JustVegetal
10-ago-2010, 20:06
PASIÓN SEXUAL TRAS LA MUERTE
Fuente: Revista Año Cero
Holzer sostiene que después de la muerte del cuerpo no sólo es posible
regresar a éste mundo por amor, sino también para cerrar cuestiones
pendientes: ausencia de un testamento legal, cualquier obra sin
terminar manuscritos o composiciones incompletas, cosas tan triviales
como ordenar un escritorio, dar de comer a un animal querido y otras
como la PASIÓN SEXUAL .
Este último tipo de regreso –muy poco habitual entre gente sana-- al
parecer suele expresarse de forma muy material. El caso de la señora
Audrey L. Es bastante gráfico y es uno de los pocos ejemplos que rompe
con la fama de curativos y emocionalmente gratificantes que este tipo
de encuentros de ultratumba suelen tener. Audrey vivía en Baltimore y
había enviudado 4 años atrás. Creía oír a su esposo <<por los
alrededores>>, él la llamaba por su nombre y se movía como de costumbre
en la que fuera su casa. Dado que esa situación le angustiaba, la mujer
decidió mudarse de departamento. Pero una noche, los fenómenos
auditivos comenzaron también a ser visuales. Su marido aparecía junto a
su cama, la cogía de las muñecas obligándola a levantarse y el contacto
de sus dos manos poderosas era algo muy real.
Holzer afirma que en estos casos la mujer podría rechazar el contacto
sólo si su decisión de cerrar esta puerta psíquica fuera lo bastante
firme. Pero la experiencia parece indicar que, aún tras la muerte,
existe la pasión sexual.
En cualquier caso, el requerimiento amoroso no tiene porqué constituir
una vivencia desagradable, como aparece haber ocurrido en este caso.
Uno de los estudios más interesantes sobre este aspecto concreto es el
que realizó el Dr. W. Dewi Rees en Gran Bretaña.
En 1971 Rees publicó en el British Medical Journal los resultados de
una investigación sobre encuentros visionarios en un área específica de
Gales. La mayoría de la población estudiada tenía cálidos contactos
post-mortem con sus esposos y esposas. Algunos de estos encuentros se
extendía por un tiempo superior a 20 años y más común entre los
matrimonios jóvenes que en los maduros. Rees concluyó que estas
experiencias eran frecuentes en personas cuyas uniones eran
satisfactorias y en aquellas que tenían niños. Y también añadió que,
lejos de ser eventos perturbadores, eran esperados con alegría. Destaco
que si los que si vivían este tipo de contactos eran matrimonios de
edad avanzada, el cónyuge sobreviviente era menos proclive a morir a lo
largo del año siguiente a la desaparición de su compañero o compañera,
y también superaba el sufrimiento de la pérdida con mayor entereza al
saber que su ser querido <<estaba bien en el más allá>>.
Si bien Rees atribuye obvios y saludables beneficios a este tipo de
visitas de ultratumba, hace referencia a ellas como alucinaciones, un
término psiquiátrico que denota patología, cuando no cierta cualidad
despectiva. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿no es excesiva ligereza
calificar de patología una vivencia compartida hasta el punto por la
mayoría de los sujetos estudiados?.
En principio, hay investigadores que afirman categóricamente que no se
trata de una alucinación. <<Todos los estudios sistemáticos muestran
que este tipo de vivencia raramente está asociada a fiebres,
medicación, falta de oxígeno y demencia>>, sostiene el Dr. Morse,
haciendo referencia a las causas y síntomas habituales que acompañan a
la alucinación. Por otra parte, el prestigioso parapsicólogo Dr. Karlis
Osis señala que estas <<alucinaciones>> de naturaleza aparicional, como
la <<visión>> de alguien muerto, no implica ninguna pérdida de
conciencia ni de la capacidad de respuesta apropiada al entorno real de
quien tiene esa experiencia. Algo, por cierto, absolutamente
incompatible con la modalidad alucinatoria de origen sicótico o químico.
