Ecomobisostrans
05-oct-2014, 16:43
Que el alimento sea tu medicina
Tanto la materia como la energía de lo que comemos pasa a formar parte del propio organismo en un proceso de incorporación que ha permitido ir observando la acción específica de los diferentes alimentos sobre el organismo. Algunos -más neutras- tienen una notable acción nutritiva, adaptable a todos, son los que se suelen considerar la base de la alimentación (el pan para nosotros, el maíz por los árabes, la avena por los nórdicos o el arroz por los orientales), pero muchos otros sobre todo lo que tienen efectos terapèutics- convienen más a unas personas que a otras, según su constitución, temperamento, clima, estado general ... Cada cultura lo ha sistematizado de una manera diferente, pero últimamente la industria alimentaria ha comenzado a atribuir valores universales a cada alimento, y propiedades curativas o preventivas de las enfermedades , explotando la asociación entre alimento y medicamento con productos para luchar contra el colesterol, leches enriquecidas con calcio para prevenir la osteoporosis, o fermentadas con bífidos activos para regular el tránsito intestinal. En Europa, la legislación es muy restrictiva con este tipo de publicidad engañosa, o al menos no demostrada, pero en cambio en EEUU ya se pueden comprar chicles contra el reuma o, en Japón, una leche fermentada con colágeno que retrasa la aparición de arrugas. Lo mismo vale para los zumos de fruta multivitamínicos, las bebidas energéticas, y tantas otras cosas que desvían la atención de los beneficios de una verdadera alimentación saludable con una visión holística. Está claro que no son estos productos publicitados por la industria al que nos referimos cuando hablamos de que "el alimento sea tu medicina" .
Cuando Hipócrates dijo "que el alimento sea tu medicina" la alimentación era frugal y bien mediterránea, a base de trigo, cebada, verduras y legumbres, frutas, aceite de oliva y vino. La carne era escasa y reservada a las clases acomodadas, y el queso y el pescado eran más asequibles. Excepto en los grandes banquetes, se comía y se bebía con moderación, y todo biológico y sano. Muy diferente del qué y cómo comemos hoy, en que el alimento es abundante pero de poca o mala calidad
La preocupación y la actividad fundamental del hombre durante milenios ha sido procurarse el alimento. El hambre y la desnutrición han sido, y son todavía hoy, el principal problema para la supervivencia en el planeta. Hasta hace poco, el problema básico de la alimentación era la carestía, con toda una serie de enfermedades que se derivaban, como el raquitismo, el bocio, el cretinismo, el escorbuto, así como los problemas debidos a la mala conservación. Sin embargo, en general se sabía lo que se comía, y el sentido del gusto y del olfato podía detectar la salubridad del alimento, contrariamente a lo que ocurre hoy, que productos químicos totalmente ajenos al cuerpo pasan desapercibidos, y la industria alimentaria dispone de mil recursos para engañar el sentido del gusto. Por ello, el primer paso fundamental para que el alimento sea la propia medicina es que sea natural, biológico, local, de temporada y con una mínima manipulación.
El hombre ha establecido desde sus inicios la correlación entre alimento y salud, pero nunca como hoy se había dado tanta importancia a una alimentación sana ya la relación entre alimentación y enfermedad, presidida por la tiranía de la báscula. El temor y la ansiedad, la duda y la preocupación por la salud, hacen que se elijan los alimentos por sus supuestas propiedades dietéticas en vez de seguir el propio instinto, la intuición, el gusto y el hambre, como siempre se había hecho y como hacen todos los animales. Esta racionalización -caricaturitzada por la sustitución de los alimentos por sus principios inmediatos y su composición química- esta visión utilitaria de la alimentación sólo para nutrir correctamente el cuerpo, interfiere en la primitiva función de la digestión y no sólo dificulta que se elijan los alimentos que más convienen sino que interfiere también en el placer de comer, con todo lo que ello conlleva, de relajación, de satisfacción y, por tanto, en la asimilación de los alimentos. Cuanto más preocupación y ansiedad en la mesa, más obesidad.
Que tu medicina sea tu alimento
La cocina, la despensa, el huerto, los prados y las montañas están llenas de remedios que son alimentos , que han ayudado desde hace milenios a superar las enfermedades más comunes. Han caído en desuso no porque no funcionen, pues muchas veces son excelentes, sino por la presión de la industria farmacéutica. Y poco a poco van desapareciendo las personas que conocían las virtudes y aplicaciones. Algunos de los más destacados, y más al alcance, son el ajo y la cebolla, como alimentos que calientan, o el vinagre y el limón para dispersar el exceso de calor, y que siguen siendo tanto eficaces hoy como lo eran en tiempos de Hipócrates *. También los condimentos pueden ser un buen complemento con efecto terapéutico, como por ejemplo las especies, el jengibre, las hierbas aromáticas ...
