JustVegetal
20-jul-2010, 08:44
Quién alimenta al mundo
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109952
Grupo ETC
Rebelión
Presentamos tres fragmentos de uno de los más recientes documentos de investigación del Grupo ETC, con atisbos y cifras del universo de personas, colectivos, comunidades, grupos, que reivindican el cultivo de sus propios alimentos [en su sentido más vasto] en todo el mundo y que son muchos más de los que suponemos. Campo y ciudad. Cultivo, recolección, animales de corral, pastoreo, caza y pesca. Este retrato contradice a una industria alimentaria que presume tener las soluciones para el hambre en el mundo.
La cadena alimentaria industrial
El modelo agroindustrial habla de una “cadena” alimentaria, con Monsanto en un extremo y Wal-Mart en el otro: una cadena sucesiva de empresas agroindustriales, fabricantes de insumos (semillas, fertilizantes, pesticidas, maquinaria) vinculadas con intermediarios, procesadores de alimentos y comerciantes al menudeo.
El 96% de toda la investigación agrícola y sobre alimentos ocurre en los países industrializados y el 80% de esa investigación se ocupa del procesamiento y distribución de alimentos. En la segunda mitad del siglo pasado, la cadena alimentaria industrial se consolidó tanto que cada eslabón —de la semilla a la sopa— lo domina un puñado de multinacionales que trabaja con una lista de bienes de consumo cada vez más restringida y que tiene a la humanidad en peligro de desnutrición o sobrepeso.
La cadena alimentaria industrial se enfoca en menos de 100 variedades de cinco especies de ganado. Los fitomejoradores corporativos trabajan con 150 cultivos pero se enfocan en apenas una docena. De las 80.000 variedades comerciales de plantas que hay en el mercado, casi la mitad son de ornato. Lo que resta de nuestras mermadas reservas de peces viene de sólo 336 especies, que son dos terceras partes de las especies acuáticas que consumimos. Al perderse biodiversidad, el contenido nutricional de muchos de nuestros granos y hortalizas ha caído entre el 5 y el 40%, de modo que hoy tenemos que comer más calorías para obtener los mismos nutrientes que antes.
Ante el caos climático, la cadena alimentaria industrial nos impone un régimen de patentes que favorece la uniformidad por encima de la diversidad y refuerza un modelo tecnológico al que le cuesta más tiempo y dinero obtener una variedad diseñada en laboratorio que lograr cientos de variedades convencionales. En resumen, las empresas no saben quiénes padecen hambre, dónde se encuentran o qué necesitan.
El Banco Mundial y muchas agencias de desarrollo bilateral creen en la falacia de que el desarrollo agrícola puede escoger a voluntad qué eslabones de la cadena prefiere aprovechar. Esta visión es ingenua. La razón por la que empresas como Monsanto, DuPont y Syngenta (que controlan la mitad de la oferta comercial de semillas patentadas y más o menos el mismo porcentaje del mercado mundial de pesticidas) se concentran en engendrar cultivos como el maíz, la soya, el trigo y ahora el arroz es porque las grandes compañías procesadoras de alimentos, como Nestlé, Unilever, Kraft y ConAgra pueden manipular sus baratos carbohidratos como relleno (estos cuatro cultivos constituyen dos tercios del aporte calórico para los consumidores estadounidenses) y convertirlos en miles de productos alimentarios (y no alimentarios) que “dan volumen” a mercancías más caras. A su vez, las empresas procesadoras buscan, por todos lo medios posibles, cumplir las exigencias de las grandes empresas de comercio al menudeo, como Wal-Mart, Tesco, Carrefour y Metro, las cuales demandan productos baratos, uniformes y predecibles en sus estantes y no dudan un instante en intervenir en otros eslabones de la cadena alimentaria para dictar el modo en que deben producirse los alimentos (y elegir que agricultores serán aceptados)
Por medio de una cultura corporativa y mercados compartidos, algunos de los eslabones de la cadena alimentaria han desarrollado fuertes vínculos informales: por ejemplo, Syngenta mantiene una estrecha relación con Archer Daniels Midland; Monsanto con Cargill y DuPont con Bunge (1). El modelo industrial es una cadena cargada de grilletes. Comprar en alguno de los segmentos implica comprar en todos los segmentos del modelo.
El tejido campesino de producción de alimentos
Sin embargo el sistema alimentario dominante, durante la mayor parte de la historia y aún para la mayoría de la humanidad actual no es una cadena, es un complejo tejido de relaciones. Los alimentos se mueven en este tejido: los campesinos también son consumidores que intercambian entre sí; los consumidores urbanos también son cultivadores de alimentos propios que cultivan e intercambian sus productos; los campesinos también son, a menudo, pescadores, recolectores o sembradores de forrajes y sus tierras existen dentro de un ecosistema de múltiples funciones.
