JustVegetal
16-ene-2010, 19:06
Trastornos de ansiedad inducidos por alcohol
http://www.saludalia.com/Saludalia/servlets/contenido/jsp/parser.jsp?nombre=doc_alcohol_salud_mental2
Entre ellos se encuentran los trastornos por ansiedad generalizada, los trastornos por angustia, los obsesivo-compulsivos y los fóbicos. En estos trastornos la ansiedad, descrita como la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión, es lo que predomina.
En el caso de que el trastorno sea con ansiedad generalizada el paciente presentará una preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, le será difícil controlar su estado de constante preocupación y presentará al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, fatigabilidad, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
Estos trastornos le provocarán malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. Si el trastorno se presenta con crisis de angustia el paciente presentará de forma temporal y aislada una marcada sensación de miedo o malestar y algunos de los siguientes síntomas físicos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, atragantamiento, opresión torácica, nauseas, mareo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar como separado de uno mismo), miedo a perder el control, a morir, hormigueos y escalofríos o sofocaciones.
Si el trastorno por ansiedad se presenta con síntomas obsesivo-compulsivos, el cuadro se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, entendiendo como obsesiones la presencia de pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que son intrusas e inapropiadas, y causan ansiedad o malestar significativo, que no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real, sino que son producidas por su propia mente a pesar de su esfuerzo por ignorarlas o neutralizarlas. Se entiende por compulsiones los actos mentales o los comportamientos de carácter repetitivo que intentan prevenir o reducir el malestar de las obsesiones.
Cuando el trastorno cursa con síntomas fóbicos, estos pueden ser por fobia específica o por fobia social. En este segundo caso, más frecuente, el paciente presentará un temor acusado y persistente por una o más situaciones o actuaciones en público que le lleva de forma casi invariable a una respuesta inmediata de ansiedad, que el individuo reconoce que es excesiva o irracional e interfiere acusadamente con la rutina normal del individuo.
Violencia y suicidio
Tal y como se dijo al final de la descripción de los cuadros depresivos, y con una marcada relación con la salud mental, existe un binomio que es el de alcoholismo y violencia. El alcohol tiene una influencia directa sobre el sistema nervioso central y afecta seriamente a las funciones cognitivas superiores del cortex prefrontal, lo cual altera la capacidad de autocontrol. Se ha observado en una serie de estudios una relación dosis-respuesta entre la gravedad de las lesiones producidas por la violencia y el consumo de alcohol. También se establecen relación entre la ira descontrolada y los trastornos depresivos mayores.
La violencia puede presentarse de diversas formas. Una de ellas es la heteroagresividad y por supuesto la conducta suicida. Se estima que el riesgo de suicidio en los alcohólicos es entre 60 y 120 veces superior al de la población general y se ha establecido una jerarquía de riesgo para el suicidio que es, por orden de importancia: tener más de 44 años; dependencia del alcohol; ser irritable, colérico o violento; una conducta suicida previa; ser varón; reacio a aceptar ayuda; mayor duración de lo usual de la sintomatología depresiva y otras causas que tienen menor relevancia.
Además el alcohol agrava cualquier trastorno mental previo que la persona pueda padecer y hace que tanto el trastorno, como el abuso de alcohol, tengan una peor evolución que si se diera solamente uno de los trastornos.
Trastornos de la personalidad
Otros trastornos de gran importancia en salud mental y con marcada prevalencia entre los pacientes con problemas relacionados con el consumo de alcohol son los trastornos de la personalidad.
La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y de aprendizaje y en última instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, afrontar y comportarse de un individuo. Sólo cuando los rasgos de personalidad son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o bien malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad.
La relación entre el consumo de alcohol y la personalidad se ha basado, de forma tradicional, en la búsqueda de una personalidad adictiva. En la actualidad la investigación psicopatológica ha abandonado esa línea de investigación para centrarse en la relación entre los diagnósticos de personalidad específicos y el consumo de sustancias en general.
Los datos encontrados muestran claramente la existencia de una relación entre algunos trastornos de la personalidad y el alcohol, siendo los más asociados el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno límite de la personalidad. Con respecto al primero de ellos destaca su incapacidad de aprender de la experiencia y su dificultad de control sobre los impulsos. La asociación de este trastorno de la personalidad y del alcoholismo tiene pero pronóstico que uno sólo de estos diagnósticos.
