TXERA
14-ago-2010, 11:10
Hola soy Loira, tengo siete años. Cuando nací, todo el mundo hablaba de lo guapa que era, era tan guapa y tan hermosa, que no estaban dispuestos a desaprovechar mi belleza. Un San Bernardo tan especial como yo, no podía ser vendida como una perra cualquiera, no podían dejar que nadie me llevara a su casa sin más, tal y como hicieron con mis hermanos, que fueron vendidos para ser simples perros de compañía.
Pero yo no era una perra normal, yo era especial y se fijaron en mí para algo mucho más importante, mi destino iba a ser… ser perra de crianza.
Yo creí entonces, que ser tan guapa iba a traerme muchas alegrías, podía ver como mi dueño se frotaba las manos al hablar de mí y yo no veía el momento de disfrutar de mi destino, de salir de aquella jaula y comerme el mundo para vivir mi sueño.
Pero el tiempo pasaba, días y noches se perdían dentro de aquella jaula que cada vez se me iba haciendo más pequeña, hasta que me hice jovencita y escuché que había llegado el momento. ¿Eso significaba que mis sueños, por fin, se harían realidad? No, no fue así, mi vida transcurría siempre dentro de aquella jaula. Me usaron para tener hijos una y otra vez, hijos que iban a ser igual de guapos que yo y vendidos por un buen pedigrí. Cada seis meses daba a luz a mis cachorros y yo pedía al arco iris que no les diera mi belleza, que fueran los cachorros mas simples del mundo, para que ellos, pudieran ser perros normales, de esos que compra la gente y se llevan a casa para acariciarlos todos los días y darle amor.
Cuando me quitaban todos mis cachorros, yo volvía a quedarme embarazada, así tantas veces que ya no me acuerdo el número de veces que he sido mamá.
Cuando ya me consideraron vieja para la monta, quisieron deshacerse de mí como un trasto viejo, dijeron que ya no servía para nada e iban a apagar mi luz, pero no tenía miedo, estaba tranquila y serena porque ese era mi destino y mi recorrido en la vida había llegado a su final, por fin saldría de aquella jaula, aunque fuera para cruzar el arco iris.
Sin embargo, todo dio un vuelco repentino, alguien se fijó en mí, y ese alguien se llamaba Proa. Al principio pensé que me querían de nuevo por mi belleza, pero no, no fue así. Era alguien que hablaba de los derechos de los animales y decía que yo me merecía una vida digna, rodeada de amor, de cariño y libertad y ese alguien no solo no me consideraba un trasto viejo inservible, sino que decía que me quedaban muchos años por disfrutar y que en algún lugar del mundo, había una familia para mí, echa a mi medida, grandota como yo, con un corazón enorme, capaz de hacerme ladrar con ilusión y que juntos, la íbamos a buscar.
Y aquí estoy, en Proa, empezando a vivir mi sueño. A veces salgo a un patio grande donde hay otros perros y me llevo bien con todos, jamás haría daño a ninguna persona ni a otro compañero, pero me da mucha vergüenza acercarme, soy tan tímida, que no se como jugar con ellos. Sin embargo, cuando estoy en mi chenil, me siento protegida y cuando viene a verme algún humano me encanta que me abrace y me llene de besos.
Se que algún día voy a perder mi miedo, estoy aprendiendo que no todos los hombres son malos y que ese ángel del que todos hablan…. un día aparecerá y me llevará para formar parte de su familia y ser por fin, una San Bernardo normal y corriente como cualquier otro perro.
Por eso escribo esta carta, porque si tu que me estas leyendo, eres capaz de tener una tonelada de cariño, amor y paciencia para enseñarme lo que es el amor y cumplir mi sueño, yo prometo darte 100 kilos de fidelidad para toda la vida y el arco iris... puede esperar.
Loira es muy muy tímida. Cuando está en su patio no se deja tocar por nadie. Cuando está en su "chenil" no hay problema, le puedes hacer de todo: besar, acariciar, abrazar... Aunque se estresa notablemente, ya que no está acostumbrada.
Necesita una persona que esté dispuesta a aceptar el reto de "domesticarla". Si lees su historia, te darás cuenta de por qué ella es así. Se lleva muy bien con todos los perros, sean machos o hembras. No es agresiva, a pesar del terror que siente por los humanos.
Loira pertenecía a un criador. Fue mantenida en una jaula pequeña, pariendo cada 6 meses y retirándole los cachorros cuando ya podían ser vendidos. No tuvo contacto humano durante todo ese tiempo y desarrolló traumas que ahora impiden que encuentre un hogar como los demás perros. Llegó a Proa con otras dos hembras grandes, casi tan tímidas como ella.