El 85% de los alimentos que se producen se consume en la misma región ecológica o por lo menos dentro de las fronteras nacionales. Y la mayor parte se cultiva fuera del alcance de la cadena de las multinacionales.
La mayor parte de esta comida se cultiva a partir de variedades campesinas, sin utilizar los fertilizantes químicos que promueve la cadena industrial. Los campesinos crían 40 especies de ganado y casi ocho mil variedades. Los campesinos crían cinco mil de los cultivos domesticados y han aportado más de 1,9 millones de variedades vegetales a las existencias genéticas del planeta. Los pescadores campesinos recogen y protegen más de 15.000 especies de agua dulce. El trabajo de campesinos y pastores en mantener la fertilidad del suelo tiene un valor 18 veces superior al valor de los fertilizantes sintéticos que proveen las siete corporaciones más grandes del mundo en el ramo.
Los campesinos no hacen consorcios, pero están organizados. Existen 1.500 millones de campesinos en 380 millones de fincas, ranchos, chacras, parcelas; 800 millones más cultivan en las ciudades; 410 millones recolectan la cosecha oculta de nuestros bosques y sabanas; hay 190 millones de pastores y bastante más de 100 millones de campesinos pescadores. Por lo menos 370 millones de ellos pertenecen a pueblos indígenas. Juntos, esos campesinos son casi la mitad de la población mundial y cultivan al menos el 70% de los alimentos del planeta. Mejor que nadie, ellos alimentan a quienes sufren hambre. En 2050, para alimentarnos, necesitamos de ellos y de toda su diversidad.
Gráfica 1
70%: Los campesinos alimentan al menos al 70% de la población mundial
50% Porcentaje mundial de los alimentos producidos por campesinos
30% Porcentaje mundial de los alimentos que provienen de la cadena alimentaria industrial
12,5% Porcentaje mundial de los alimentos que proviene de la caza y recolección
7,5% Porcentaje de los alimentos que producen campesinos habitantes de ciudades
Los productores de alimentos a pequeña escala son aquellos hombres y mujeres que cultivan y cosechan alimentos y también frutos de los árboles, lo mismo que ganado, pescado y muchos otros organismos acuáticos. Entre ellos se incluye a los pequeños propietarios campesinos, a los granjeros y ganaderos familiares, a los pastores sedentarios o nómadas, a los pescadores artesanales y a los campesinos y jornaleros sin tierra, a los jardineros y hortelanos, a los pobladores de bosques, a los campesinos indígenas, a los cazadores y recolectores, así como a todos los usufructuarios a pequeña escala de los recursos naturales para producir alimentos. —Michel Pimbert (2).
Campesinos: la cuenta en detalle
Mientras que los especialistas en estadística piensan en términos de una población de más o menos 1.500 millones de agricultores en pequeño (campesinos), la cifra más realista se aproxima al doble, si se considera plenamente a quienes cuidan hortalizas y crían animales en las urbes, a los pastores nómadas, a los pescadores y a la gente que cuida los bosques del mundo. Quienes tienen huertos en las ciudades con frecuencia se desplazan entre el campo y la ciudad y los pescadores también siembran. He aquí un cálculo diferente.
Agricultores
De los 450 millones de establecimientos agrícolas, 382 millones (85%) tienen una extensión de 2 hectáreas o menos y las estadísticas se refieren a sus poseedores como pequeños propietarios o campesinos (3). Casi 380 millones de estas fincas agrícolas están ubicadas en el Sur global, y al menos 1.500 millones de personas (cuatro por finca) viven en ellas (4). Es significativo que 370 millones (5) son campesinos indígenas en, por lo menos, 92 millones de pequeñas fincas o rancherías. En total, es probable que los campesinos posean bastante más de la mitad de las tierras de cultivo del mundo. De los 1.560 millones de hectáreas globales de tierras arables para cultivos estacionales o permanentes (muchos países clasifican como “campesinos” a quienes poseen 5 hectáreas o menos de tierra), los campesinos poseerían cerca de 764 millones de hectáreas y no menos de 225 millones de hectáreas estarían en manos de grandes agricultores (6). Los agricultores medianos estarían en posesión de 571 millones de hectáreas (con un promedio de 36,8 hectáreas cada uno) (7). Algunos investigadores incorporan las “fincas” campesinas con una extensión inferior a 0,1 hectáreas por persona. La inclusión de estos campesinos casi sin tierra a los cálculos de la productividad distorsiona fuertemente la productividad real de las unidades campesinas.
