco.
Cuando me tocaba librar los fines de semana seguía viviendo de noche y durmiendo de día.
Curiosamente en aquella época tuve una larga relación con una mujer mucho más insomne que yo, mucho más inteligente que yo, mucho más inspirada que yo y que escribía infinitamente mejor que yo.
Mis noches libres y sus noches de insomnio se cruzaron y se convirtieron en noches de encendida pasión en la que compartíamos caricias, pitillos, oporto bebido en un cáliz de barro, incienso y palabras, millones de palabras, palabras pronunciadas y escritas, así como palabras nuncas pronunciadas que eran tan sólo una mirada.
Las noches del fin de semana eras una liturgia ordenadamente desordenada que empezaba con la oración de su voz y terminaba con el maravilloso sol entrando por la ventana, ese sol que finalmente nos traía la paz, el descanso y el sueño.
Un año me regalo por mi cumpleaños "reo de nocturnidad" libro en el que esperaba encontrar un "paisano" que me terminó por resultarme una caricatura del insomnio y que terminé por educación para con la persona que me lo había regalado.
Con el tiempo la pasión y la oración de su voz se convirtió en costumbre y la costumbre en "la misma historia de siempre" y a su vez esta en rutina y la rutina en aburrimiento mutuo.
Los teléfonos dejaron de sonar y los insomnes de "soñar", el incienso se terminó, el oporto se acabó, las palabras se hicieron silencio, los ceniceros se vaciaron y nunca se volvieron a llenar y las llamas se hicieron cenizas.
Con el tiempo "aprendí" a dormir y todo aquello tan importante de seguir determinada rutina de vida para adquirir un hábito de sueño.
Bendita rutina que cada vez que me la salto regresan a mi mente las ideas que bullen y no me dejan dormir.
Esta noche, tesoro mío, las ideas son recuerdos de todo lo que te quise y del silencio monstruoso que nació de todas nuestras palabras. ¿Sabes?, a veces pienso que de tanto hablar nos vaciamos.
Quizás esta noche tú también estés escribiendo sobre mí, nunca lo sabré, yo no me lo encontraré por internet porque nunca jamás quisiste otra cosa que no fuera tu vieja máquina de escribir.
¿Por qué sigues usado la máquina? - te pregunté.
Por que respeta mi silencio - respondiste.
Pues aquí seguiremos los dos, tu máquina y yo, respetando tu silencio "más hoy la noche me arañó con tu tristeza".
Alex
Creo que tendría unos 6 años cuando una noche me levanté de la cama y fui hasta el salón donde estaban mis padres.
No podía dormir. No era la primera noche que eso pasaba, pero sí la primera en que me levanté de la cama. Lejos estaba de saber que aquella primera vez no sería la última de mi vida.
Ya de niño en esas ocasiones en las que, por mucho que corriese, no lograba alcanzar el sueño mi cabeza bullía de ideas. Tanto que a veces me he preguntado si no serán las ideas las que no me dejan dormir.
El siguiente episodio "maldito" de insomnio que recuerdo fue a los 14 años. Pasé varios meses de verano y otoño en los que no lograba conciliar el sueño hasta las cinco o seis de la madrugada.
En aquel tiempo me sentía bohemio y las ideas empezaron a saltar de mi cabeza al papel.
Papel a papel llené cuadernos y cajones y al final me encontré con un "album" en el que cada cromo era de una película distinta.
A eso de los 23 ó 24 años trabajaba de noche y dormía de día y quizás ese sea el único periodo de mi vida en que he dormido bien y regularmente. Supongo que valía para eso porque las personas que me habían precedido en mi puesto no duraban más de dos años y yo estuve cinco.
Cuando me tocaba librar los fines de semana seguía viviendo de noche y durmiendo de día.
Curiosamente en aquella época tuve una larga relación con una mujer mucho más insomne que yo, mucho más inteligente que yo, mucho más inspirada que yo y que escribía infinitamente mejor que yo.
Mis noches libres y sus noches de insomnio se cruzaron y se convirtieron en noches de encendida pasión en la que compartíamos caricias, pitillos, oporto bebido en un cáliz de barro, incienso y palabras, millones de palabras, palabras pronunciadas y escritas, así como palabras nuncas pronunciadas que eran tan sólo una mirada.
Las noches del fin de semana eras una liturgia ordenadamente desordenada que empezaba con la oración de su voz y terminaba con el maravilloso sol entrando por la ventana, ese sol que finalmente nos traía la paz, el descanso y el sueño.
Un año me regalo por mi cumpleaños "reo de nocturnidad" libro en el que esperaba encontrar un "paisano" que me terminó por resultarme una caricatura del insomnio y que terminé por educación para con la persona que me lo había regalado.
Con el tiempo la pasión y la oración de su voz se convirtió en costumbre y la costumbre en "la misma historia de siempre" y a su vez esta en rutina y la rutina en aburrimiento mutuo.
Los teléfonos dejaron de sonar y los insomnes de "soñar", el incienso se terminó, el oporto se acabó, las palabras se hicieron silencio, los ceniceros se vaciaron y nunca se volvieron a llenar y las llamas se hicieron cenizas.
Con el tiempo "aprendí" a dormir y todo aquello tan importante de seguir determinada rutina de vida para adquirir un hábito de sueño.
Bendita rutina que cada vez que me la salto regresan a mi mente las ideas que bullen y no me dejan dormir.
Esta noche, tesoro mío, las ideas son recuerdos de todo lo que te quise y del silencio monstruoso que nació de todas nuestras palabras. ¿Sabes?, a veces pienso que de tanto hablar nos vaciamos.
Quizás esta noche tú también estés escribiendo sobre mí, nunca lo sabré, yo no me lo encontraré por internet porque nunca jamás quisiste otra cosa que no fuera tu vieja máquina de escribir.
¿Por qué sigues usado la máquina? - te pregunté.
Por que respeta mi silencio - respondiste.
Pues aquí seguiremos los dos, tu máquina y yo, respetando tu silencio "más hoy la noche me arañó con tu tristeza".
Alex