Ecologista
04-jun-2007, 16:42
Cada vez somos más los consumidores que no aceptamos ciegamente lo que nos ponen en los estantes de las tiendas. Nos hemos cansado de comer basura a precio de oro, de contribuir pasivamente a la contaminanción del planeta con nuestras compras, a la explotación de otros seres vivos, y a que cuatro aprovechados sin conciencia se hagan multimillonarios vendiéndonos OCNIS (Objetos Comestibles No Identificados). Cada vez somos más, y eso se nota.
Y se está notando tanto que las multinacionales del sector han empezado a tenernos miedo. Tanto miedo que en su carrera por inventarse enfermedades (ver la revista Integral sobre el tema de las enfermedades inventadas por el lobby farmaceútico), han empezado una feroz campaña para publicitar una falsa enfermedad llamada ortorexia. De esta forma pretenden frenar el progresivo aumento del consumo de productos ecológicos, que, no nos olvidemos, suponen no sólo una mayor garantía de nutrientes en los alimentos que ingerimos, sino también un consumo responsable puesto que evitan la grave y peligrosa contaminación con plaguicidas, entre otros productos químicos, y la sostenibilidad y equilibrio de la biodiversidad.
En lugar de desaprovechar espacios televisivos haciéndoles propaganda, para austar a los que acaban de iniciarse en su conciencia como consumidores responsables con su salud y la salud del planeta, ¿por qué no invierten horas promocionando los grandes beneficios de las producciones ecológicas? ¿O en todo caso, por qué no hablan del verdadero mal, la enfermedad que actualmente es una verdadera plaga, y que afecta a una enorme parte del primer mundo, por la que sí que muere gente todos los años? La DETRITUSFAGIA.
DETRITUSFAGIA: Dícese de la efermedad causada por una absoluta indiferencia por la calidad de los alimentos que se ingieren. Llega a ser tan grave, que se convierte en una obsesión por consumir todo lo que publicitan en la tele, dando igual el precio que se pague por ello, y mucho menos importante es la composición de lo que se está comprando. No importa si son productos cargados de sal, de grasas saturadas, de verduras y frutas cultivadas contaminando el medio ambiente, de animales asesinados cruelmente y maltratados terriblemente hasta su último aliento. No importa consumir productos envasados en lata con restos de metales pesados. Les da igual que se generen miles de toneladas de basura absurda con tanto envase innecesario, ni tampoco les preocupa que les encasqueten todo en envases de plástico, nada saludables a largo plazo. No importa que la gran parte de un producto sea edulcorantes y aditivos químicos, ajenos al organismo humano, y altamente alergenos. Y mucho menos les afecta que lo que estén comprando lo paguen a precio de oro a costa de robar a los productores de origen, muchas veces gente en la miseria del tercer mundo, o que lo que compran lo tengan gracias al trabajo de un niño analfabeto explotado sin piedad.
Lo único que realmente les importa es consumir, consumir y consumir. Y consumir lo que "se lleva", las marcas de moda, un consumo irresponsable, sin conciencia, fruto de esta hipnosis social colectiva de la que se escapan tan pocos, unos pocos a los que les toca pagar el precio siendo señalados ahora como enfermos, para intentar evitar que cunda el ejemplo.
Porque tienen miedo, pues cada vez somos más los que luchamos por escapar de esta hipnosis social a la que les interesa someternos, y esto supone una grave amenaza para ellos. Una amenaza al estilo de vida de cuatro que acumulan las riquezas de todos, de cuatro que no tienen escrúpulos en contaminar y en explotar para hacerse ricos. Y tienen el dinero, para hacer mil campañas inventándose que aquellos que están fuera de la hipnosis están enfermos.
Pero nosotros tenemos la voz. La voz para denunciar su poca vergüenza, para seguir concienciando a otra gente. Son muchas décadas de lucha, y ahora que por fin hay más gente que cree en esto, que consume de forma responsable, que ya no se conforma con lo que le quieran vender, ahora, no van a conseguir desmoralizarnos, porque, le pese a quien le pese, cada vez somos más, y cada día seremos muchos más. Muchos más los que nos negamos a hacer millonarios a unos pocos que se ceban en la ignorancia y conformismo del consumidor.
Consumir ecológicos habitualmente y productos sanos para la salud personal y ambiental NO ES UNA ENFERMEDAD. Ni siquiera tener que perder tiempo buscando esos productos, pues desgraciadamente aún no se encuentran en el supermercado de la esquina como nos gustaría.
Los verdaderos enfermos son los que pasan un sábado entero en grandes hipermercados llenando el carro de productos que deterioran su salud y la de la Tierra, además de sus bolsillos. Los que acaban con hipertensión, colesterol por las nubes, diabetes, obesidad, enfermedades coronarias, y tantas enfermedades más que a la larga se cronifican en otras o acaban causándoles una muerte prematura, por comer "detritus".
Y el que tenga un trastorno obsesivo, que se lo trate un siquiatra como tal, los trastornos obsesivos son algo muy serio, no se puede jugar con esos términos, simplemente para quitarse de encima la amenaza de consumidor responsable. Que no engañen más a nadie, diciendo alegremente que consumir productos sanos es una efermedad y una obsesión. Y vayamos analizando en profundidad la Detritusfagia, que tiene toda la pinta de ser realmente grave. De momento, mirad hacia donde va la Humanidad gracias a ella, enferma interna y externamente. Tenedlo claro, los Detritusfágicos no se conformarán fácilmente, pero nosotros tampoco, tiempo al tiempo.
