Tito Chinchan
24-feb-2010, 13:39
Buenas,
hace mucho tiempo que cayó el último local auténticamente de barrio que había en mi zona. La panadería de Jose, el panadero. Nada que ver con Chema el panadero de Espinete, del que se decía que lo blanco del mandil no era precisamente harina (que por cierto se ha muerto hace poco). Había rumores que hacía tiempo había muerto ensartado en Espinete, que como sabréis era su mujer, con los pantalones a media pierna. Pero era mentira. Qué mala es la gente.
Volviendo al tema, mi querido Jose fue el primero que abrió una panadería en el barrio, que poco a poco la fue convirtiendo en ese término arcaico llamado ultramarinos. Era lo más cercano a un chino que te podías echar a la cara, dado que desconocía la existencia de días festivos (un día de Navidad abría a ver si caían unas peseticas), y vendería a su madre si pagases algo por ella. Como ejemplo, si tu ibas a última hora y pedías pan, te vendía el de su familia. Que imagino a los hijos esperando a que llegase su padre, y el rostro de desilusión a ver que ese día tampoco cenarían pan. Si se podía llamar pan, claro.
También me enseñó que el pan es algo eterno. ¿Qué es eso de que el pan se pone duro? Nada, nada, se congela un día y al día siguiente se pone al horno y se vende como pan del día. Así hasta el infinito y más allá, como Buzz Light Year!!!
Maestro del reciclaje, no sólo por que tenías que llevar el botellín vacío para que te vendiera uno nuevo, si no por su magistral uso de las bolsas de plástico. Para empezar, las que tenían asas (os lo juro, hay bolsas sin asas) era para el día que tu padre compraba jamón del bueno. Nunca ningún niño cató aquella maravilla plástica. Lo más, le hacía un agujero con el dedo para simular un asa e ibas que te matabas. Y en una bolsa pequeña, sin asas, era capaz de meter una litrona, un cartón de leche, cuarto y mitad de chopped, la barra de su familia, unas magdalenas y dejaba hueco para indicar que puedes comprar más. Riete tú del Carrefour y su política del ahorro de bolsas, el Jose de asesor de mediambiente, y las bolsas se pagarían a precio de oro. Ni una más por la calles, mecidas por el viento.
Y no sólo eso, este hombre era un ninja del ahorro en todos los sentidos. Para empezar, la última vez que le ví, seguía con el mismo batín que la primera vez que le ví. Uno azul de botones gordos. Siempre el mismo. Limpio, pero el mismo. Tenía los botones el hombre que podía haber matado a alguien de haber explotado. Ver a un señor con un batín en esas condiciones, dice mucho de él, desde luego.
Maestro del corte, aprovechaba que venía un cándido niño con una lista de la compra escrita por su progenitora, para endiñarte una retaila de culos de chopped, jamón lleno de grasa, y pan congelado. Si el más mínimo rubor en la cara. Ya por eso te decía tu madre "dile que no te ponga los culos". Que bien lo podría haber escrito ella directamente en el papel que entregabas, como los secuestros en los bancos "Cuarto y mitad de chopped, y nada de culos, o aparecerá una bonita esquela con su nombre mañana". Alguno dirá que vaya malaje venderte los culos, pero hay que entenderlo como una medida de ahorro, donde nada se tira. Eso si, cobrado el plástico (y la hebilla metálica) a precio normal, nada de descuento.
Lo que recuerdo con menos cariño era el tema de la bollería. Tenía una vitrina con la típica bollería de la época, donuts con y sin chocolate, pepitos fritos bien grasientos, cuernos de chocolate, palmeras con el borde en vilo, etc. Incluso "suizos" de los cuales nunca comprenderé quien se los come ni por qué tienen ese nombre. Mi idea de los habitantes de dicho país es que hasta con azúcar, son sosos. Un pepito de esos si que me comía ahora, si. Total, que me desvío. Tu ibas con los dineros a por una pieza de bollería, habitualmente en festivo, y alma cándida, pedías un cuerno de chocolate. Para el que no sepa que es, diremos que es una pieza de bollería, rellena de chocolate, y recubierta de una fina capa de chocolate (incluso con azucar glaseado). Así dicho, que rico. Total, que decías "Jose, un cuerno" y no percibías como saltaba el resorte de hijoputismo en su mente y te daba algo con lo que descubrías:
1.- Que no era del día.
2.- Que estaba duro cuan piedro.
3.- Que el relleno estaba agrio.
4.- Que el mundo no es lugar para remilgos.
así que te lo comías maldiciendo a toda su estirpe, mientras él entraba al su despacho, a acariciar un gato y reir haciendo "Muahahahaha". Esto último quizá es del inspector Gadget, no puedo asegurarlo.
Y eso si pedías un cuerno, que los donuts podían partir un balsosin.
Ahora se ha perdido ese aroma. Siempre le recordaré a él, y a su familia. Y ese cartel que tuvo tooooooooooooooooooooda la vida que ponía "Tenemos pastel ruso". Nunca supe qué manjar era ese, ni nunca vi a nadie que lo comprase.
http://lh3.ggpht.com/_JYvb449kq_I/SNaxtCAQ0qI/AAAAAAAAAkE/tg-WEEH2qyk/s512/_MG_0429.JPG
En memoria de Jose el panadero, incomprendido ecologista de pro, que no se ha muerto, pero que me he acordado de él esta fria mañana.
Besitos.
