mesmer
28-mar-2010, 19:38
Exposición humana a disruptores endocrinos
A. Rivas, A. Granada, M. Jiménez1, F. Olea2, N. Olea3
(1) Dpto. Radiología y Medicina Física. Facultad de Medicina. Universidad de Granada. Avda. Madrid, s/n. 18007. Granada. España.
(2) Dpto. Nutrición y Bromatología, Facultad de Farmacia, Campus de Cartuja s/n, 18071. Granada. España.
(3) Dpto. Radiología y Medicina Física. Facultad de Medicina. Universidad de Granada. Avda. Madrid, s/n. 18007. Granada. España
Ecosistemas 13 (3): 7-12. Septiembre 2004.
http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/8020/1/ECO_13%283%29_03.pdf
Numerosos estudios han asociado las patologías observadas en distintas especies animales y en el hombre con la exposición a
contaminantes medio ambientales con actividad hormonal. Se ha acuñado el término de disruptores endocrinos (Endocrine Disrupting
Chemicals / EDCs) para definir el conjunto de compuestos químicos que interaccionan con el sistema endocrino, sobre el que inducen
efectos potencialmente debidos a su capacidad para:1) mimetizar la acción de las hormonas endógenas; 2) antagonizar la acción de las
hormonas; 3) alterar su patrón de síntesis y metabolismo; o bien 4) modular los niveles de los receptores correspondientes.La exposición
humana a disruptores endocrinos es universal y puede provenir de numerosas fuentes. Además, los compuestos acumulados en la grasa
son transmitidos a la descendencia a través de la madre durante la gestación y después de la lactancia.Los efectos sobre la salud
humana de la exposicición continua a los disruptores endocrinos necesitan ser investigados en más profundidad.
Introducción
Se ha estimado que anualmente se producen alrededor de quinientos nuevos compuestos químicos de síntesis, que al ser
liberados al medio ambiente pueden interaccionar con los seres vivos. Muchos de ellos no han sido evaluados en su
capacidad potencial de actuar sobre los sistemas biológicos, probablemente porque los criterios de evaluación actualmente
existentes son muy estrictos y están sometidos a múltiples restricciones. Algunas de estas sustancias actúan sobre los
sistemas biológicos a las dosis y concentraciones en que se encuentran en los medios naturales, por lo que es presumible
un cierto efecto sobre el organismo expuesto.
Desde los años cuarenta en que comenzó su producción masiva, se han diseñado más de 600 productos químicos básicos
para combatir insectos, malas hierbas, roedores y otros muchos organismos 'perjudiciales' en agricultura. El uso de los
productos químicos en las actividades agrícolas ha supuesto un beneficio sustancial en la producción agraria,
incrementándose el rendimiento de las cosechas a la vez que se ha elevado la calidad de los alimentos. No obstante frente al
beneficio que supone la destrucción sistemática de parásitos que afectan a la salud de las plantas animales y a la salud
humana se debe tener presente la interacción de los distintos principios activos con las especies animales y el propio hombre
(Olea et al., 1995). Por otra parte, desde la Segunda Guerra Mundial se han liberado al medio ambiente, en grandes
cantidades, productos químicos derivados de actividades industriales y cada año se introducen en el mercado1.000 nuevos
productos de síntesis (Castillo y Barceló, 1997).
La idea de que estas sustancias tienen un efecto adverso sobre la salud humana y animal no es un tema nuevo. A comienzos
de los años 60, Raquel Carson (Carson, 1962) advirtió que ciertos productos químicos de síntesis se habían difundido por todo
el planeta, contaminándo prácticamente a todos los seres vivos hasta en las tierras vírgenes más remotas. Carson no sólo
describió el modo en que la naturaleza se estaba impregnando con productos químicos sino que, además, puso en evidencia
el proceso en virtud del cual dichas sustancias se iban acumulando en los organismos vivos. Su trabajo tuvo un gran impacto
sobre la opinión pública y atrajo la atención de políticos y científicos que reforzaron la investigación sobre el efecto de los
contaminantes químicos sobre la salud humana y animal y su impacto medio ambiental.
Disruptores endocrinos
Entre los efectos que se han atribuido a sustancias químicas introducidas en el entorno de la actividad humana se encuentra
la perturbación de la homeostasis hormonal tanto de los animales como de los seres humanos. Las consecuencias de esta
alteración pueden ser graves debido al papel decisivo que desempeñan las hormonas en el control del desarrollo y en
numerosas funciones fisiológicas específicas. Se ha acuñado el término de disruptores endocrinos (Endocrine Disrupting
Chemicals / EDCs) para definir el conjunto de compuestos químicos que interaccionan con el sistema endocrino, sobre el que
inducen efectos potencialmente debidos a su capacidad para:1) mimetizar la acción de las hormonas endógenas; 2)
antagonizar la acción de las hormonas; 3) alterar su patrón de síntesis y metabolismo; o bien 4) modular los niveles de los
receptores correspondientes (Fernández et al., 1998; Sonnenschein y Soto, 1998).
