Nulyeta
28-jun-2010, 00:31
Cuatro panoramas para el próximo mega-desastre energético
Vendrán más pesadillas energéticas al estilo de BP
Michael Klare (http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Michael%20Klare&inicio=0)
TomDispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
¿No es extraño que, no importa lo terribles sean las noticias del Golfo, los medios todavía no pueden dejar de presentar una narrativa de esperanza influenciada por BP? Mi periódico local publicó hace poco el siguiente titular: “Señales de esperanza al capturar BP cantidades récord de petróleo”. El artículo se basa en un informe de BP de que, el jueves pasado, su tristemente inadecuado y mal ajustado “tapón” había capturado más de 25.000 barriles de la fuga de petróleo –es decir, cinco veces más de lo que afirmó durante mucho tiempo que se derramaba de su pozo averiado (25 veces más de lo que había sugerido originalmente).
Ante cálculos semioficiales del orden de 35.000 a 60.000 barriles vertidos por día (y esas cifras aumentan regularmente), esto representa una extraña versión de noticias esperanzadoras. No presagia nada bueno que, a finales de julio, cuando un nuevo “tapón”, más grande, “más ajustado” se haya instalado, BP apunta a capturar hasta 80.000 barriles al día (es decir 20.000 barriles más de lo que había reconocido públicamente que podía salir del fondo del Golfo). En todos los artículos semejantes, la verdadera narrativa de esperanza, sin embargo, involucra los pozos de alivio, el primero de los cuales está ahora dentro de “60 metros” del pozo averiado. Usualmente, la fecha indicada para que uno de esos pozos alivie el derrame se indica como “comienzos de agosto” o “mediados de agosto” y se dice regularmente que la perforación de esos pozos avanza “más rápido de lo previsto”.
Sean cuales sean las “señales de esperanza", sin embargo, ya han sido desprestigiadas por el continuo vertido de la realidad. El mismo día en el que BP anunció su captura de 25.000 barriles, también se informó de que inmensas cantidades de metano se estaban esparciendo dentro del Golfo. Evidentemente, esto generalmente no se habría considerado (o se había informado poco al respecto), a pesar de que metano en altas concentraciones puede agotar el oxígeno del agua y así sofocar la vida marina, creando vastas zonas muertas e inhibiendo la descomposición natural del petróleo vertido. Según John Kessler, oceanógrafo de la universidad A&M de Texas, el vertido de Deepwater Horizon representa “la más vigorosa erupción de metano en la historia humana moderna”.
Mientras tanto, si se lee con cuidado, se notará que esos pozos de alivio no son algo seguro. Puede que no cumplan la tarea hasta el otoño o incluso, en el peor de los casos, Navidad, o (incluso en un caso peor) podrían fallar enteramente, dejando que el pozo derrame petróleo y gas natural (con su metano) durante lo que se piensa serían entre dos y cuatro años más. Y no olvidemos el mal tiempo generalizado, así como la estación de los huracanes que llega al Golfo, la posibilidad de que el revestimiento del pozo se pueda resquebrajar o erosionar –lo que quiere decir aún más derrame o fuga– y que una “limpieza” en la cual según el secretario del interior Ken Salazar, el ecosistema del Golfo sería “restaurado y tonificado”, no podría lograrse, como escribió recientemente Naomi Klein (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108296), “por lo menos en un plazo que podamos concebir fácilmente”.
Peor todavía, el desastre en el Golfo se trata en gran parte como una pesadilla que ocurrirá una sola vez. No es así. Considerad nuestro potencial Chernobyl estadounidense sólo como un precursor de un futuro repleto de “inesperados” mega-desastres energéticos, como sugiere Michael Klare, colaborador regular de TomDispatch y autor del invaluable Rising Powers, Shrinking Planet.
Tom
Vendrán más pesadillas energéticas al estilo de BP
Cuatro panoramas para el próximo mega-desastre energético
Michael Klare
El 15 de junio, en su testimonio ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara, los jefes ejecutivos de las principales compañías petroleras de EE.UU. argumentaron que el desastre de Deepwater Horizon de BP fue una aberración –algo que no habría ocurrido con una supervisión corporativa adecuada y que no volverá a ocurrir una vez que se hayan introducido medidas adecuadas. Es falaz, si no una mentira absoluta. La explosión de Deepwater Horizon fue el resultado inevitable de un esfuerzo implacable por extraer petróleo de sitios cada vez más profundos y más peligrosos. De hecho, mientras la industria continúe con su implacable e imprudente busca de “energía extrema” –petróleo, gas natural, carbón y uranio obtenidos de áreas geológica, ecológica y políticamente inseguras– más calamidades semejantes están destinadas a ocurrir.