(continúa)
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109952
Grupo ETC
Rebelión
Presentamos tres fragmentos de uno de los más recientes documentos de investigación del Grupo ETC, con atisbos y cifras del universo de personas, colectivos, comunidades, grupos, que reivindican el cultivo de sus propios alimentos [en su sentido más vasto] en todo el mundo y que son muchos más de los que suponemos. Campo y ciudad. Cultivo, recolección, animales de corral, pastoreo, caza y pesca. Este retrato contradice a una industria alimentaria que presume tener las soluciones para el hambre en el mundo.
La cadena alimentaria industrial
El modelo agroindustrial habla de una “cadena” alimentaria, con Monsanto en un extremo y Wal-Mart en el otro: una cadena sucesiva de empresas agroindustriales, fabricantes de insumos (semillas, fertilizantes, pesticidas, maquinaria) vinculadas con intermediarios, procesadores de alimentos y comerciantes al menudeo.
El 96% de toda la investigación agrícola y sobre alimentos ocurre en los países industrializados y el 80% de esa investigación se ocupa del procesamiento y distribución de alimentos. En la segunda mitad del siglo pasado, la cadena alimentaria industrial se consolidó tanto que cada eslabón —de la semilla a la sopa— lo domina un puñado de multinacionales que trabaja con una lista de bienes de consumo cada vez más restringida y que tiene a la humanidad en peligro de desnutrición o sobrepeso.
La cadena alimentaria industrial se enfoca en menos de 100 variedades de cinco especies de ganado. Los fitomejoradores corporativos trabajan con 150 cultivos pero se enfocan en apenas una docena. De las 80.000 variedades comerciales de plantas que hay en el mercado, casi la mitad son de ornato. Lo que resta de nuestras mermadas reservas de peces viene de sólo 336 especies, que son dos terceras partes de las especies acuáticas que consumimos. Al perderse biodiversidad, el contenido nutricional de muchos de nuestros granos y hortalizas ha caído entre el 5 y el 40%, de modo que hoy tenemos que comer más calorías para obtener los mismos nutrientes que antes.
Ante el caos climático, la cadena alimentaria industrial nos impone un régimen de patentes que favorece la uniformidad por encima de la diversidad y refuerza un modelo tecnológico al que le cuesta más tiempo y dinero obtener una variedad diseñada en laboratorio que lograr cientos de variedades convencionales. En resumen, las empresas no saben quiénes padecen hambre, dónde se encuentran o qué necesitan.
El Banco Mundial y muchas agencias de desarrollo bilateral creen en la falacia de que el desarrollo agrícola puede escoger a voluntad qué eslabones de la cadena prefiere aprovechar. Esta visión es ingenua. La razón por la que empresas como Monsanto, DuPont y Syngenta (que controlan la mitad de la oferta comercial de semillas patentadas y más o menos el mismo porcentaje del mercado mundial de pesticidas) se concentran en engendrar cultivos como el maíz, la soya, el trigo y ahora el arroz es porque las grandes compañías procesadoras de alimentos, como Nestlé, Unilever, Kraft y ConAgra pueden manipular sus baratos carbohidratos como relleno (estos cuatro cultivos constituyen dos tercios del aporte calórico para los consumidores estadounidenses) y convertirlos en miles de productos alimentarios (y no alimentarios) que “dan volumen” a mercancías más caras. A su vez, las empresas procesadoras buscan, por todos lo medios posibles, cumplir las exigencias de las grandes empresas de comercio al menudeo, como Wal-Mart, Tesco, Carrefour y Metro, las cuales demandan productos baratos, uniformes y predecibles en sus estantes y no dudan un instante en intervenir en otros eslabones de la cadena alimentaria para dictar el modo en que deben producirse los alimentos (y elegir que agricultores serán aceptados)
Por medio de una cultura corporativa y mercados compartidos, algunos de los eslabones de la cadena alimentaria han desarrollado fuertes vínculos informales: por ejemplo, Syngenta mantiene una estrecha relación con Archer Daniels Midland; Monsanto con Cargill y DuPont con Bunge (1). El modelo industrial es una cadena cargada de grilletes. Comprar en alguno de los segmentos implica comprar en todos los segmentos del modelo.
El tejido campesino de producción de alimentos
Sin embargo el sistema alimentario dominante, durante la mayor parte de la historia y aún para la mayoría de la humanidad actual no es una cadena, es un complejo tejido de relaciones. Los alimentos se mueven en este tejido: los campesinos también son consumidores que intercambian entre sí; los consumidores urbanos también son cultivadores de alimentos propios que cultivan e intercambian sus productos; los campesinos también son, a menudo, pescadores, recolectores o sembradores de forrajes y sus tierras existen dentro de un ecosistema de múltiples funciones.