No obstante, este tipo de visiones que han experimentado millones de
personas, en general son tomadas con escepticismo por la mayoría de los
investigadores científicos, para quienes la explicación más sencilla es
que se trata de alucinaciones estimuladas por el deseo de ver. Sin
embargo, este anhelo de ver no debiera ser minimizado. Porque incluso
admitiendo que en el origen del fenómeno puede haber un ansia intensa,
más o menos inconsciente, ésta puede ser de tal intensidad que podría
amplificar el campo perceptivo del ser y dar lugar a extraordinarias
visiones de un aspecto de la realidad que no percibimos en el estado de
conciencia habitual, más allá de que se trate de experiencias psíquicas
gratificantes y positivas. Mientras tanto, por perdernos en el
prejuicio o la excitación fantasiosa que despierta todo lo paranormal,
se descuidan los efectos restauradores del equilibrio efectivo que
estas visiones poseen para el individuo vivo, que puede así elaborar su
duelo en un plazo más breve, ahorrándose a sí mismo y a los demás una
buena dosis de estéril sufrimiento.
Ahora bien, es importante indagar sobre las posibles causas de estos
fenómenos: ¿hay efectivamente una suerte de voluntarismo amoroso más
allá de la muerte, de tal manera que si deseamos aparecer ante algún
ser vivo ello sea posible?, ¿existe alguna posibilidad de contacto
entre ambos lados de la frontera vital?, o ¿es que estas visiones no
ordinarias son pura imaginación, deseo de contacto o imposibilidad de
despedirse por parte de los vivos? Estas cuestiones pueden resultar muy
polémicas, pero de insistir en ellas podemos perder de vista el simple
hecho de que tienen lugar y operan profundas transformaciones en los
sujetos que las viven, en algunos casos equiparables a quienes
atraviesan una Experiencia Cercana a la Muerte (visión de la luz,
túnel, encuentro con seres queridos o presencias luminosas y posterior
amplificación de la capacidad de vivir en la belleza, la verdad y la
bondad).
Fuente: Revista Año Cero
Holzer sostiene que después de la muerte del cuerpo no sólo es posible
regresar a éste mundo por amor, sino también para cerrar cuestiones
pendientes: ausencia de un testamento legal, cualquier obra sin
terminar manuscritos o composiciones incompletas, cosas tan triviales
como ordenar un escritorio, dar de comer a un animal querido y otras
como la PASIÓN SEXUAL .
Este último tipo de regreso –muy poco habitual entre gente sana-- al
parecer suele expresarse de forma muy material. El caso de la señora
Audrey L. Es bastante gráfico y es uno de los pocos ejemplos que rompe
con la fama de curativos y emocionalmente gratificantes que este tipo
de encuentros de ultratumba suelen tener. Audrey vivía en Baltimore y
había enviudado 4 años atrás. Creía oír a su esposo <<por los
alrededores>>, él la llamaba por su nombre y se movía como de costumbre
en la que fuera su casa. Dado que esa situación le angustiaba, la mujer
decidió mudarse de departamento. Pero una noche, los fenómenos
auditivos comenzaron también a ser visuales. Su marido aparecía junto a
su cama, la cogía de las muñecas obligándola a levantarse y el contacto
de sus dos manos poderosas era algo muy real.
Holzer afirma que en estos casos la mujer podría rechazar el contacto
sólo si su decisión de cerrar esta puerta psíquica fuera lo bastante
firme. Pero la experiencia parece indicar que, aún tras la muerte,
existe la pasión sexual.
En cualquier caso, el requerimiento amoroso no tiene porqué constituir
una vivencia desagradable, como aparece haber ocurrido en este caso.
Uno de los estudios más interesantes sobre este aspecto concreto es el
que realizó el Dr. W. Dewi Rees en Gran Bretaña.