El rango de compuestos químicos disruptores endocrinos es muy amplio y crece día a día, comprendiendo desde productos
químicos sintetizados por el hombre hasta sustancias que se encuentran de manera natural en los alimentos.
La capacidad de los contaminantes químicos medio ambientales para interferir en la función endocrina fue establecida hace
más de 30 años. El hecho inicial fue la constatación de que la población de pájaros piscívoros había declinado en los Estados
Unidos debido a problemas reproductivos graves. Tales observaciones permitieron la identificación del p,p´-DDE, un metabolito
del pesticida organoclorado DDT, como agente causante de las alteraciones reproductivas observadas (Hickey y Anderson,
1968; Heath y cols., 1969). El problema fue parcialmente resuelto con la retirada del pesticida en 1972, aunque observaciones
posteriores indican que el DDT y otros pesticidas organoclorados continúan impregnando a las poblaciones expuestas debido
a su persistencia en el medio ambiente, su bioacumulación tisular y la transmisión del mismo dentro de la cadena
alimentaria.
Otras observaciones medio ambientales relacionadas con la exposición masiva de poblaciones animales, han ayudado a
entender el problema de la disrupción hormonal. Los casos recogidos en la literatura científica son múltiples. Sirva de ejemplo
lo ocurrido con la población de caimanes del lago Apopka en Florida, que se expusieron al pesticida dicofol (Keltano) tras un
vertido accidental en 1980. Diez años más tarde, la población de caimanes había descendido significativamente, había
aumentando la mortalidad en los huevos y la mitad de las crías nacidas languidecían y morían antes de los diez días; se
encontraron, además, hembras adolescentes que tenían anormalidades severas en los ovarios y presentaban niveles de
estrógenos en sangre dos veces más altos de lo normal. Por otro lado los caimanes jóvenes machos estaban fuertemente
feminizados, presentaban penes anormalmente pequeños y tenían niveles de estrógenos más altos en su sangre que los
normales. Las investigaciones llevadas a cabo sirvieron para concluir que los productos químicos que fueron vertidos al lago
habían alterado el sistema endocrino de los embriones, limitando la capacidad de los caimanes para reproducirse y dando
lugar a las malformaciones descritas (Woodward et al., 1993; Guillette et al., 1995; Lind et al., 2004).
En 1993, se publicó por primera vez la observación experimental relativa a los desórdenes de expresión del fenotipo sexual en
peces. En efecto, los peces machos capturados en las cercanías de plantas de tratamiento de aguas residuales presentaron
características sexuales masculinas y femeninas. Se observó también la producción de vitelogenina en el hígado de los peces
macho, una proteína sintetizada normalmente por las hembras como respuesta a una señal estrogénica.Varias sustancias
químicas, especialmente los alquilfenoles encontrados en detergentes y plásticos se identificaron como responsables de
causar estos efectos feminizantes (Jobling y Sumpter, 1993).
En nuestro país se ha documentado un fenómeno denominado imposex, que consiste en la superposición de carácteres
sexuales masculinos sobre hembras de gasterópodos (Gibbs et al., 1987). Se trata de uno de los pocos ejemplos de relación
causa-efecto, dosis-dependiente, que se conocen en toxicología y resulta altamente específico ante la contaminación por TBT
(tributiltin, compuesto organoestáñoso lixiviado de las pinturas antialgas). Durante el verano de 1996 se desarrolló una
campaña de muestreo a lo largo de la costa de Galicia con el fin de estudiar la situación de la contaminación por derivados
del TBT, escogiéndose como especie bioindicadora al prosobranquio marino Nucella lapillus por ser la segunda especie más
sensible y en todas las muestras examinadas se registró la presencia de imposex en las poblaciones estudiadas (Barreiro et
al., 1998; Barreiro et al., 1999; Quintela 2002).
En resumen, en numerosos estudios se han asociado las patologías observadas en distintas especies animales con la
exposición a contaminantes medio ambientales con actividad hormonal (Colborn et al., 1993; Ahlborg et al., 1995; Colborn et
al., 1996; Short y Colborn, 1999). Entre los efectos evidenciados figuran: 1) alteraciones de la función tiroidea en aves y
peces, 2) disminución de la fertilidad en aves, peces, moluscos y mamíferos, 3) disminución de la eficacia en el proceso de
incubación en peces, aves y tortugas, 4) desmasculización y feminización de peces machos, aves y mamíferos, 5)
desfeminización y masculización de peces hembras, gasterópodos y aves y, finalmente, 6) alteraciones del sistema inmune
en aves y mamíferos.
