margaly
07-jun-2007, 10:21
Veinticuatro horas luchando contra una culebra de un metro
Medio centenar de vecinos intentaron echar a una culebra del interior de un coche con palos, electricidad y hasta azufre. Tardaron 24 horas en conseguirloSin fútbol y con la resaca de las elecciones, una culebra que se introdujo en el motor de un coche llenó el vacío de la tarde del domingo en Navia de Suarna. En pleno casco urbano, un testigo presenció cómo el reptil, de casi un metro de longitud, trepaba por un neumático y se colaba por la parte inferior de un Opel Astra rojo hacia el motor y, sin poder hacer nada por evitarlo, alertó al propietario del vehículo, Jaime Niño González, vecino de la localidad naviega de Ribón.
El suceso despertó durante toda la tarde la expectación de unos 50 curiosos que se agolparon sobre el coche e intentaron todos los recursos a su alcance para desalojar al insólito inquilino. «Encendimos el motor, le echamos agua hirviendo, auga a presión con una manguera, tratamos de deslumbrarla con un foco, pero nada», relata alguien del lugar.
Asustada por la audiencia
Ante estos primeros intentos, el animal se dejaba ver de vez en cuando para refugiarse nuevamente en los entresijos del motor. Jaime optó incluso por desmontar una de las ruedas próxima a la zona donde se escondía y azuzar con un alambre a la culebra, que respondía con soplidos furiosos: «Desa casi sae.
Descolgou a cabeza polo oco da roda, pero ao sentir o barullo da xente asustouse e volveu para adentro», cuenta el paciente propietario del vehículo, que accedió también a quitarle los bornes de la batería e instalar un pastor eléctrico para ver si la corriente provocaba la huida del bicho.
A pesar de que se dice que las culebras no son venenosas, despiertan cuando menos prudencia y respeto entre la población y las propuestas miraban bien de guardar las distancias con el animal, por si acaso. «Non houbo quen lle botara a man», recuerda Jaime. El propietario del coche decidió a última hora trasladarlo él mismo cuarenta metros más arriba donde hay una pequeña zona de descanso con bancos, jardín y aparcamiento para seis o siete coches, en busca de espacio y algo de tranquilidad.
Azufre y cerco de harina
Desalentados por la tenacidad del reptil los ocasionales cazaculebras abandonaron el lugar al caer la noche, pero sin desistir en la vigilancia.
A alguien se le ocurrió la idea de dibujar un círculo de harina alrededor del vehículo, para que el animal dejase su impronta si se iba, imitando quizás la costumbre cinegética de marcar las pistas con roderas en el barro la víspera de las batidas al jabalí. Jaime subió a casa con un vecino.
El lunes por la mañana, la harina estaba intacta. A primera hora de la tarde, tampoco la culebra había dejado su rastro en el cerco blanco. Antes de ir a trabajar Jaime y sus colegas abrieron la capota y comprobaron que el inquilino aún estaba allí: lo sorprendieron encima del motor, vieron cómo se escondía e intentaron de nuevo azuzarlo con un palo: «Fungaba igual que unha roda cando pincha», relatan. Un vecino se acercó para fumigar el motor con azufre. «Antes queimábase sofre nas cando entraba unha culebra na casa», explicó.
Hay quien cree que el olor del mineral espantó al bicho. Lo cierto es que cuarenta minutos después, podía verse el rastro de la culebra marcado en la harina, junto a la rueda delantera derecha. Efectivamente, al regresar del trabajo Jaime y sus compañeros no hallaron ya indicios de su presencia en el motor. Seguramente se había marchado, pero por si acaso Jaime esperó al martes para retirar el coche
http://www.lavozdegalicia.es/veinticuatro_horas/noticia.jsp?CAT=39160&TEXTO=100000130405
Medio centenar de vecinos intentaron echar a una culebra del interior de un coche con palos, electricidad y hasta azufre. Tardaron 24 horas en conseguirloSin fútbol y con la resaca de las elecciones, una culebra que se introdujo en el motor de un coche llenó el vacío de la tarde del domingo en Navia de Suarna. En pleno casco urbano, un testigo presenció cómo el reptil, de casi un metro de longitud, trepaba por un neumático y se colaba por la parte inferior de un Opel Astra rojo hacia el motor y, sin poder hacer nada por evitarlo, alertó al propietario del vehículo, Jaime Niño González, vecino de la localidad naviega de Ribón.
El suceso despertó durante toda la tarde la expectación de unos 50 curiosos que se agolparon sobre el coche e intentaron todos los recursos a su alcance para desalojar al insólito inquilino. «Encendimos el motor, le echamos agua hirviendo, auga a presión con una manguera, tratamos de deslumbrarla con un foco, pero nada», relata alguien del lugar.
Asustada por la audiencia
Ante estos primeros intentos, el animal se dejaba ver de vez en cuando para refugiarse nuevamente en los entresijos del motor. Jaime optó incluso por desmontar una de las ruedas próxima a la zona donde se escondía y azuzar con un alambre a la culebra, que respondía con soplidos furiosos: «Desa casi sae.
Descolgou a cabeza polo oco da roda, pero ao sentir o barullo da xente asustouse e volveu para adentro», cuenta el paciente propietario del vehículo, que accedió también a quitarle los bornes de la batería e instalar un pastor eléctrico para ver si la corriente provocaba la huida del bicho.
A pesar de que se dice que las culebras no son venenosas, despiertan cuando menos prudencia y respeto entre la población y las propuestas miraban bien de guardar las distancias con el animal, por si acaso. «Non houbo quen lle botara a man», recuerda Jaime. El propietario del coche decidió a última hora trasladarlo él mismo cuarenta metros más arriba donde hay una pequeña zona de descanso con bancos, jardín y aparcamiento para seis o siete coches, en busca de espacio y algo de tranquilidad.
Azufre y cerco de harina
Desalentados por la tenacidad del reptil los ocasionales cazaculebras abandonaron el lugar al caer la noche, pero sin desistir en la vigilancia.
A alguien se le ocurrió la idea de dibujar un círculo de harina alrededor del vehículo, para que el animal dejase su impronta si se iba, imitando quizás la costumbre cinegética de marcar las pistas con roderas en el barro la víspera de las batidas al jabalí. Jaime subió a casa con un vecino.
El lunes por la mañana, la harina estaba intacta. A primera hora de la tarde, tampoco la culebra había dejado su rastro en el cerco blanco. Antes de ir a trabajar Jaime y sus colegas abrieron la capota y comprobaron que el inquilino aún estaba allí: lo sorprendieron encima del motor, vieron cómo se escondía e intentaron de nuevo azuzarlo con un palo: «Fungaba igual que unha roda cando pincha», relatan. Un vecino se acercó para fumigar el motor con azufre. «Antes queimábase sofre nas cando entraba unha culebra na casa», explicó.
Hay quien cree que el olor del mineral espantó al bicho. Lo cierto es que cuarenta minutos después, podía verse el rastro de la culebra marcado en la harina, junto a la rueda delantera derecha. Efectivamente, al regresar del trabajo Jaime y sus compañeros no hallaron ya indicios de su presencia en el motor. Seguramente se había marchado, pero por si acaso Jaime esperó al martes para retirar el coche
http://www.lavozdegalicia.es/veinticuatro_horas/noticia.jsp?CAT=39160&TEXTO=100000130405