En 1971 Rees publicó en el British Medical Journal los resultados de
una investigación sobre encuentros visionarios en un área específica de
Gales. La mayoría de la población estudiada tenía cálidos contactos
post-mortem con sus esposos y esposas. Algunos de estos encuentros se
extendía por un tiempo superior a 20 años y más común entre los
matrimonios jóvenes que en los maduros. Rees concluyó que estas
experiencias eran frecuentes en personas cuyas uniones eran
satisfactorias y en aquellas que tenían niños. Y también añadió que,
lejos de ser eventos perturbadores, eran esperados con alegría. Destaco
que si los que si vivían este tipo de contactos eran matrimonios de
edad avanzada, el cónyuge sobreviviente era menos proclive a morir a lo
largo del año siguiente a la desaparición de su compañero o compañera,
y también superaba el sufrimiento de la pérdida con mayor entereza al
saber que su ser querido <<estaba bien en el más allá>>.
Si bien Rees atribuye obvios y saludables beneficios a este tipo de
visitas de ultratumba, hace referencia a ellas como alucinaciones, un
término psiquiátrico que denota patología, cuando no cierta cualidad
despectiva. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿no es excesiva ligereza
calificar de patología una vivencia compartida hasta el punto por la
mayoría de los sujetos estudiados?.
En principio, hay investigadores que afirman categóricamente que no se
trata de una alucinación. <<Todos los estudios sistemáticos muestran
que este tipo de vivencia raramente está asociada a fiebres,
medicación, falta de oxígeno y demencia>>, sostiene el Dr. Morse,
haciendo referencia a las causas y síntomas habituales que acompañan a
la alucinación. Por otra parte, el prestigioso parapsicólogo Dr. Karlis
Osis señala que estas <<alucinaciones>> de naturaleza aparicional, como
la <<visión>> de alguien muerto, no implica ninguna pérdida de
conciencia ni de la capacidad de respuesta apropiada al entorno real de
quien tiene esa experiencia. Algo, por cierto, absolutamente
incompatible con la modalidad alucinatoria de origen sicótico o químico.
No obstante, este tipo de visiones que han experimentado millones de
personas, en general son tomadas con escepticismo por la mayoría de los
investigadores científicos, para quienes la explicación más sencilla es
que se trata de alucinaciones estimuladas por el deseo de ver. Sin
embargo, este anhelo de ver no debiera ser minimizado. Porque incluso
admitiendo que en el origen del fenómeno puede haber un ansia intensa,
más o menos inconsciente, ésta puede ser de tal intensidad que podría
amplificar el campo perceptivo del ser y dar lugar a extraordinarias
visiones de un aspecto de la realidad que no percibimos en el estado de
conciencia habitual, más allá de que se trate de experiencias psíquicas
gratificantes y positivas. Mientras tanto, por perdernos en el
prejuicio o la excitación fantasiosa que despierta todo lo paranormal,
se descuidan los efectos restauradores del equilibrio efectivo que
estas visiones poseen para el individuo vivo, que puede así elaborar su
duelo en un plazo más breve, ahorrándose a sí mismo y a los demás una
buena dosis de estéril sufrimiento.
Ahora bien, es importante indagar sobre las posibles causas de estos
fenómenos: ¿hay efectivamente una suerte de voluntarismo amoroso más
allá de la muerte, de tal manera que si deseamos aparecer ante algún
ser vivo ello sea posible?, ¿existe alguna posibilidad de contacto
entre ambos lados de la frontera vital?, o ¿es que estas visiones no
ordinarias son pura imaginación, deseo de contacto o imposibilidad de
despedirse por parte de los vivos? Estas cuestiones pueden resultar muy
polémicas, pero de insistir en ellas podemos perder de vista el simple
hecho de que tienen lugar y operan profundas transformaciones en los
sujetos que las viven, en algunos casos equiparables a quienes
atraviesan una Experiencia Cercana a la Muerte (visión de la luz,
túnel, encuentro con seres queridos o presencias luminosas y posterior
amplificación de la capacidad de vivir en la belleza, la verdad y la
bondad).