En lo que respecta al trastorno límite de la personalidad, cuando se da junto al alcoholismo aumenta el riesgo de conductas autodestructivas y los trastornos del humor.
http://www.saludalia.com/Saludalia/servlets/contenido/jsp/parser.jsp?nombre=doc_alcohol_salud_mental2
Entre ellos se encuentran los trastornos por ansiedad generalizada, los trastornos por angustia, los obsesivo-compulsivos y los fóbicos. En estos trastornos la ansiedad, descrita como la anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión, es lo que predomina.
En el caso de que el trastorno sea con ansiedad generalizada el paciente presentará una preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, le será difícil controlar su estado de constante preocupación y presentará al menos tres de los siguientes síntomas: inquietud, fatigabilidad, dificultad de concentración, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
Estos trastornos le provocarán malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. Si el trastorno se presenta con crisis de angustia el paciente presentará de forma temporal y aislada una marcada sensación de miedo o malestar y algunos de los siguientes síntomas físicos: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, atragantamiento, opresión torácica, nauseas, mareo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar como separado de uno mismo), miedo a perder el control, a morir, hormigueos y escalofríos o sofocaciones.
Si el trastorno por ansiedad se presenta con síntomas obsesivo-compulsivos, el cuadro se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, entendiendo como obsesiones la presencia de pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que son intrusas e inapropiadas, y causan ansiedad o malestar significativo, que no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real, sino que son producidas por su propia mente a pesar de su esfuerzo por ignorarlas o neutralizarlas. Se entiende por compulsiones los actos mentales o los comportamientos de carácter repetitivo que intentan prevenir o reducir el malestar de las obsesiones.
Cuando el trastorno cursa con síntomas fóbicos, estos pueden ser por fobia específica o por fobia social. En este segundo caso, más frecuente, el paciente presentará un temor acusado y persistente por una o más situaciones o actuaciones en público que le lleva de forma casi invariable a una respuesta inmediata de ansiedad, que el individuo reconoce que es excesiva o irracional e interfiere acusadamente con la rutina normal del individuo.
Violencia y suicidio
Tal y como se dijo al final de la descripción de los cuadros depresivos, y con una marcada relación con la salud mental, existe un binomio que es el de alcoholismo y violencia. El alcohol tiene una influencia directa sobre el sistema nervioso central y afecta seriamente a las funciones cognitivas superiores del cortex prefrontal, lo cual altera la capacidad de autocontrol. Se ha observado en una serie de estudios una relación dosis-respuesta entre la gravedad de las lesiones producidas por la violencia y el consumo de alcohol. También se establecen relación entre la ira descontrolada y los trastornos depresivos mayores.
La violencia puede presentarse de diversas formas. Una de ellas es la heteroagresividad y por supuesto la conducta suicida. Se estima que el riesgo de suicidio en los alcohólicos es entre 60 y 120 veces superior al de la población general y se ha establecido una jerarquía de riesgo para el suicidio que es, por orden de importancia: tener más de 44 años; dependencia del alcohol; ser irritable, colérico o violento; una conducta suicida previa; ser varón; reacio a aceptar ayuda; mayor duración de lo usual de la sintomatología depresiva y otras causas que tienen menor relevancia.
Además el alcohol agrava cualquier trastorno mental previo que la persona pueda padecer y hace que tanto el trastorno, como el abuso de alcohol, tengan una peor evolución que si se diera solamente uno de los trastornos.
Trastornos de la personalidad
Otros trastornos de gran importancia en salud mental y con marcada prevalencia entre los pacientes con problemas relacionados con el consumo de alcohol son los trastornos de la personalidad.
La personalidad se concibe actualmente como un patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y de aprendizaje y en última instancia comprenden el patrón idiosincrásico de percibir, sentir, afrontar y comportarse de un individuo. Sólo cuando los rasgos de personalidad son inflexibles y desadaptativos y causan un deterioro funcional significativo o bien malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad.
La relación entre el consumo de alcohol y la personalidad se ha basado, de forma tradicional, en la búsqueda de una personalidad adictiva. En la actualidad la investigación psicopatológica ha abandonado esa línea de investigación para centrarse en la relación entre los diagnósticos de personalidad específicos y el consumo de sustancias en general.
Los datos encontrados muestran claramente la existencia de una relación entre algunos trastornos de la personalidad y el alcohol, siendo los más asociados el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno límite de la personalidad. Con respecto al primero de ellos destaca su incapacidad de aprender de la experiencia y su dificultad de control sobre los impulsos. La asociación de este trastorno de la personalidad y del alcoholismo tiene pero pronóstico que uno sólo de estos diagnósticos.
En lo que respecta al trastorno límite de la personalidad, cuando se da junto al alcoholismo aumenta el riesgo de conductas autodestructivas y los trastornos del humor.