Tito Chinchan
03-mar-2006, 09:57
- Mama, no quiero más paté - gritó Krups con tanta fuerza que parecía que se le iba a partir el tercer hueso andragio.
- Mira, te lo vas a comer o te arranco un tentáculo, que me tengo que destrucular todos los días en la fábrica para traer la comida a casa. Y sientaté bien, que pareces un humano con esa postura - bramó Labbra con los díperos de punta.
- Tengamos paz - mugió Prodesfar , marido de Labbra y progenitor de la criatura - tampoco pasa nada porque no se lo coma. Además la nueva marca que compras no me gusta nada, ¿porqué ya no compras "el humano risueño"?.
- Mira, sabes perfectamente que estoy en contra de comprar productos de origen humano, que nunca se sabe de donde proceden. Prefiro comprar este paté "El tofú culto" que sale mejor de precio y sabemos los componentes. Mira, todo sanísimo, tofú hidrogenado y ionizado (6 %) y chuflur 302-E. ¿No se de que os quejais?.
- Mujer, no te enfades. Por cierto esta noche no me esperes, que hemos queda en el club humano, que al parecer humanean "El niño del cuerno", "Rabilargo" y el mítico "Torete". No puedo perdérmelo - mugió Prodesfar mientras regurgitaba el salteado de hierbas.
- Me tienes hasta el mismísimo muthgasse ya. ¿No ves que está el niño delante? - testarificó con sus grandes testarificas Labbra - te tengo dicho y más que dicho que no menciones las bárbaras constumbres que teneis los de vuestra especie. Humanear no es un arte, es una salvajada.
- ¡Una salvajada! ¡¿Dices que el humaneo de "El morlaco de la tercera galaxia de Orión" es una salvajada?! - bramó con fuerza el marido esputando pequeños brotes malmordidos - Tu no tienes ni idea y mantienes que los humanos tienen que ser respetados. Vamos ya, que les den por el cuarto esgerífico trasero. Ellos se crearon para esto y punto. Y deja de meterle estas estúpidas ideas a Krups.
Dicho esto, Prodesfar se levantó y salió de la cocina. En ella, encolerizada, Labbra sentía como su corazón se partía en dos. Quería golpear a su marido hasta que le entrase en su astada cabeza que su afición era una salvajada. Quería hacerle sentir lo que aquellos pobres seres sentían. Quería que viese que aunque no pudieran mugir como ellos, tenía sentimientos y sufría. Pero, ¿de qué iba a servir?
- Mira, te lo vas a comer o te arranco un tentáculo, que me tengo que destrucular todos los días en la fábrica para traer la comida a casa. Y sientaté bien, que pareces un humano con esa postura - bramó Labbra con los díperos de punta.
- Tengamos paz - mugió Prodesfar , marido de Labbra y progenitor de la criatura - tampoco pasa nada porque no se lo coma. Además la nueva marca que compras no me gusta nada, ¿porqué ya no compras "el humano risueño"?.
- Mira, sabes perfectamente que estoy en contra de comprar productos de origen humano, que nunca se sabe de donde proceden. Prefiro comprar este paté "El tofú culto" que sale mejor de precio y sabemos los componentes. Mira, todo sanísimo, tofú hidrogenado y ionizado (6 %) y chuflur 302-E. ¿No se de que os quejais?.
- Mujer, no te enfades. Por cierto esta noche no me esperes, que hemos queda en el club humano, que al parecer humanean "El niño del cuerno", "Rabilargo" y el mítico "Torete". No puedo perdérmelo - mugió Prodesfar mientras regurgitaba el salteado de hierbas.
- Me tienes hasta el mismísimo muthgasse ya. ¿No ves que está el niño delante? - testarificó con sus grandes testarificas Labbra - te tengo dicho y más que dicho que no menciones las bárbaras constumbres que teneis los de vuestra especie. Humanear no es un arte, es una salvajada.
- ¡Una salvajada! ¡¿Dices que el humaneo de "El morlaco de la tercera galaxia de Orión" es una salvajada?! - bramó con fuerza el marido esputando pequeños brotes malmordidos - Tu no tienes ni idea y mantienes que los humanos tienen que ser respetados. Vamos ya, que les den por el cuarto esgerífico trasero. Ellos se crearon para esto y punto. Y deja de meterle estas estúpidas ideas a Krups.
Dicho esto, Prodesfar se levantó y salió de la cocina. En ella, encolerizada, Labbra sentía como su corazón se partía en dos. Quería golpear a su marido hasta que le entrase en su astada cabeza que su afición era una salvajada. Quería hacerle sentir lo que aquellos pobres seres sentían. Quería que viese que aunque no pudieran mugir como ellos, tenía sentimientos y sufría. Pero, ¿de qué iba a servir?