A. Rivas, A. Granada, M. Jiménez1, F. Olea2, N. Olea3
(1) Dpto. Radiología y Medicina Física. Facultad de Medicina. Universidad de Granada. Avda. Madrid, s/n. 18007. Granada. España.
(2) Dpto. Nutrición y Bromatología, Facultad de Farmacia, Campus de Cartuja s/n, 18071. Granada. España.
(3) Dpto. Radiología y Medicina Física. Facultad de Medicina. Universidad de Granada. Avda. Madrid, s/n. 18007. Granada. España
Ecosistemas 13 (3): 7-12. Septiembre 2004.
http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/8020/1/ECO_13%283%29_03.pdf
Numerosos estudios han asociado las patologías observadas en distintas especies animales y en el hombre con la exposición a
contaminantes medio ambientales con actividad hormonal. Se ha acuñado el término de disruptores endocrinos (Endocrine Disrupting
Chemicals / EDCs) para definir el conjunto de compuestos químicos que interaccionan con el sistema endocrino, sobre el que inducen
efectos potencialmente debidos a su capacidad para:1) mimetizar la acción de las hormonas endógenas; 2) antagonizar la acción de las
hormonas; 3) alterar su patrón de síntesis y metabolismo; o bien 4) modular los niveles de los receptores correspondientes.La exposición
humana a disruptores endocrinos es universal y puede provenir de numerosas fuentes. Además, los compuestos acumulados en la grasa
son transmitidos a la descendencia a través de la madre durante la gestación y después de la lactancia.Los efectos sobre la salud
humana de la exposicición continua a los disruptores endocrinos necesitan ser investigados en más profundidad.
Introducción
Se ha estimado que anualmente se producen alrededor de quinientos nuevos compuestos químicos de síntesis, que al ser
liberados al medio ambiente pueden interaccionar con los seres vivos. Muchos de ellos no han sido evaluados en su
capacidad potencial de actuar sobre los sistemas biológicos, probablemente porque los criterios de evaluación actualmente
existentes son muy estrictos y están sometidos a múltiples restricciones. Algunas de estas sustancias actúan sobre los
sistemas biológicos a las dosis y concentraciones en que se encuentran en los medios naturales, por lo que es presumible
un cierto efecto sobre el organismo expuesto.
Desde los años cuarenta en que comenzó su producción masiva, se han diseñado más de 600 productos químicos básicos
para combatir insectos, malas hierbas, roedores y otros muchos organismos 'perjudiciales' en agricultura. El uso de los
productos químicos en las actividades agrícolas ha supuesto un beneficio sustancial en la producción agraria,
incrementándose el rendimiento de las cosechas a la vez que se ha elevado la calidad de los alimentos. No obstante frente al
beneficio que supone la destrucción sistemática de parásitos que afectan a la salud de las plantas animales y a la salud
humana se debe tener presente la interacción de los distintos principios activos con las especies animales y el propio hombre
(Olea et al., 1995). Por otra parte, desde la Segunda Guerra Mundial se han liberado al medio ambiente, en grandes
cantidades, productos químicos derivados de actividades industriales y cada año se introducen en el mercado1.000 nuevos
productos de síntesis (Castillo y Barceló, 1997).
La idea de que estas sustancias tienen un efecto adverso sobre la salud humana y animal no es un tema nuevo. A comienzos
de los años 60, Raquel Carson (Carson, 1962) advirtió que ciertos productos químicos de síntesis se habían difundido por todo
el planeta, contaminándo prácticamente a todos los seres vivos hasta en las tierras vírgenes más remotas. Carson no sólo
describió el modo en que la naturaleza se estaba impregnando con productos químicos sino que, además, puso en evidencia
el proceso en virtud del cual dichas sustancias se iban acumulando en los organismos vivos. Su trabajo tuvo un gran impacto
sobre la opinión pública y atrajo la atención de políticos y científicos que reforzaron la investigación sobre el efecto de los
contaminantes químicos sobre la salud humana y animal y su impacto medio ambiental.
Disruptores endocrinos
Entre los efectos que se han atribuido a sustancias químicas introducidas en el entorno de la actividad humana se encuentra
la perturbación de la homeostasis hormonal tanto de los animales como de los seres humanos. Las consecuencias de esta
alteración pueden ser graves debido al papel decisivo que desempeñan las hormonas en el control del desarrollo y en
numerosas funciones fisiológicas específicas. Se ha acuñado el término de disruptores endocrinos (Endocrine Disrupting
Chemicals / EDCs) para definir el conjunto de compuestos químicos que interaccionan con el sistema endocrino, sobre el que
inducen efectos potencialmente debidos a su capacidad para:1) mimetizar la acción de las hormonas endógenas; 2)
antagonizar la acción de las hormonas; 3) alterar su patrón de síntesis y metabolismo; o bien 4) modular los niveles de los
receptores correspondientes (Fernández et al., 1998; Sonnenschein y Soto, 1998).