Lo que es saludable para el hombre sano, también es saludable para el enfermo. En primera instancia, por las medicinas tradicionales, tanto la china como la de Hipócrates o la ayurvédica, las mejores medicinas son las que alimentan, aunque no sean comidas de cada día; se dan no tanto para combatir la enfermedad como para tonificar el organismo e ir a favor de la recuperación. Pues se entiende que la enfermedad es, en gran parte, una reacción de la vitalidad que tiende hacia la salud. Es la vis naturaleza Medicatrix , la gran aportación de Hipócrates, por la que todavía hoy se considera el primer gran médico de nuestra tradición, en el sentido de tener como prioridad curar sin hacer daño. El gran legado del médico griego no es la terapéutica, bien pobre en aquella época, ni tampoco la dietética, sino su concepción de la medicina, según la cual el cuerpo tiene una gran capacidad de recuperación-de hecho se cura él mismo y es fundamental no interferir en este movimiento hacia la salud. Estas medicinas tradicionales tienen hoy en día un gran papel tanto en prevención y tratamiento de las patologías más corrientes, y como complemento de los tratamientos farmacológicos y quirúrgicos que, en su lucha contra la enfermedad, suelen descuidar el organismo del propio enfermo. En este sentido, la alimentación debe ampliarse con remedios más eficaces en cada caso, como pueden las hierbas medicinales, y preferir, siempre que sea posible, los complementos dietéticos a los fármacos.
Porque, de hecho, en medicina hay dos gran concepciones a la hora de abordar la terapéutica: con remedios que alimentan y tonifican el cuerpo, o con fármacos que en realidad son venenos que, en pequeñas dosis, provocan reacciones que pueden ser terapéuticas.
En medicina china, por ejemplo, los medicamentos más valorados son aquellos más inespecíficos, es decir que son como alimentos, con una acción general sobre el organismo y sin efectos secundarios. Es el caso de la raíz de ginseng, por ejemplo. Los más específicos y con una acción más potente se dan siempre acompañados de otros que neutralicen y complementen sus efectos, construyendo auténticas obras de ingeniería terapéutica.
Los productos curativos empleados en la medicina china raramente se toman solos. Una prescripción en suele contener de cuatro a ocho, siguiendo una estricta jerarquía "imperial": cada fórmula tiene un ingrediente principal o "emperador", que es el agente terapéutico principal, un ingrediente con funciones de "ministro" que tiene la función de reforzar la acción del primero, un "oficial superior" que reduce los posibles efectos tóxicos del emperador "y al mismo tiempo actúa beneficiosamente sobre los síntomas secundarios y, finalmente, un" embajador "encargado de canalizar y dirigir adecuadamente los anteriores.
Dr. Miquel Masgrau, La medicina china , Enciclopedia Biosfera (E. Catalana)
* La naturaleza de los alimentos
Hipócrates afirmaba que los alimentos tenían que adecuarse a la estación y al temperamento de cada uno, a fin de corregir los humores predominantes. Sus recetas, sin embargo, no tendrían hoy muchos seguidores: así, como que creía que los alimentos se "cocían" en el estómago, aconsejaba comida cocinada para facilitar la digestión y, por ejemplo, recomendaba el vino y la carne, es decir, los alimentos de naturaleza caliente y seca, a las personas mayores ya los flemáticos y melancólicos, como el pescado y las frutas y verduras, que son fríos y húmedos, a la gente más joven y de temperamento colérico.
Era una dietética muy rudimentaria, adecuada a los temperamentos, que viene a ser una versión muy simplificada de la que en ese mismo momento se desarrollaba en el Lejano Oriente, los postulados son todavía válidos hoy. Allí también se consideraba que los vegetales, las frutas y las verduras, son de naturaleza fría y, por lo tanto más adecuados en verano y los temperamentos más fogosos. Los cereales y las legumbres son más neutros, como la carne y muchas especies son tibios o calientes. Lo que está claro es que no existe una sola dieta sana tal como la entendemos hoy, que tendemos a clasificar los alimentos entre "buenos" y "malos". El hecho de que el exceso de carne y salsas sean perjudiciales ha llevado a pensar que la comida verde siempre es bueno, cuando de hecho los alimentos fríos pueden dificultar la digestión y enfriar aún más el organismo en personas de naturaleza fría (yin). Cuando hablamos de frío y calor nos referimos a la naturaleza de los alimentos, que pueden ser fríos aunque se coman ardiendo. Y, en todo caso, la bebida fría debilita el estómago y perjudica la digestión.
Muchas personas con problemas de sobrepeso y retención de líquidos, que tienen las extremidades frías y se sienten cansadas, desanimadas ... es decir, que según los criterios chinos son personas muy yin, de naturaleza fría, cuando quieren adelgazar se alimentan con frutas, verduras ... alimentos de pocas calorías, que enfrían aún más y agravan su desequilibrio, la retención de líquidos, una digestión lenta de los alimentos y el sobrepeso. En estos casos, una alimentación a base de cereales y alimentos tibios o calientes, que estimulen su metabolismo, los ayudará a que se encuentren mejor. También es la alimentación más adecuada a la temporada de frío. En cambio, este régimen de ensaladas y frutas sí sería recomendable para personas con sobrepeso u obesas la naturaleza sea caliente (yang).
La naturaleza fría o caliente, y seca o húmeda de los alimentos, de la que ya se hablaba en la antigüedad, sigue siendo hoy una distinción fundamental a la hora de elegir lo que a cada uno más le conviene teniendo en cuenta su constitución, y también en el caso de enfermedad. Hay que insistir en que no se trata de la temperatura de los alimentos, sino de la repercusión que tienen en el cuerpo. Pero no son conceptos esotéricos que requieran estudios ni asesoramiento profesional, sino una simple observación de la naturaleza. Por lo tanto, está al alcance de todo el mundo elegir entre los alimentos no manipulados y de temporada los que más le convienen, en el bien entendido de que si no come en exceso, el ser humano, como omnívoro, saca provecho de todos los alimentos sanos.
http://masgrau.net/que-laliment-sigui-la-teva-medicina/
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