P.D: ¿A quien no le ha pasado algo de esto que cuento?
hace mucho tiempo que cayó el último local auténticamente de barrio que había en mi zona. La panadería de Jose, el panadero. Nada que ver con Chema el panadero de Espinete, del que se decía que lo blanco del mandil no era precisamente harina (que por cierto se ha muerto hace poco). Había rumores que hacía tiempo había muerto ensartado en Espinete, que como sabréis era su mujer, con los pantalones a media pierna. Pero era mentira. Qué mala es la gente.
Volviendo al tema, mi querido Jose fue el primero que abrió una panadería en el barrio, que poco a poco la fue convirtiendo en ese término arcaico llamado ultramarinos. Era lo más cercano a un chino que te podías echar a la cara, dado que desconocía la existencia de días festivos (un día de Navidad abría a ver si caían unas peseticas), y vendería a su madre si pagases algo por ella. Como ejemplo, si tu ibas a última hora y pedías pan, te vendía el de su familia. Que imagino a los hijos esperando a que llegase su padre, y el rostro de desilusión a ver que ese día tampoco cenarían pan. Si se podía llamar pan, claro.
También me enseñó que el pan es algo eterno. ¿Qué es eso de que el pan se pone duro? Nada, nada, se congela un día y al día siguiente se pone al horno y se vende como pan del día. Así hasta el infinito y más allá, como Buzz Light Year!!!
Maestro del reciclaje, no sólo por que tenías que llevar el botellín vacío para que te vendiera uno nuevo, si no por su magistral uso de las bolsas de plástico. Para empezar, las que tenían asas (os lo juro, hay bolsas sin asas) era para el día que tu padre compraba jamón del bueno. Nunca ningún niño cató aquella maravilla plástica. Lo más, le hacía un agujero con el dedo para simular un asa e ibas que te matabas. Y en una bolsa pequeña, sin asas, era capaz de meter una litrona, un cartón de leche, cuarto y mitad de chopped, la barra de su familia, unas magdalenas y dejaba hueco para indicar que puedes comprar más. Riete tú del Carrefour y su política del ahorro de bolsas, el Jose de asesor de mediambiente, y las bolsas se pagarían a precio de oro. Ni una más por la calles, mecidas por el viento.
Y no sólo eso, este hombre era un ninja del ahorro en todos los sentidos. Para empezar, la última vez que le ví, seguía con el mismo batín que la primera vez que le ví. Uno azul de botones gordos. Siempre el mismo. Limpio, pero el mismo. Tenía los botones el hombre que podía haber matado a alguien de haber explotado. Ver a un señor con un batín en esas condiciones, dice mucho de él, desde luego.
Maestro del corte, aprovechaba que venía un cándido niño con una lista de la compra escrita por su progenitora, para endiñarte una retaila de culos de chopped, jamón lleno de grasa, y pan congelado. Si el más mínimo rubor en la cara. Ya por eso te decía tu madre "dile que no te ponga los culos". Que bien lo podría haber escrito ella directamente en el papel que entregabas, como los secuestros en los bancos "Cuarto y mitad de chopped, y nada de culos, o aparecerá una bonita esquela con su nombre mañana". Alguno dirá que vaya malaje venderte los culos, pero hay que entenderlo como una medida de ahorro, donde nada se tira. Eso si, cobrado el plástico (y la hebilla metálica) a precio normal, nada de descuento.
Lo que recuerdo con menos cariño era el tema de la bollería. Tenía una vitrina con la típica bollería de la época, donuts con y sin chocolate, pepitos fritos bien grasientos, cuernos de chocolate, palmeras con el borde en vilo, etc. Incluso "suizos" de los cuales nunca comprenderé quien se los come ni por qué tienen ese nombre. Mi idea de los habitantes de dicho país es que hasta con azúcar, son sosos. Un pepito de esos si que me comía ahora, si. Total, que me desvío. Tu ibas con los dineros a por una pieza de bollería, habitualmente en festivo, y alma cándida, pedías un cuerno de chocolate. Para el que no sepa que es, diremos que es una pieza de bollería, rellena de chocolate, y recubierta de una fina capa de chocolate (incluso con azucar glaseado). Así dicho, que rico. Total, que decías "Jose, un cuerno" y no percibías como saltaba el resorte de hijoputismo en su mente y te daba algo con lo que descubrías:
1.- Que no era del día.
2.- Que estaba duro cuan piedro.
3.- Que el relleno estaba agrio.
4.- Que el mundo no es lugar para remilgos.
así que te lo comías maldiciendo a toda su estirpe, mientras él entraba al su despacho, a acariciar un gato y reir haciendo "Muahahahaha". Esto último quizá es del inspector Gadget, no puedo asegurarlo.
Y eso si pedías un cuerno, que los donuts podían partir un balsosin.
Ahora se ha perdido ese aroma. Siempre le recordaré a él, y a su familia. Y ese cartel que tuvo tooooooooooooooooooooda la vida que ponía "Tenemos pastel ruso". Nunca supe qué manjar era ese, ni nunca vi a nadie que lo comprase.
http://lh3.ggpht.com/_JYvb449kq_I/SNaxtCAQ0qI/AAAAAAAAAkE/tg-WEEH2qyk/s512/_MG_0429.JPG
En memoria de Jose el panadero, incomprendido ecologista de pro, que no se ha muerto, pero que me he acordado de él esta fria mañana.
Besitos.
P.D: ¿A quien no le ha pasado algo de esto que cuento?