Al comienzo de la era industrial moderna, los combustibles básicos eran fáciles de obtener de grandes depósitos de energía cercanos en sitios relativamente seguros y amistosos. El ascenso del automóvil y la extensión de los suburbios, por ejemplo, fueron posibilitados por la disponibilidad de petróleo barato y abundante de grandes reservas en California, Texas y Oklahoma, y de las aguas poco profundas del Golfo de México. Pero esos depósitos de carbón, gas y uranio y otros equivalentes se han agotado. Esto significa que la supervivencia de nuestra civilización centrada en la energía depende cada vez más de suministros obtenidos de ubicaciones arriesgadas –profundas bajo tierra, alejadas en el mar, al norte del círculo ártico, en complejas formaciones geológicas, o en entornos políticos inseguros- Eso garantiza el equivalente de dos, tres, cuatro, o más desastres del estilo del vertido del Golfo en nuestro futuro energético.
De vuelta en 2005, el presidente de Chevron, David O’Reilly, describió la situación de modo tan terminante como podía hacerlo un ejecutivo petrolero. “Una cosa es clara,” dijo, “la era del petróleo fácil se acabó. La demanda aumenta como nunca antes… Al mismo tiempo, muchos de los campos petrolíferos y gasísticos del mundo son viejos. Y los nuevos descubrimientos de energía ocurren sobre todo en sitios donde los recursos son difíciles de extraer, física, técnica, económica e incluso políticamente”.
O’Reilly prometió entonces que su firma, como los demás gigantes de la energía, haría todo lo necesario para conseguir esa “difícil energía” a fin de satisfacer la creciente demanda global. Y demostró ser un hombre de palabra. Como resultado BP, Chevron, Exxon, y el resto de los gigantes de la energía lanzaron una campaña para obtener combustibles tradicionales de lugares peligrosos, creando el marco para el desastre del Golfo de México y otros que seguramente le seguirán. Mientras la industria permanezca en ese camino, en lugar de emprender la transición hacia un futuro de energía alternativa, más catástrofes semejantes serán inevitables, no importa cuán sofisticada sea la tecnología o escrupulosa la supervisión.
La única pregunta es: ¿Cómo será el próximo desastre Deepwater Horizon (fuera de otro desastre Deepwater Horizon)? Las alternativas son muchas, pero hay cuatro panoramas posibles para futuras calamidades energéticas de una escala como la del Golfo. Ninguna de ellas es inevitable, pero cada una tiene realmente una base plausible.
Vendrán más pesadillas energéticas al estilo de BP
Michael Klare (http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Michael%20Klare&inicio=0)
TomDispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
¿No es extraño que, no importa lo terribles sean las noticias del Golfo, los medios todavía no pueden dejar de presentar una narrativa de esperanza influenciada por BP? Mi periódico local publicó hace poco el siguiente titular: “Señales de esperanza al capturar BP cantidades récord de petróleo”. El artículo se basa en un informe de BP de que, el jueves pasado, su tristemente inadecuado y mal ajustado “tapón” había capturado más de 25.000 barriles de la fuga de petróleo –es decir, cinco veces más de lo que afirmó durante mucho tiempo que se derramaba de su pozo averiado (25 veces más de lo que había sugerido originalmente).
Ante cálculos semioficiales del orden de 35.000 a 60.000 barriles vertidos por día (y esas cifras aumentan regularmente), esto representa una extraña versión de noticias esperanzadoras. No presagia nada bueno que, a finales de julio, cuando un nuevo “tapón”, más grande, “más ajustado” se haya instalado, BP apunta a capturar hasta 80.000 barriles al día (es decir 20.000 barriles más de lo que había reconocido públicamente que podía salir del fondo del Golfo). En todos los artículos semejantes, la verdadera narrativa de esperanza, sin embargo, involucra los pozos de alivio, el primero de los cuales está ahora dentro de “60 metros” del pozo averiado. Usualmente, la fecha indicada para que uno de esos pozos alivie el derrame se indica como “comienzos de agosto” o “mediados de agosto” y se dice regularmente que la perforación de esos pozos avanza “más rápido de lo previsto”.
Sean cuales sean las “señales de esperanza", sin embargo, ya han sido desprestigiadas por el continuo vertido de la realidad. El mismo día en el que BP anunció su captura de 25.000 barriles, también se informó de que inmensas cantidades de metano se estaban esparciendo dentro del Golfo. Evidentemente, esto generalmente no se habría considerado (o se había informado poco al respecto), a pesar de que metano en altas concentraciones puede agotar el oxígeno del agua y así sofocar la vida marina, creando vastas zonas muertas e inhibiendo la descomposición natural del petróleo vertido. Según John Kessler, oceanógrafo de la universidad A&M de Texas, el vertido de Deepwater Horizon representa “la más vigorosa erupción de metano en la historia humana moderna”.