El 85% de los alimentos que se producen se consume en la misma región ecológica o por lo menos dentro de las fronteras nacionales. Y la mayor parte se cultiva fuera del alcance de la cadena de las multinacionales.
La mayor parte de esta comida se cultiva a partir de variedades campesinas, sin utilizar los fertilizantes químicos que promueve la cadena industrial. Los campesinos crían 40 especies de ganado y casi ocho mil variedades. Los campesinos crían cinco mil de los cultivos domesticados y han aportado más de 1,9 millones de variedades vegetales a las existencias genéticas del planeta. Los pescadores campesinos recogen y protegen más de 15.000 especies de agua dulce. El trabajo de campesinos y pastores en mantener la fertilidad del suelo tiene un valor 18 veces superior al valor de los fertilizantes sintéticos que proveen las siete corporaciones más grandes del mundo en el ramo.
Los campesinos no hacen consorcios, pero están organizados. Existen 1.500 millones de campesinos en 380 millones de fincas, ranchos, chacras, parcelas; 800 millones más cultivan en las ciudades; 410 millones recolectan la cosecha oculta de nuestros bosques y sabanas; hay 190 millones de pastores y bastante más de 100 millones de campesinos pescadores. Por lo menos 370 millones de ellos pertenecen a pueblos indígenas. Juntos, esos campesinos son casi la mitad de la población mundial y cultivan al menos el 70% de los alimentos del planeta. Mejor que nadie, ellos alimentan a quienes sufren hambre. En 2050, para alimentarnos, necesitamos de ellos y de toda su diversidad.
Gráfica 1
70%: Los campesinos alimentan al menos al 70% de la población mundial
50% Porcentaje mundial de los alimentos producidos por campesinos
30% Porcentaje mundial de los alimentos que provienen de la cadena alimentaria industrial
12,5% Porcentaje mundial de los alimentos que proviene de la caza y recolección
7,5% Porcentaje de los alimentos que producen campesinos habitantes de ciudades
Los productores de alimentos a pequeña escala son aquellos hombres y mujeres que cultivan y cosechan alimentos y también frutos de los árboles, lo mismo que ganado, pescado y muchos otros organismos acuáticos. Entre ellos se incluye a los pequeños propietarios campesinos, a los granjeros y ganaderos familiares, a los pastores sedentarios o nómadas, a los pescadores artesanales y a los campesinos y jornaleros sin tierra, a los jardineros y hortelanos, a los pobladores de bosques, a los campesinos indígenas, a los cazadores y recolectores, así como a todos los usufructuarios a pequeña escala de los recursos naturales para producir alimentos. —Michel Pimbert (2).
Campesinos: la cuenta en detalle
Mientras que los especialistas en estadística piensan en términos de una población de más o menos 1.500 millones de agricultores en pequeño (campesinos), la cifra más realista se aproxima al doble, si se considera plenamente a quienes cuidan hortalizas y crían animales en las urbes, a los pastores nómadas, a los pescadores y a la gente que cuida los bosques del mundo. Quienes tienen huertos en las ciudades con frecuencia se desplazan entre el campo y la ciudad y los pescadores también siembran. He aquí un cálculo diferente.
Agricultores
De los 450 millones de establecimientos agrícolas, 382 millones (85%) tienen una extensión de 2 hectáreas o menos y las estadísticas se refieren a sus poseedores como pequeños propietarios o campesinos (3). Casi 380 millones de estas fincas agrícolas están ubicadas en el Sur global, y al menos 1.500 millones de personas (cuatro por finca) viven en ellas (4). Es significativo que 370 millones (5) son campesinos indígenas en, por lo menos, 92 millones de pequeñas fincas o rancherías. En total, es probable que los campesinos posean bastante más de la mitad de las tierras de cultivo del mundo. De los 1.560 millones de hectáreas globales de tierras arables para cultivos estacionales o permanentes (muchos países clasifican como “campesinos” a quienes poseen 5 hectáreas o menos de tierra), los campesinos poseerían cerca de 764 millones de hectáreas y no menos de 225 millones de hectáreas estarían en manos de grandes agricultores (6). Los agricultores medianos estarían en posesión de 571 millones de hectáreas (con un promedio de 36,8 hectáreas cada uno) (7). Algunos investigadores incorporan las “fincas” campesinas con una extensión inferior a 0,1 hectáreas por persona. La inclusión de estos campesinos casi sin tierra a los cálculos de la productividad distorsiona fuertemente la productividad real de las unidades campesinas.
(continúa)