Todos nuestros perros se entregan vacunados, desparasitados, esterilizados, con chip y con contrato de adopción. Solo en Madrid.
Contacto: adopciones@proaweb.org
FOTOS:
http://www.proaweb.org/index.php?option=com_ponygallery&Itemid=50&func=detail&id=600
http://i280.photobucket.com/albums/kk168/PROAWEB/LOIRA/_MG_3574.jpg
Pero yo no era una perra normal, yo era especial y se fijaron en mí para algo mucho más importante, mi destino iba a ser… ser perra de crianza.
Yo creí entonces, que ser tan guapa iba a traerme muchas alegrías, podía ver como mi dueño se frotaba las manos al hablar de mí y yo no veía el momento de disfrutar de mi destino, de salir de aquella jaula y comerme el mundo para vivir mi sueño.
Pero el tiempo pasaba, días y noches se perdían dentro de aquella jaula que cada vez se me iba haciendo más pequeña, hasta que me hice jovencita y escuché que había llegado el momento. ¿Eso significaba que mis sueños, por fin, se harían realidad? No, no fue así, mi vida transcurría siempre dentro de aquella jaula. Me usaron para tener hijos una y otra vez, hijos que iban a ser igual de guapos que yo y vendidos por un buen pedigrí. Cada seis meses daba a luz a mis cachorros y yo pedía al arco iris que no les diera mi belleza, que fueran los cachorros mas simples del mundo, para que ellos, pudieran ser perros normales, de esos que compra la gente y se llevan a casa para acariciarlos todos los días y darle amor.
Cuando me quitaban todos mis cachorros, yo volvía a quedarme embarazada, así tantas veces que ya no me acuerdo el número de veces que he sido mamá.
Cuando ya me consideraron vieja para la monta, quisieron deshacerse de mí como un trasto viejo, dijeron que ya no servía para nada e iban a apagar mi luz, pero no tenía miedo, estaba tranquila y serena porque ese era mi destino y mi recorrido en la vida había llegado a su final, por fin saldría de aquella jaula, aunque fuera para cruzar el arco iris.
Sin embargo, todo dio un vuelco repentino, alguien se fijó en mí, y ese alguien se llamaba Proa. Al principio pensé que me querían de nuevo por mi belleza, pero no, no fue así. Era alguien que hablaba de los derechos de los animales y decía que yo me merecía una vida digna, rodeada de amor, de cariño y libertad y ese alguien no solo no me consideraba un trasto viejo inservible, sino que decía que me quedaban muchos años por disfrutar y que en algún lugar del mundo, había una familia para mí, echa a mi medida, grandota como yo, con un corazón enorme, capaz de hacerme ladrar con ilusión y que juntos, la íbamos a buscar.
Y aquí estoy, en Proa, empezando a vivir mi sueño. A veces salgo a un patio grande donde hay otros perros y me llevo bien con todos, jamás haría daño a ninguna persona ni a otro compañero, pero me da mucha vergüenza acercarme, soy tan tímida, que no se como jugar con ellos. Sin embargo, cuando estoy en mi chenil, me siento protegida y cuando viene a verme algún humano me encanta que me abrace y me llene de besos.
Se que algún día voy a perder mi miedo, estoy aprendiendo que no todos los hombres son malos y que ese ángel del que todos hablan…. un día aparecerá y me llevará para formar parte de su familia y ser por fin, una San Bernardo normal y corriente como cualquier otro perro.
Por eso escribo esta carta, porque si tu que me estas leyendo, eres capaz de tener una tonelada de cariño, amor y paciencia para enseñarme lo que es el amor y cumplir mi sueño, yo prometo darte 100 kilos de fidelidad para toda la vida y el arco iris... puede esperar.
Loira es muy muy tímida. Cuando está en su patio no se deja tocar por nadie. Cuando está en su "chenil" no hay problema, le puedes hacer de todo: besar, acariciar, abrazar... Aunque se estresa notablemente, ya que no está acostumbrada.
Necesita una persona que esté dispuesta a aceptar el reto de "domesticarla". Si lees su historia, te darás cuenta de por qué ella es así. Se lleva muy bien con todos los perros, sean machos o hembras. No es agresiva, a pesar del terror que siente por los humanos.
Loira pertenecía a un criador. Fue mantenida en una jaula pequeña, pariendo cada 6 meses y retirándole los cachorros cuando ya podían ser vendidos. No tuvo contacto humano durante todo ese tiempo y desarrolló traumas que ahora impiden que encuentre un hogar como los demás perros. Llegó a Proa con otras dos hembras grandes, casi tan tímidas como ella.
Todos nuestros perros se entregan vacunados, desparasitados, esterilizados, con chip y con contrato de adopción. Solo en Madrid.
Contacto: adopciones@proaweb.org
FOTOS:
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