Mientras tanto, si se lee con cuidado, se notará que esos pozos de alivio no son algo seguro. Puede que no cumplan la tarea hasta el otoño o incluso, en el peor de los casos, Navidad, o (incluso en un caso peor) podrían fallar enteramente, dejando que el pozo derrame petróleo y gas natural (con su metano) durante lo que se piensa serían entre dos y cuatro años más. Y no olvidemos el mal tiempo generalizado, así como la estación de los huracanes que llega al Golfo, la posibilidad de que el revestimiento del pozo se pueda resquebrajar o erosionar –lo que quiere decir aún más derrame o fuga– y que una “limpieza” en la cual según el secretario del interior Ken Salazar, el ecosistema del Golfo sería “restaurado y tonificado”, no podría lograrse, como escribió recientemente Naomi Klein (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108296), “por lo menos en un plazo que podamos concebir fácilmente”.
Peor todavía, el desastre en el Golfo se trata en gran parte como una pesadilla que ocurrirá una sola vez. No es así. Considerad nuestro potencial Chernobyl estadounidense sólo como un precursor de un futuro repleto de “inesperados” mega-desastres energéticos, como sugiere Michael Klare, colaborador regular de TomDispatch y autor del invaluable Rising Powers, Shrinking Planet.
Tom
Vendrán más pesadillas energéticas al estilo de BP
Cuatro panoramas para el próximo mega-desastre energético
Michael Klare
El 15 de junio, en su testimonio ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara, los jefes ejecutivos de las principales compañías petroleras de EE.UU. argumentaron que el desastre de Deepwater Horizon de BP fue una aberración –algo que no habría ocurrido con una supervisión corporativa adecuada y que no volverá a ocurrir una vez que se hayan introducido medidas adecuadas. Es falaz, si no una mentira absoluta. La explosión de Deepwater Horizon fue el resultado inevitable de un esfuerzo implacable por extraer petróleo de sitios cada vez más profundos y más peligrosos. De hecho, mientras la industria continúe con su implacable e imprudente busca de “energía extrema” –petróleo, gas natural, carbón y uranio obtenidos de áreas geológica, ecológica y políticamente inseguras– más calamidades semejantes están destinadas a ocurrir.
Al comienzo de la era industrial moderna, los combustibles básicos eran fáciles de obtener de grandes depósitos de energía cercanos en sitios relativamente seguros y amistosos. El ascenso del automóvil y la extensión de los suburbios, por ejemplo, fueron posibilitados por la disponibilidad de petróleo barato y abundante de grandes reservas en California, Texas y Oklahoma, y de las aguas poco profundas del Golfo de México. Pero esos depósitos de carbón, gas y uranio y otros equivalentes se han agotado. Esto significa que la supervivencia de nuestra civilización centrada en la energía depende cada vez más de suministros obtenidos de ubicaciones arriesgadas –profundas bajo tierra, alejadas en el mar, al norte del círculo ártico, en complejas formaciones geológicas, o en entornos políticos inseguros- Eso garantiza el equivalente de dos, tres, cuatro, o más desastres del estilo del vertido del Golfo en nuestro futuro energético.
De vuelta en 2005, el presidente de Chevron, David O’Reilly, describió la situación de modo tan terminante como podía hacerlo un ejecutivo petrolero. “Una cosa es clara,” dijo, “la era del petróleo fácil se acabó. La demanda aumenta como nunca antes… Al mismo tiempo, muchos de los campos petrolíferos y gasísticos del mundo son viejos. Y los nuevos descubrimientos de energía ocurren sobre todo en sitios donde los recursos son difíciles de extraer, física, técnica, económica e incluso políticamente”.
O’Reilly prometió entonces que su firma, como los demás gigantes de la energía, haría todo lo necesario para conseguir esa “difícil energía” a fin de satisfacer la creciente demanda global. Y demostró ser un hombre de palabra. Como resultado BP, Chevron, Exxon, y el resto de los gigantes de la energía lanzaron una campaña para obtener combustibles tradicionales de lugares peligrosos, creando el marco para el desastre del Golfo de México y otros que seguramente le seguirán. Mientras la industria permanezca en ese camino, en lugar de emprender la transición hacia un futuro de energía alternativa, más catástrofes semejantes serán inevitables, no importa cuán sofisticada sea la tecnología o escrupulosa la supervisión.
La única pregunta es: ¿Cómo será el próximo desastre Deepwater Horizon (fuera de otro desastre Deepwater Horizon)? Las alternativas son muchas, pero hay cuatro panoramas posibles para futuras calamidades energéticas de una escala como la del Golfo. Ninguna de ellas es inevitable, pero cada una tiene realmente una base plausible.