antavian
21-jul-2010, 11:48
Aceptarnos incondicionalmente como seres humanos falibles, imperfectos. Eso es lo que somos, humanos nada más que humanos, ni sobrehumanos ni subhumanos.
- No juzgar nuestra valía intrínseca como personas en función de los logros y la aprobación de los demás. No confundir nuestra “valía externa o práctica” con nuestra “valía interna”. Por ejemplo, si consigo la aprobación de mi jefe quizás tendré un ascenso laboral pero difícilmente ello me hará mejor persona.
- Juzgar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones en función de si nos permiten conseguir las metas y objetivos propuestos, pero abstenerse de juzgarse a sí mismos, de evaluar nuestra esencia, totalidad, ego o yo. Somos personas que hacen cosas que están bien y otras que están mal, pero no somos buenas o malas personas.
- Intentar no definir el error o fracaso como algo totalmente malo sino como también el mejor maestro de las enseñanzas. Aprendemos del error. Si no fuera así, ¡la humanidad no hubiera existido durante tanto tiempo!
- Abandonar nuestra actitud exigente, dictatorial, dogmática y rígida, y adoptar una actitud preferencial, democrática, abierta y flexible. Dejarse de exigir rígidamente algo que no existe en la realidad “tengo que hacer absolutamente las tareas perfectas y conseguir su aprobación”, y fomentar una actitud preferencial, de mejorarse, pero no de ser perfectos “Si bien prefiero hacerlo bien y conseguir su aprobación, ello no lo convierte en obligatorio ni en necesario, aunque será una lata si no lo consigo y desearé hacerlo mejor en el futuro”. Deje los utopismos y acepte la realidad tal como es.
- No juzgar nuestra valía intrínseca como personas en función de los logros y la aprobación de los demás. No confundir nuestra “valía externa o práctica” con nuestra “valía interna”. Por ejemplo, si consigo la aprobación de mi jefe quizás tendré un ascenso laboral pero difícilmente ello me hará mejor persona.
- Juzgar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones en función de si nos permiten conseguir las metas y objetivos propuestos, pero abstenerse de juzgarse a sí mismos, de evaluar nuestra esencia, totalidad, ego o yo. Somos personas que hacen cosas que están bien y otras que están mal, pero no somos buenas o malas personas.
- Intentar no definir el error o fracaso como algo totalmente malo sino como también el mejor maestro de las enseñanzas. Aprendemos del error. Si no fuera así, ¡la humanidad no hubiera existido durante tanto tiempo!
- Abandonar nuestra actitud exigente, dictatorial, dogmática y rígida, y adoptar una actitud preferencial, democrática, abierta y flexible. Dejarse de exigir rígidamente algo que no existe en la realidad “tengo que hacer absolutamente las tareas perfectas y conseguir su aprobación”, y fomentar una actitud preferencial, de mejorarse, pero no de ser perfectos “Si bien prefiero hacerlo bien y conseguir su aprobación, ello no lo convierte en obligatorio ni en necesario, aunque será una lata si no lo consigo y desearé hacerlo mejor en el futuro”. Deje los utopismos y acepte la realidad tal como es.