El rango de compuestos químicos disruptores endocrinos es muy amplio y crece día a día, comprendiendo desde productos
químicos sintetizados por el hombre hasta sustancias que se encuentran de manera natural en los alimentos.
La capacidad de los contaminantes químicos medio ambientales para interferir en la función endocrina fue establecida hace
más de 30 años. El hecho inicial fue la constatación de que la población de pájaros piscívoros había declinado en los Estados
Unidos debido a problemas reproductivos graves. Tales observaciones permitieron la identificación del p,p´-DDE, un metabolito
del pesticida organoclorado DDT, como agente causante de las alteraciones reproductivas observadas (Hickey y Anderson,
1968; Heath y cols., 1969). El problema fue parcialmente resuelto con la retirada del pesticida en 1972, aunque observaciones
posteriores indican que el DDT y otros pesticidas organoclorados continúan impregnando a las poblaciones expuestas debido
a su persistencia en el medio ambiente, su bioacumulación tisular y la transmisión del mismo dentro de la cadena
alimentaria.
Otras observaciones medio ambientales relacionadas con la exposición masiva de poblaciones animales, han ayudado a
entender el problema de la disrupción hormonal. Los casos recogidos en la literatura científica son múltiples. Sirva de ejemplo
lo ocurrido con la población de caimanes del lago Apopka en Florida, que se expusieron al pesticida dicofol (Keltano) tras un
vertido accidental en 1980. Diez años más tarde, la población de caimanes había descendido significativamente, había
aumentando la mortalidad en los huevos y la mitad de las crías nacidas languidecían y morían antes de los diez días; se
encontraron, además, hembras adolescentes que tenían anormalidades severas en los ovarios y presentaban niveles de
estrógenos en sangre dos veces más altos de lo normal. Por otro lado los caimanes jóvenes machos estaban fuertemente
feminizados, presentaban penes anormalmente pequeños y tenían niveles de estrógenos más altos en su sangre que los
normales. Las investigaciones llevadas a cabo sirvieron para concluir que los productos químicos que fueron vertidos al lago
habían alterado el sistema endocrino de los embriones, limitando la capacidad de los caimanes para reproducirse y dando
lugar a las malformaciones descritas (Woodward et al., 1993; Guillette et al., 1995; Lind et al., 2004).
En 1993, se publicó por primera vez la observación experimental relativa a los desórdenes de expresión del fenotipo sexual en
peces. En efecto, los peces machos capturados en las cercanías de plantas de tratamiento de aguas residuales presentaron
características sexuales masculinas y femeninas. Se observó también la producción de vitelogenina en el hígado de los peces
macho, una proteína sintetizada normalmente por las hembras como respuesta a una señal estrogénica.Varias sustancias
químicas, especialmente los alquilfenoles encontrados en detergentes y plásticos se identificaron como responsables de
causar estos efectos feminizantes (Jobling y Sumpter, 1993).
En nuestro país se ha documentado un fenómeno denominado imposex, que consiste en la superposición de carácteres
sexuales masculinos sobre hembras de gasterópodos (Gibbs et al., 1987). Se trata de uno de los pocos ejemplos de relación
causa-efecto, dosis-dependiente, que se conocen en toxicología y resulta altamente específico ante la contaminación por TBT
(tributiltin, compuesto organoestáñoso lixiviado de las pinturas antialgas). Durante el verano de 1996 se desarrolló una
campaña de muestreo a lo largo de la costa de Galicia con el fin de estudiar la situación de la contaminación por derivados
del TBT, escogiéndose como especie bioindicadora al prosobranquio marino Nucella lapillus por ser la segunda especie más
sensible y en todas las muestras examinadas se registró la presencia de imposex en las poblaciones estudiadas (Barreiro et
al., 1998; Barreiro et al., 1999; Quintela 2002).
En resumen, en numerosos estudios se han asociado las patologías observadas en distintas especies animales con la
exposición a contaminantes medio ambientales con actividad hormonal (Colborn et al., 1993; Ahlborg et al., 1995; Colborn et
al., 1996; Short y Colborn, 1999). Entre los efectos evidenciados figuran: 1) alteraciones de la función tiroidea en aves y
peces, 2) disminución de la fertilidad en aves, peces, moluscos y mamíferos, 3) disminución de la eficacia en el proceso de
incubación en peces, aves y tortugas, 4) desmasculización y feminización de peces machos, aves y mamíferos, 5)
desfeminización y masculización de peces hembras, gasterópodos y aves y, finalmente, 6) alteraciones del sistema inmune
en aves y mamíferos.