Y se está notando tanto que las multinacionales del sector han empezado a tenernos miedo. Tanto miedo que en su carrera por inventarse enfermedades (ver la revista Integral sobre el tema de las enfermedades inventadas por el lobby farmaceútico), han empezado una feroz campaña para publicitar una falsa enfermedad llamada ortorexia. De esta forma pretenden frenar el progresivo aumento del consumo de productos ecológicos, que, no nos olvidemos, suponen no sólo una mayor garantía de nutrientes en los alimentos que ingerimos, sino también un consumo responsable puesto que evitan la grave y peligrosa contaminación con plaguicidas, entre otros productos químicos, y la sostenibilidad y equilibrio de la biodiversidad.
En lugar de desaprovechar espacios televisivos haciéndoles propaganda, para austar a los que acaban de iniciarse en su conciencia como consumidores responsables con su salud y la salud del planeta, ¿por qué no invierten horas promocionando los grandes beneficios de las producciones ecológicas? ¿O en todo caso, por qué no hablan del verdadero mal, la enfermedad que actualmente es una verdadera plaga, y que afecta a una enorme parte del primer mundo, por la que sí que muere gente todos los años? La DETRITUSFAGIA.
DETRITUSFAGIA: Dícese de la efermedad causada por una absoluta indiferencia por la calidad de los alimentos que se ingieren. Llega a ser tan grave, que se convierte en una obsesión por consumir todo lo que publicitan en la tele, dando igual el precio que se pague por ello, y mucho menos importante es la composición de lo que se está comprando. No importa si son productos cargados de sal, de grasas saturadas, de verduras y frutas cultivadas contaminando el medio ambiente, de animales asesinados cruelmente y maltratados terriblemente hasta su último aliento. No importa consumir productos envasados en lata con restos de metales pesados. Les da igual que se generen miles de toneladas de basura absurda con tanto envase innecesario, ni tampoco les preocupa que les encasqueten todo en envases de plástico, nada saludables a largo plazo. No importa que la gran parte de un producto sea edulcorantes y aditivos químicos, ajenos al organismo humano, y altamente alergenos. Y mucho menos les afecta que lo que estén comprando lo paguen a precio de oro a costa de robar a los productores de origen, muchas veces gente en la miseria del tercer mundo, o que lo que compran lo tengan gracias al trabajo de un niño analfabeto explotado sin piedad.
Lo único que realmente les importa es consumir, consumir y consumir. Y consumir lo que "se lleva", las marcas de moda, un consumo irresponsable, sin conciencia, fruto de esta hipnosis social colectiva de la que se escapan tan pocos, unos pocos a los que les toca pagar el precio siendo señalados ahora como enfermos, para intentar evitar que cunda el ejemplo.
Porque tienen miedo, pues cada vez somos más los que luchamos por escapar de esta hipnosis social a la que les interesa someternos, y esto supone una grave amenaza para ellos. Una amenaza al estilo de vida de cuatro que acumulan las riquezas de todos, de cuatro que no tienen escrúpulos en contaminar y en explotar para hacerse ricos. Y tienen el dinero, para hacer mil campañas inventándose que aquellos que están fuera de la hipnosis están enfermos.
Pero nosotros tenemos la voz. La voz para denunciar su poca vergüenza, para seguir concienciando a otra gente. Son muchas décadas de lucha, y ahora que por fin hay más gente que cree en esto, que consume de forma responsable, que ya no se conforma con lo que le quieran vender, ahora, no van a conseguir desmoralizarnos, porque, le pese a quien le pese, cada vez somos más, y cada día seremos muchos más. Muchos más los que nos negamos a hacer millonarios a unos pocos que se ceban en la ignorancia y conformismo del consumidor.
Consumir ecológicos habitualmente y productos sanos para la salud personal y ambiental NO ES UNA ENFERMEDAD. Ni siquiera tener que perder tiempo buscando esos productos, pues desgraciadamente aún no se encuentran en el supermercado de la esquina como nos gustaría.
Los verdaderos enfermos son los que pasan un sábado entero en grandes hipermercados llenando el carro de productos que deterioran su salud y la de la Tierra, además de sus bolsillos. Los que acaban con hipertensión, colesterol por las nubes, diabetes, obesidad, enfermedades coronarias, y tantas enfermedades más que a la larga se cronifican en otras o acaban causándoles una muerte prematura, por comer "detritus".
Y el que tenga un trastorno obsesivo, que se lo trate un siquiatra como tal, los trastornos obsesivos son algo muy serio, no se puede jugar con esos términos, simplemente para quitarse de encima la amenaza de consumidor responsable. Que no engañen más a nadie, diciendo alegremente que consumir productos sanos es una efermedad y una obsesión. Y vayamos analizando en profundidad la Detritusfagia, que tiene toda la pinta de ser realmente grave. De momento, mirad hacia donde va la Humanidad gracias a ella, enferma interna y externamente. Tenedlo claro, los Detritusfágicos no se conformarán fácilmente, pero nosotros tampoco, tiempo al tiempo.